Literatura del Siglo XVI: Pastores y Pícaros
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Literatura Pastoril y Picaresca del Siglo XVI
La Novela Pastoril
Los pastores, figuras presentes desde la Anunciación a los pastores y temas similares, fueron retratados con comicidad y rusticidad en la Edad Media. Esta representación continuó en la Edad Moderna, donde se les relegó a papeles secundarios, en contraste con los personajes idealizados que dominaban la trama.
Arcadia, escrita en dos versiones por Jacopo Sannazaro, sirve como modelo de la novela pastoril. Presenta una estructura desorganizada, donde el autor se convierte en personaje. Describe un mundo armónico, idílico, en aldeas, habitado por ninfas y pastores que cantan, bailan, contemplan la naturaleza y se enamoran, a menudo de forma equivocada. Los poemas son el núcleo central de estas novelas.
Este mundo ideal eventualmente se desmorona, llevando incluso a algunos personajes desamados al suicidio.
En Diana, de Jorge de Montemayor, se incorporan elementos caballerescos, como la figura de la maga, que resuelve los problemas de los personajes.
En Francia, alrededor de 1607, Astrea refleja la diferencia de rango entre las ninfas, que representan la aristocracia, y los pastores, que simbolizan al pueblo.
En Inglaterra, la obra Arcadia se convierte en un símbolo de la alta cultura.
La Novela Picaresca
Es importante distinguir entre la figura del pícaro, la materia literaria en la que aparecen pícaros, y la novela picaresca, surgida en España a mediados del siglo XVI. Este género, inicialmente imitado con poca frecuencia, se extendió por Europa y se transformó, convirtiendo al pícaro en una especie de héroe.
El término "pícaro", aunque utilizado desde el siglo XVI, no se generalizó hasta el siglo XVII. Describe un tipo social negativo: un hombre joven de origen bajo y marginal, con vestimenta pobre, carente de honor y en constante movimiento, buscando la vida con actividades cercanas a la delincuencia.
Lazarillo de Tormes
Esta obra es una carta autobiográfica en prosa, sin versos, de extensión breve, escrita con un estilo típico del siglo XVI. Se presenta como una autobiografía: alguien se entera de algo relacionado con el personaje y le pide que lo explique, lo que da inicio al relato de su vida.
Aunque los episodios de su vida se basan en tradiciones anteriores, asemejándose a una miscelánea de anécdotas, el autor logra darles unidad. El personaje experimenta una evolución interior, convirtiendo la obra en un antecedente de la novela moderna. La historia comienza con su infancia y continúa con su vida como personaje subordinado e inferior, un tipo de personaje que antes solía ser secundario o ridículo.
Su vida se entrelaza con las historias de sus amos, con mayor énfasis en los tres primeros: el ciego, el cura y el hidalgo. Su infancia, aunque de baja casta y marcada por la desgracia (padre ajusticiado y madre amancebada con un hombre negro, símbolo de la esclavitud en la época), está llena de cariño. La despedida de su madre es un momento conmovedor, lleno de amor y valores.
Con el ciego, aprende a desconfiar, dejando atrás la ingenuidad de la niñez. Aprende a sobrevivir, especialmente a conseguir comida. La hipocresía es un tema central, vinculado al cambio de valores y a la verdadera hipocresía social.
El segundo amo, el clérigo, también muestra hipocresía al matar de hambre a Lázaro, un elemento que sugiere una posible influencia erasmista en el autor.
El cambio de amos representa un cambio de estamentos: pueblo llano, clero y nobleza. Sin embargo, esta "superación" no es material, sino una degradación moral, ligada a la hipocresía.
El hidalgo, un personaje educado que cuida de Lázaro, representa una mayor decadencia material, hasta el punto de invertirse los roles: Lázaro acaba cuidando del hidalgo, demostrando sus fuertes valores afectivos.