La Literatura Medieval: Características, Géneros y Autores
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La Edad Media y su Literatura
La Edad Media se desarrolla entre 476 y 1492. Los primeros textos escritos en romance peninsular son las Glosas silenses y las Glosas emilianenses. Literalmente, el periodo se abre con las jarchas y alcanza hasta La Celestina.
Condicionantes
- Sociedad estamental
- Interculturalidad
- Teocentrismo
Características específicas en la Península
- Pluralidad lingüística
- Coexistencia de las culturas cristiana, judía y musulmana
Rasgos de la Literatura Medieval
- Oralidad
- Anonimia
- Didactismo
- Predominio del verso
La Lírica Popular
Su principal manifestación en Europa es la canción de mujer: poema lírico anónimo de transmisión oral y temática amorosa, en el que el yo poético es una joven enamorada.
La Lírica Popular en la Península
Las formas peninsulares de la lírica tradicional son:
- Jarchas mozárabes: Cancioncillas en mozárabe en las que una voz femenina expresa a un confidente su dolor por la ausencia del amado.
- Cantigas de amigo: De temática similar a la de las jarchas, se caracterizan por la presencia de elementos de la naturaleza y por el empleo del paralelismo y del leixa-pren.
- Villancicos: Composiciones de temática diversa: amor, trabajo, fiesta, cantares infantiles y humorísticos… Las de contenido amoroso presentan elementos simbólicos que sugieren el encuentro de los enamorados.
La Lírica Culta
La primera manifestación de la lírica culta europea en lengua románica es la poesía provenzal trovadoresca, cuyos principales subgéneros son la canso, el plan y el sirvientes. En la canso se desarrolla la doctrina del amor cortés, que traspone los códigos del vasallaje feudal a la relación hombre/mujer, para la que siempre existe un obstáculo. Ese amor imposible exige la discreción del caballero.
Poetas Cancioneriles
Jorge Manrique: Su obra más destacada son las Coplas a la muerte de su padre, un planto o elegía fúnebre en honor de Rodrigo Manrique. Está formada por cuarenta sextillas dobles (8a 8b 4c 8a 8b 4c) o coplas manriqueñas, estructuradas en dos partes: en la primera, el autor reflexiona sobre el tiempo y la muerte a partir de tópicos como el memento mori, el tempus fugit o el ubi sunt?, en la segunda, elogia la figura de don Rodrigo, quien acepta serenamente su muerte, y recoge la doctrina de las tres vidas.