Literatura Española de Posguerra: El Compromiso Social de los Años 50

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El Realismo Social en la Literatura Española de los Años 50

En los años 50, la literatura española comenzó a reflejar la cruda realidad de la posguerra: la falta de libertad, la desigualdad social y la miseria. Estas obras, de carácter marcadamente realista, buscaban reproducir fielmente la sociedad de la época. Fueron creadas por una generación de jóvenes que, aunque no participaron directamente en la Guerra Civil, sufrieron sus consecuencias y, tras la Segunda Guerra Mundial (SGM), eran conscientes del carácter represivo del régimen franquista. Es importante señalar que no todas las obras literarias de este periodo pertenecen al realismo social, ni este movimiento fue uniforme en sus manifestaciones.

La Novela Social: Corrientes y Autores Destacados

Entre 1954 y 1961, la novela social experimentó un notable desarrollo, bifurcándose en dos corrientes principales: el realismo crítico y el objetivismo.

El Objetivismo

Las novelas objetivistas se caracterizan por:

  • Transcurrir en pocos días y en un único lugar.
  • Reducir al mínimo las intervenciones del narrador, buscando solo describir los comportamientos de los personajes.
  • Predominar el diálogo, a través del cual los personajes se caracterizan por sus actitudes y hechos.
  • Seguir los sucesos una línea temporal estricta, sin saltos al pasado.

El Realismo Crítico

El realismo crítico comparte algunas características del objetivismo, pero se distingue por una intervención social más explícita. Sus personajes, a través de sus actos, dejan ver claramente la clase social a la que pertenecen (obreros, campesinos, burgueses).

Temas y Representantes

El tema principal de ambas corrientes es la sociedad española de la época, abordando aspectos como el atrasado mundo rural, la miseria y la marginación, la vida de la burguesía o el mundo obrero.

Se consideran objetivistas autores como Rafael Sánchez Ferlosio y Juan García Hortelano. Próximos al objetivismo se encuentran Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos y Carmen Martín Gaite. En el realismo crítico destacan Juan Goytisolo, Juan Marsé y José Manuel Caballero Bonald, entre otros.

Ignacio Aldecoa

Destaca por sus breves relatos, donde retrata la vida cotidiana. Aunque mantiene una actitud distanciada, muestra un profundo afecto por los personajes humildes y sus duras condiciones.

Rafael Sánchez Ferlosio

Autor de la obra más importante del objetivismo español: El Jarama. Casi sin narrador, su novela se basa en diálogos de personajes que ofrecen una visión crítica de la vida española, trivial y sin grandes metas ni esperanzas. Posteriormente, destacó en el ensayo. También publicó Industrias y andanzas de Alfanhuí, donde el protagonista es un niño con una gran imaginación.

Juan García Hortelano

Autor de Nuevas amistades, donde describe la vida de la juventud universitaria, y Tormenta de verano, que retrata la apatía de un grupo de burgueses veraneando en una playa catalana. Posteriormente, abandonó el objetivismo, introduciendo ironía y humor en su obra.

Carmen Martín Gaite

En Entre visillos, narra la vida de unas mujeres cuya principal aspiración es casarse. Sus temas recurrentes son la soledad y las relaciones de pareja.

Jesús Fernández Santos

Escribió Los bravos.

José Manuel Caballero Bonald

Autor de Dos días de septiembre, obra que describe los acontecimientos en los viñedos andaluces.

Ana María Matute

Sus obras se caracterizan por un tono poético.

La Poesía Social: Compromiso y Lenguaje

La poesía de este periodo se caracteriza por un lenguaje coloquial y sencillo, un marcado carácter narrativo y una tendencia hacia la prosa. Colabora activamente en la transformación de la realidad, buscando concienciar a la sociedad y está destinada a la gran mayoría.

Destacan:

Blas de Otero

Sobresale con obras como Ángel fieramente humano, donde explora una poesía en la que un Dios lejano permanece en silencio. Esta preocupación existencial sobre la existencia divina se refleja en sus siguientes obras, en las que también denuncia la falta de libertad durante el franquismo.

Gabriel Celaya

Compuso más de 50 libros, entre los que destaca Las cartas boca arriba, donde manifiesta su propósito de emplear una poesía política y socialmente comprometida.

José Hierro

Aunque había compuesto poemas vanguardistas, tras su paso por la cárcel, mostró sus preocupaciones existenciales en obras como Quinta del 42. Su poesía alterna el realismo narrativo con el visionario contemplativo.

El Teatro Social: Censura y Compromiso

Los dramaturgos de la época se dividían en dos grupos: aquellos que se expresaban libremente, asumiendo el riesgo de la censura de sus obras, y aquellos que buscaban cualquier medio para que sus creaciones llegaran al público.

Destacan:

Antonio Buero Vallejo

Comienza escribiendo obras existenciales como Historia de una escalera, que refleja la falta de expectativas y la frustración. A finales de los años 50, la intención social se acentúa en sus obras, y muchas de ellas adoptan un carácter histórico para sortear la censura (ej. Las Meninas, La detonación).

Alfonso Sastre

Escribió numerosas piezas teatrales donde planteaba problemas de carácter moral, social y existencial (ej. Escuadra hacia la muerte). Su preocupación social se reflejó en Asalto nocturno. Más tarde, realizó tragedias complejas, obras que mezclaban el humor con la tragedia clásica (ej. La sangre y la ceniza).

También es relevante mencionar a Miguel Mihura con Tres sombreros de copa, aunque esta obra no fue representada hasta 20 años después de su creación, lo que la sitúa fuera del circuito principal del teatro social de la época, siendo más afín al teatro del absurdo.

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