Literatura española de finales del siglo XIX y principios del XX: Modernismo, Generación del 98 y Novecentismo
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Modernismo y Generación del 98
A finales del siglo XIX, surge una crisis del positivismo y la razón, reflejada en el arte y el pensamiento. La rebeldía y la búsqueda de nuevas formas de expresión caracterizan al Modernismo, iniciado en Hispanoamérica. La figura de Rubén Darío (1867-1916) es clave, con Azul (1888) y Prosas profanas (1895). El descontento con el presente lleva a una evasión hacia mundos lejanos en tiempo y espacio (Edad Media, Grecia clásica, Oriente...). Los símbolos y la sensorialidad destacan en sus obras, con un estilo colorido y musical en un mundo exuberante, muy distinto de su presente. A partir de Cantos de vida y esperanza (1905), de Rubén Darío, el Modernismo evoluciona hacia temas más sociales y existenciales, y menos formales.
La influencia de Darío se percibe en las primeras obras de autores españoles como Antonio Machado (Soledades, 1903), Valle-Inclán (Sonatas, 1902-1905), Manuel Machado (Alma, 1901) o Juan Ramón Jiménez (Arias tristes, 1903), conocidos como la Generación del 98. En España, esta generación parte del Modernismo, buscando la belleza, pero también expresa preocupación por España y los problemas existenciales.
Diversos criterios permiten considerarlos integrantes de una misma generación:
- Nacimiento en años próximos.
- Participación en actividades comunes.
- Influencia del Desastre del 98.
El irracionalismo de filósofos extranjeros (Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche) influye en su obra. También es común el amor por Castilla, entendida como el alma de lo español (Castilla, de Azorín; En torno al casticismo, de Unamuno; o Campos de Castilla, de Antonio Machado).
Prosa, Ensayo y Teatro
La prosa de Azorín destaca por su preocupación por el detalle, los "primores de lo vulgar". Baroja es el novelista más destacado; La Busca, Zalacaín el aventurero o El árbol de la ciencia son algunas de sus novelas. Unamuno muestra una preocupación existencial y religiosa en sus ensayos, El sentimiento trágico de la vida o La agonía del cristianismo.
El teatro que triunfa en las salas está orientado a un público burgués, escasamente crítico y con pocas novedades técnicas. Dentro del género de la alta comedia, destacó Jacinto Benavente (1866-1954). El teatro cómico triunfó con Carlos Arniches y los hermanos Álvarez Quintero. También destaca en la corriente cómica Pedro Muñoz Seca, creador del astracán (humor disparatado). El teatro poético de Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa, brillante pero superficial, se fue apagando. El teatro renovador, con autores de la Generación del 98 que buscan expresar sus conflictos religiosos, existenciales y sociales, es el que mejor ha resistido el paso del tiempo. Valle-Inclán (1866-1936) es su figura principal. Tras algunas obras modernistas, en 1920 publicó Luces de bohemia, cumbre del esperpento, representando una "visión deformada de la realidad". Surgen grupos experimentales teatrales que buscaban educar al público de una manera distinta (proyecto de "La Barraca" de Lorca o "Misiones pedagógicas" de Alejandro Casona).
Federico García Lorca (1898-1936), autor esencial de la Generación del 27, se analiza en otro apartado.
Novecentismo y Generación del 14
La civilización liberal europea sufrió una crisis con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). En España, había mucha tensión política, económica y social. A principios del siglo XX, surgieron voces que rechazaban la cultura tradicional. Surgió un movimiento cultural conocido como Novecentismo o Generación del 14, que se opone a lo que se considera propio del siglo XIX. Los autores de este movimiento eran diferentes de los modernistas bohemios; eran profesionales bien formados y preferían el pensamiento racional. El ensayo se convirtió en uno de sus géneros favoritos. Ortega y Gasset, pensador más influyente del momento, en su obra La deshumanización del arte (1925), defiende que el arte debe limitarse a proporcionar placer estético. En sus ensayos, propone que España necesita modernizar su política, cultura y sociedad, apoyándose en las élites intelectuales y con una visión europea y liberal. Junto a él, se hicieron conocidos ensayistas como Eugenio d'Ors, Gregorio Marañón o Azaña.
Novela Novecentista
En la novela se advierte también una intención estilística renovadora. Destaca la novela lírica de Gabriel Miró (El obispo leproso), caracterizada por crear atmósferas a través de descripciones detalladas, llenas de sensaciones, con una prosa elaborada. Otro ejemplo es la novela intelectual de Ramón Pérez de Ayala (Troteras y danzaderas), muy influida por el ensayo y con constantes digresiones filosóficas.
Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez fue considerado por los jóvenes poetas como guía y maestro. Aunque pertenece a la Generación del 14, presenta una obra singular y extensa que comienza en los primeros años del siglo, partiendo de una poesía modernista. En 1917, con su obra Diario de un poeta recién casado, rompe con el Modernismo y abre el camino a ideas más innovadoras. Su poesía pura busca la expresión de lo inefable. Para él existen dos planos de la realidad: la material y la invisible. El poeta debe descubrir esa realidad oculta y encontrar un yo esencial. Para ello usa símbolos como los nombres de las cosas, que representan su verdadera esencia, y el mar, que representa la diversidad y plenitud del mundo. En 1936 se exilió y recibió en 1956 el Premio Nobel.