Libertad Religiosa y Límites de la Soberanía Política: Perspectiva Tomista
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El Límite de la Soberanía Política: La Libertad Religiosa
Los dos bienes a los que apunta la inclinación específica del hombre (verdad y libertad) no se colocan en pie de igualdad, sino que solo uno tiene la condición de bien último del hombre: conocer la verdad de Dios. Todo otro bien toma de él su formalidad y, así, define sus límites. Esa pretensión de exigir para sí la totalidad de la persona fue común en la concepción política antigua. La causa no solo reside en algo tan evidente como es la imposibilidad de reclamar obediencia al hombre si no es por el concurso de Dios, sino también en la proximidad e implicación que tienen estos bienes. Si a Dios se le busca por ser quien es, aunque sin alcanzarlo; a los hombres, se les busca por encontrar en ellos la semejanza de la imagen, al igual que el hombre la encuentra en sí mismo.
La Perspectiva de Santo Tomás
Santo Tomás explicita estos límites en su exposición del gobierno de Dios sobre el hombre: la perfección de su naturaleza (es libre) y por razón de la dignidad de su fin (conocer y amar a Dios). La sumisión de lo mejor del hombre a Dios, que es su fin último, es completa, pues todo el hombre y sus cosas deben ser referidas a Dios. El otro ámbito abarca todo el resto que queda sometido a la razón del hombre. En este ámbito, Dios ejerce su soberanía sobre el hombre a través de los distintos órdenes naturales a los que el hombre pertenece, sirviéndose de la misma razón humana, cuya regla constituye una norma próxima de la ordenación de Dios. A Dios le compete una soberanía natural y universal, propia y no delegada.
Relaciones Humanas y Orden
Respecto de las relaciones del hombre con los demás, hay que señalar que, como el hombre no se ordena a ellos como a su fin, no debe disponerse en sí mismo hacia los demás, sino debe ordenar sus actos exteriores, pues los hombres se comunican unos con otros a través de sus acciones. El orden doméstico tiene su propio fin, que son los actos cotidianos que versan sobre las necesidades de la vida, y para el que la naturaleza ha dotado a la familia de perfecta autonomía, razón por la cual constituye un ámbito exento del dominio del poder político.
Orden Político y Relaciones Ciudadanas
El orden político comprende otros dos tipos de relaciones: las que deben guardar los ciudadanos hacia el que gobierna y las que los ciudadanos deben guardar entre sí. A estas relaciones pertenecen todas las demás acciones humanas, que son a título gratuito (las relaciones políticas) o son a título de débito estricto (las relaciones jurídicas). El fin de esta ordenación política es la paz, que es la ordenada concordia de las voluntades.