Libertad Individual vs. Intervención Social: Un Análisis de las Limitaciones de Mill
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Ahí tenemos la prohibición de comerciar con drogas, y en algunos sitios también de consumirlas; las reticencias de las autoridades de permitir la libertad de horarios comerciales (léase, tiendas abiertas en domingo); y, desde luego, la prohibición de la poligamia.
Mill se da cuenta de algunos problemas, y eso, como siempre, diluye un poco su posición. Así, distingue entre el consumo de alcohol y su comercio. Mientras que el primero es un asunto privado, el segundo no. Por tanto, el comercio no está protegido por el derecho a la libertad en los asuntos privados. La sociedad tiene derecho a regular el comercio.
La misma retirada parcial encontramos en el caso del trabajo dominical. Mill reconoce que cada uno tiene libertad para emplear el tiempo del domingo como quiera. Pero a la vez piensa que si todos los trabajadores deciden trabajar todos los días de la semana, el resultado será que todos quedarán peor de lo que están: trabajarán más, pero cobrarán lo mismo. (Esto, por cierto, es una falacia, porque la masa salarial no es una cantidad fija que no puede superarse, sino que depende de la riqueza creada, y se supone que la riqueza creada sería mayor si se trabajara más días.) La conclusión de Mill es, como siempre, un poco tibia: la sociedad tiene derecho a obligar a un día semanal de descanso, pero no tiene derecho a imponer un mismo día para todos, y menos con argumentos religiosos.
Respecto a la poligamia, reconoce Mill que se trata de una infracción directa contra su principio de libertad. El problema es que se trata de un contrato a perpetuidad, un contrato en el que uno se compromete a algo de lo que no podrá retractarse luego. Pero fijémonos en el argumento de Mill, porque es extensivo, no sólo a casos de poligamia, sino al matrimonio mismo. El matrimonio es una institución iliberal porque es un acuerdo a perpetuidad, que no puede rescindirse (mientras no sea legal el divorcio). Por tanto, matrimonio convencional y matrimonio polígamo están en el mismo grupo. Ambos son iliberales, por lo dicho. El matrimonio polígamo, por lo demás, no tiene un problema especial, si las partes lo acuerdan libremente. El escándalo público no es una razón para prohibir una práctica en la que los participantes acuerdan libremente concurrir. Si se trata de un acuerdo voluntario (y esto excluye los casos en que tenemos razones para pensar que alguna de las partes está alienada, por haber sido privada de una educación en libertad, por ejemplo), no hay ninguna razón para castigar, ni siquiera con el estigma social, un matrimonio de este tipo.