Liberales contra Absolutistas: El Reinado de Fernando VII y las Etapas del Conflicto (1814-1823)

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Fases del Conflicto entre Liberales y Absolutistas durante el Reinado de Fernando VII

Restauración Absolutista y Sexenio Absolutista (1814-1820)

En 1814, tras la derrota de Napoleón en Europa, Fernando VII regresó a España en marzo. Tanto los liberales como los absolutistas esperaban con impaciencia el retorno del monarca, conocido como "el Deseado". Un grupo de 69 diputados de las Cortes de Cádiz, de ideología absolutista, entregaron al rey un documento en el que solicitaban la restauración de la monarquía absoluta y la derogación de la Constitución de 1812, conocido como el Manifiesto de los Persas.

El 4 de mayo de 1814, Fernando VII aceptó la propuesta de los absolutistas y decretó la derogación de la Constitución. Se trataba de la primera reacción absolutista contra la incipiente revolución liberal. El rey, rodeado de antiliberales y con el apoyo del ejército, anuló la obra legislativa de las Cortes y promovió una dura represión contra los constitucionalistas, por lo que muchos de ellos tuvieron que exiliarse.

Comenzaba así un periodo de seis años en que iba a dominar el sector más reaccionario de la sociedad, con la Iglesia a la cabeza. Se restableció la Inquisición y todos los obispos se opusieron por escrito a la idea de una tímida amnistía que se planteó en 1816.

La vuelta al absolutismo y al sistema señorial supuso la postración económica y la ruina de Hacienda: mientras el gobierno estaba en manos de una "camarilla" de ineptos amigos personales del rey, América se independizaba (solo quedarán Cuba y Puerto Rico hasta 1898) y ya no llegaban los caudales de Indias. Por otra parte, el desprestigio de España en el extranjero era tal que no fue admitida en el sistema de los tratados internacionales hasta 1817. En estas condiciones, tampoco era posible la obtención de créditos exteriores o inversiones.

Trienio Liberal (1820-1823)

A pesar de la persecución que sufrieron los liberales, entre 1814 y 1819 se sucedieron diversos alzamientos armados, pronunciamientos protagonizados por sectores militares partidarios de la Constitución de 1812, que siempre terminaron en fracaso. Pero en 1820 triunfó el encabezado por Rafael de Riego. El 1 de enero de 1820, en el pueblo sevillano de Las Cabezas de San Juan, Riego proclamó la Constitución de 1812. Algunas ciudades, como A Coruña y Barcelona, se adhirieron a la insurrección. Fernando VII, viéndose vencido, pronunció sin convicción la frase: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Se iniciaba así el período conocido como Trienio Liberal o Constitucional, el primer ensayo de gobierno constitucional en la historia de España. Se puso en práctica una política moderada de 1812: libertad de prensa, derechos individuales (inviolabilidad del domicilio, derecho de defensa ante una acusación, derecho a voto, etc.). La Iglesia, defensora del absolutismo en los años anteriores, fue apartada de los órganos de poder del Estado. Los jesuitas fueron expulsados, y las órdenes monásticas, disueltas, expropiándose parte de sus posesiones territoriales. Se reanudó la venta de las propiedades desamortizadas diez años antes.

Los liberales ahora se escindieron en dos grupos:

  • Liberales moderados: proponían llegar a un pacto con los absolutistas y crear un sistema en el que, a cambio de restringir algunos principios liberales, estos últimos aceptasen un sistema constitucional.
  • Liberales exaltados (de quienes surgirían los futuros progresistas): convencidos de que los absolutistas nunca aceptarían una constitución, eran partidarios de radicalizar las medidas liberales, ampliando el sufragio universal y reduciendo de manera drástica el poder de la Iglesia y de amplios sectores de la nobleza.

Pese a que las medidas de los gobiernos constitucionalistas no fueron muy radicales, los absolutistas conspiraron desde el primer momento con la intención de hacer fracasar el régimen. Se llegó a establecer una Regencia que asumía la representación del monarca "preso de los liberales" y pretendía dirigir los ataques y asonadas de las "partidas realistas". El propio Fernando VII apoyó a los agentes que se encargaban de la organización de grupos armados golpistas y envió emisarios para solicitar ayuda militar a los gobiernos antiliberales de Europa con el fin de acabar con su propio gobierno y poder derogar la Constitución que había jurado tiempo antes.

A la acción de los golpistas se unió la intervención de las potencias europeas (acordada en el Congreso de Verona de 1822, en el marco de la Santa Alianza), que se concretó en la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército formado por 60.000 franceses y unos 35.000 realistas españoles. Este ejército cruzó la frontera y recorrió el país persiguiendo al Gobierno liberal, que se había refugiado en Cádiz. Así, la primera experiencia de gobierno constitucional acabó en abril de 1823 debido a la intervención de este ejército y por las desavenencias entre los propios liberales.

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