Leonardo, Miguel Ángel y Rafael: Maestros del Renacimiento Italiano

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Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci nace en una aldea toscana en 1452. Estudia pintura con Verrocchio en Florencia. A los 30 años, incapaz de encontrar en Florencia un mecenas que patrocine sus ideas, se traslada a Milán. El Duque de Milán le contrata como ingeniero militar, aunque también figura como arquitecto, escultor y pintor de la corte. Sus actividades ocupan desde las matemáticas a la anatomía.

Es asombroso comprobar la forma con que Leonardo va dando volumen y concreción al cuadro, no dibujando los contornos de las figuras, sino iluminando las superficies alabeadas de los objetos. Es una inversión pictórica desde el punto de vista de la técnica. Nunca veremos claramente el perfil de la figura, que queda oculto y difuminado en la maraña de sombras. Es el descubrimiento del claroscuro como método expresivo.

Obras destacadas de Leonardo

Ya en Milán, realiza la Virgen de las Rocas: las figuras se destacan sobre la penumbra que tienen de fondo y el claroscuro vuelve a jugar en este caso dos papeles distintos, uno físico, como contrapunto del elemento conjuntivo del cuadro, la luz; y otro expresivo, como creador de una atmósfera densa y cargada de sentido. Las figuras no tienen perfil, sus límites externos se pierden en una neblina. Esto es el famoso esfumado leonardesco.

La obra madura de Leonardo en este período es La Última Cena, pintada en el refectorio de Santa María de las Gracias, de Milán. Lo más importante de La Cena es la composición, que introduce un nuevo sentido del equilibrio en la pintura italiana. Los personajes se agrupan de tres en tres dejando en el centro a Cristo. La maestría de la composición se percibe en la total dependencia de cada forma con las exigencias del conjunto. Ningún trazo es superficial ni anecdótico, no sobra nada.

En el año 1500 vuelve a Florencia, pero ya se ha convertido en una auténtica república. Trabaja como ingeniero e inspector. Pero pronto le llaman de Milán, y antes de marcharse realiza el retrato más famoso que hemos conservado de su firma y uno de los más famosos del mundo: La Gioconda. Logra un esfumado perfecto de los contornos, pero lo más impresionante es la deliciosa femineidad que irradia de la figura, que queda convertida en el ideal de mujer, no sólo de Leonardo sino de la época. El misterio que expresa su sonrisa es uno de los logros más absolutos de la pintura universal.

Miguel Ángel

La obra pictórica de Miguel Ángel es de gran importancia. Nunca se interesó genuinamente por la pintura, y solo por la insistencia de Julio II aceptó el encargo de decorar la Capilla Sixtina. En 1508 Julio II le encarga la Capilla Sixtina y la realiza en un tiempo récord: 4 años. Es un conjunto de figuras y escenas distribuidas dentro del marco arquitectónico. En el sector central, diez escenas del Génesis, desde la Creación hasta la embriaguez de Noé. Relaciona la historia primitiva del hombre con su salvación por medio del divino intermediario: Jesucristo.

La Capilla Sixtina

Entre los temas centrales está La Creación de Adán, que nos presenta el acto de la creación con una grandeza dramática jamás igualada. Las figuras están cargadas de dinamismo, como sus esculturas. Los tonos de la pintura son azules y fríos, que dan un aspecto poco agradable pero extraordinariamente expresivo. No hay que olvidarse que están concebidas como esculturas, intentando conseguir un relieve pétreo y escultórico. Hay dos teorías con respecto al color: que es pobre y que lo hizo premeditadamente así. La técnica es suelta y valiente. Soberbio estudio de composición y expresión terrible.

El Juicio Final

En 1543 le encargan el mural del Altar Mayor con el tema del Juicio Final. Pocas pinturas más grandiosas, impresionantes y teatrales en toda la historia de la pintura. El momento histórico es diferente de cuando pintó el techo. La reforma protestante era ya un hecho. Todo ello se patentiza en el Juicio Final. De la radiante vitalidad de las pinturas del techo a la visión sombría y pesimista del Juicio Final hay una gran distancia. Es una alegoría cargada de pesimismo y tristeza. El Dios de la Justicia castiga con fuerza a los detractores.

Rafael Sanzio

Rafael es una personalidad opuesta por completo a las de Leonardo y Miguel Ángel (vida esforzada y llena de fracasos; vida atormentada, prototipo de angustia renacentista). Rafael fue un hombre de mundo mimado por el éxito, con una precocidad extraordinaria para la pintura que nos induce a pensar que no le cuesta ningún esfuerzo, que su vida es un paseo triunfal. No es un innovador, sino un artista que lleva a su perfección los descubrimientos de todos los anteriores, una especie de crisol donde se funden las experiencias de doscientos años de ensayos pictóricos sin pausa. Pasó sus años en Florencia como aprendiz del taller de Perugino. Desde muy joven su obra alcanzó gran calidad, como muestra su composición de la Madonna del Gran Duque, con influencia de Perugino y carga técnica y melancólica de Leonardo. Abandonó Florencia llamado por Julio II. Al joven maestro le encargaron unos murales del Vaticano.

Obras en el Vaticano

En la biblioteca privada del Papa pintó cuatro frescos sobre las cuatro ramas de la Ciencia: Filosofía, Teología, Jurisprudencia y Artes. La Escuela de Atenas es una alegoría de la Filosofía, y ha sido considerada como una pieza maestra de Rafael y el prototipo de pintura del Pleno Renacimiento porque en ella han sido conjugados todos los hallazgos pictóricos que los italianos habían ido atesorando a lo largo de los siglos. La perspectiva, la composición de gran número de personajes, la fuerza expresiva de los gestos y psicologías de los mismos, el colorido fuerte y armónico, todo es una obra maestra de la armonía y de la composición. Allí están presentes Leonardo, Bramante, Donatello, Miguel Ángel, Perugino y tantos otros, pero todos ellos fundidos por la sensibilidad del precoz Rafael. La alegoría teológica es la Disputa del Sacramento, que representa el triunfo de Cristo en medio de una grandiosa composición de hombres y motivos arquitectónicos.

En 1514 Julio II le encomienda otro trabajo donde hace dos grandes murales: El encuentro de León I y Atila y Heliodoro expulsado del templo. Se trata de pinturas didácticas y ensalzadoras del Papado. En otra cámara pinta el Incendio del Borgo, donde hace una demostración de su dominio del cuerpo humano y de la expresividad de las emociones.

Retratos y Madonnas

Además de estas composiciones, pinta simultáneamente multitud de cuadros en los que predomina el tema de la Virgen: la de San Sixto, la del Pez, y otras varias. Hace varias Sagradas Familias. También es un gran retratista, destacando el del Cardenal, el de Juana de Aragón; dando en todos una visión idealizada y, por tanto, complaciente del retratado. La vida de Rafael, colmada de éxitos y facilidades, se vio precozmente segada por la muerte, cuando el pintor no contaba aún cuarenta años de edad.

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