Lenin y Trotski: Literatura, Revolución y la Teoría del Reflejo
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Lenin: La Literatura como Praxis y la Teoría del Reflejo en Tolstoi
Lenin y Trotski, figuras clave de la Revolución Rusa, fueron contemporáneos del formalismo ruso, movimiento literario que rechazaron en favor del realismo. Lenin concebía la literatura como una praxis, adoptando la perspectiva del proletariado para interpretar a Hegel y Marx. Consideraba que la literatura debía ser una herramienta de intervención política en la lucha de clases, denunciando la ideología de las clases dominantes y buscando la desalienación de los lectores.
En sus trabajos sobre Tolstoi, Lenin argumenta que la obra literaria se inscribe en el nivel ideológico de la lucha de clases. Sin embargo, aclara que la obra no es una mera ilustración de una ideología predeterminada. Esto le permitió diferenciar entre la ideología natural de Tolstoi, ligada a su origen de clase, y la ideología social de su obra narrativa, que se desplaza y no coincide con su clase social de origen. En sus novelas, Tolstoi representa las contradicciones ideológicas entre el campesinado ruso, el proletariado, la burguesía y la nobleza. El valor de su obra reside precisamente en esa representación, en la producción de un saber incompleto, fragmentario, contradictorio y lleno de silencios, un saber nuevo que debe ser analizado a través del prisma de la historia y las ideologías que se revelan en ella.
A partir de este análisis, Lenin reelabora la teoría del reflejo, sintetizada en la frase: "Tolstoi, espejo de la revolución rusa". Según esta teoría, el texto literario representa la realidad, pero no de forma exacta, mecánica o totalizadora. El reflejo literario es contradictorio y polifónico, activo y transformador, no pasivo ni mecánico. Los artículos de Lenin sobre Tolstoi (1909) tenían una intencionalidad polémica, enfrentándose tanto a la crítica marxista, que adscribía la obra de Tolstoi a la ideología terrateniente, como a los críticos literarios que buscaban apropiarse de su figura.
Trotski: Literatura y Revolución, Crítica al Futurismo y la Forma como Elemento Activo
En Literatura y Revolución (1923), Trotski realiza un análisis crítico del arte y la literatura tras cinco años de revolución. Critica a los futuristas por su intento de dominar las prácticas literarias y artísticas, y por su pretensión de prescindir de la literatura anterior. Les recuerda que, si ellos son anteriores a la revolución, también lo es su propuesta. Además, cuestiona su procedencia de clase, una bohemia burguesa que no se alinea con la proletarización que propugnan.
Trotski acepta críticamente algunas ideas futuristas, especialmente la noción de que el arte debe fusionarse con la vida. Sin embargo, matiza que esto no debe ser una forma absoluta, especialmente en un contexto donde el arte debe tener un carácter figurativo y cumplir una función previa: transformar la realidad tomando partido en la lucha de clases. A partir de ahí, desarrolla su propia versión de la teoría del reflejo, centrándose en la acción de la forma.
Para Trotski, el reflejo artístico no es una reproducción mimética o un realismo puramente contemplativo. Defiende una concepción de la representación de la vida en toda su complejidad, actividad y evolución. Para ello, el escritor necesita un distanciamiento de la vida cotidiana que le permita adoptar una mirada crítica. Esta complejidad se plasma en el texto literario a través de la acción de la forma, del propio proceso de escritura. La forma no es un elemento ornamental, sino organizador. La escritura lleva la idea preconcebida a lugares y posiciones ideológicas no previstas inicialmente. La forma verbal en los textos literarios no es un reflejo pasivo, sino un elemento activo que configura la idea misma.
La teoría del reflejo, según Trotski, implica que la literatura no refleja la realidad tal como es, sino de una manera artística. Le interesa la crítica que un texto hace de la sociedad, y cómo la forma, en su origen y desarrollo, está ligada a las contradicciones de clase. La elección de una forma de escritura está ideológicamente narrada y, por tanto, relacionada con esas contradicciones. La forma es crucial porque determina el resultado final, y la elección de una u otra forma tiene consecuencias significativas.
Trotski y el Formalismo Ruso
Trotski reconoce las aportaciones de los formalistas a los estudios literarios, pero rechaza su visión idealista y utópica del arte. Afirma que el arte y la estética no son independientes de la sociedad en la que se producen, y critica la actitud fetichista de los formalistas hacia la palabra. Para él, no es la palabra la que crea el mundo, sino la sociedad la que elabora el discurso. Contrasta la idea cristiana de "el principio fue la palabra" con su propia afirmación: "el principio fue la realidad, el mundo, y después la palabra". Trotski defiende la necesidad de los estudios formales, siempre que se tenga en cuenta la clase y se evite la veneración religiosa de la palabra.