Legalidad vs. Legitimidad, Evolución Humana y Dualismo Mente-Cerebro
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Relación entre Legalidad y Legitimidad
¿Todo lo legal se convierte en legítimo?
La relación entre legalidad y legitimidad no es armoniosa; muchas veces las situaciones son legales pero no son legítimas.
No, ni todo lo que es legal es legítimo, ni todo lo que es legítimo es legal. La legalidad, en realidad, no es nada más ni nada menos que lo que se encuentra en un momento determinado de la historia, en un lugar concreto y bajo una realidad concreta. Por el contrario, lo legítimo es algo que trascendería más de lo legal y sería algo más relacionado con lo más profundo del ser humano, con el interior de las personas y que trasciende al concepto mismo de legalidad.
Un ejemplo en los que colisionan la legalidad y la legitimidad se presenció en los juicios de Nuremberg y en los posteriores a los que se enfrentaron los nazis. Muchos de los actos de los que se les acusaba eran legales en la Alemania nazi. ¿Se los podía juzgar por no haberse revelado contra esa injusticia?
Evolución Humana y Felicidad
¿De verdad hemos evolucionado o hemos involucionado?
¿Somos más felices nosotros que nuestros antepasados?
¿Cómo se rompe el proceso de un avance ético?
Según la teoría de la evolución de Darwin, el ser humano, a través del tiempo, la adaptación a sus necesidades y los procesos de humanización y hominización, fue convirtiéndose en el ser humano que somos actualmente. La evolución es un proceso de millones de años. Pero ¿realmente hemos evolucionado como especie?
A través del tiempo hemos modificado nuestro entorno para adecuarlo a nuestras necesidades. Pero no solo hemos modificado nuestro entorno, sino que nosotros hemos ido evolucionando gracias a la antropología y a los cambios de adaptación de nuestro cuerpo, como puede ser la forma del cráneo.
La sociedad ha creado una cultura a través de los años gracias a los procesos identitarios, pero para crear estas culturas hay que tener en cuenta la repercusión (política, economía, social...). Por lo tanto, sí hemos evolucionado tanto en la sociedad y la cultura como biológicamente.
Nosotros no somos más felices que nuestros antepasados, ya que antes el nivel material no era tan elevado como el de ahora, por lo cual antes eran felices con mucho menos; en cambio, ahora para ser felices decimos que necesitamos muchísimas cosas, cosa que antes no había. Realmente no eran más felices antes que ahora o viceversa, sino que el nivel de felicidad actual es más exigente que el de nuestros antepasados.
El proceso de un avance ético se rompe cuando no tenemos en cuenta los principios identitarios, su cultura o las implicaciones sociales.
Análisis de la Relación Mente-Cerebro desde el Monismo y el Dualismo
Monismo
El monismo, por su parte, niega que la mente sea realmente distinta del cerebro y trata de explicar los fenómenos mentales y, en concreto, la conciencia (también la autoconciencia) en términos físicos o biológicos. Para esta postura, la distinción entre la mente y el cerebro responde a la insuficiencia actual de nuestros conocimientos sobre los procesos cerebrales, pero el desarrollo científico futuro permitirá reducir los estados mentales a fenómenos puramente materiales que tienen lugar en el cerebro.
Dualismo
El cerebro no puede dar cuenta de la conciencia y de las actividades que derivan de ella, por lo que hay que admitir la existencia autónoma de una mente «autoconsciente» distinta de él mismo, que no es ni material ni orgánica y que ejerce una función superior de interpretación y control de los procesos neuronales. El dualismo encuentra el fundamento de su hipótesis dualista en la teoría de Karl Popper, según la cual lo real se distribuye en tres mundos (que recuerdan la distinción platónica entre el mundo sensible y el inteligible): el de la realidad física, el de los fenómenos mentales y el de los productos culturales o espirituales, tales como las ideas, instituciones sociales, etc. Mientras que el cerebro está contenido en el mundo de la realidad física, la autoconciencia pertenecería al mundo de los fenómenos mentales, que es irreductible a aquél, aunque entre ambas existan interacciones.