El Legado de la Segunda Guerra Mundial: Impacto Moral, Económico y Político Global
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Efectos Morales
Turquía. La guerra provocó un intenso trauma moral y cuestionó todos los valores éticos en los que descansaba la civilización occidental. El descubrimiento de las fosas de Katyn en Polonia, donde los soviéticos asesinaron a más de 4.500 oficiales polacos; los bombardeos aliados sobre ciudades alemanas y el lanzamiento de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron algunas de las muestras de la tremenda brutalidad y violencia de esta guerra en la que la población civil fue, a menudo, el blanco principal de los ataques y represalias en ambos bandos. Con todo, sobresalieron las atrocidades del Eje: el genocidio de los campos de la muerte en los que los nazis exterminaron a judíos, gitanos, eslavos, homosexuales y opositores; o las masacres japonesas en China.
Consecuencias Económicas
El final de la guerra dejó un paisaje de ruina y desolación, sobre todo en Europa Oriental, donde las ciudades, los campos y la estructura productiva habían sido destruidos. En Europa Occidental y en Japón, los mayores daños se produjeron en las infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, etc.). Dos efectos sobre la producción industrial fueron también importantes. Europa en su conjunto perdió el 50% de su potencial industrial. Problemas serios, que hicieron pensar en la imposibilidad de la reconstrucción tras la contienda, fueron los derivados de la destrucción de las ciudades, los problemas de aprovisionamiento alimentario y el desamparo de la población civil; y, en el plano financiero, el elevado volumen de la deuda que se había contraído para poder pagar la guerra, y la subida de los precios. Una vez más, Estados Unidos fue el país en el que la guerra repercutió más favorablemente. Se convirtió en el principal centro de producción de armamento y otros suministros para los aliados, lo que permitió un desarrollo notable de la capacidad productiva y de su equipo industrial. Experimentó un crecimiento económico en torno al 10% anual, el ritmo más rápido de su historia. Así pues, la guerra aceleró el declive de las potencias europeas, mientras que Estados Unidos consolidó su posición hegemónica como gran potencia agraria, industrial y financiera mundial. La URSS, a pesar del peso de las destrucciones de la guerra, se confirmó como la segunda potencia mundial. Su política de industrialización de las regiones orientales –más allá de los Urales– evitó que los ataques alemanes destruyeran su potencial industrial, a lo que se sumó la incautación de fábricas alemanas y de otros países ocupados de Europa Oriental y su traslado a la Unión Soviética.
Consecuencias Políticas
La derrota de las potencias del Eje supuso la desaparición de los sistemas fascistas, aunque algunas dictaduras afines a esta ideología se mantuvieron. La ocupación aliada dividió a Europa en dos zonas políticas:
Europa Occidental
Liberada por los angloamericanos, se restableció la democracia parlamentaria y el sistema económico capitalista de libre mercado. Resurgieron con vigor los partidos socialdemócratas y demócrata-cristianos. También cobraron fuerza los partidos comunistas prosoviéticos, especialmente en Italia y Francia.
Europa Oriental
(Alemania Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria), liberada por la Unión Soviética, se impusieron a la fuerza las llamadas democracias populares, en realidad dictaduras comunistas bajo la hegemonía de la URSS. En Yugoslavia y Albania, liberadas por los partisanos comunistas, pero sin la intervención del Ejército Rojo, también se implantaron regímenes comunistas aunque independientes de Moscú.