Legado Romano: Fonética Latina, Teatro y Educación Clásica
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Transformaciones Fonéticas del Latín al Romance
La evolución del latín vulgar hacia las lenguas romances implicó una serie de cambios fonéticos significativos. A continuación, se detallan algunas de las transformaciones más relevantes:
- La -m final átona latina se pierde al final de la palabra.
- Apócope: la -e final átona latina en ciertos contextos ha desaparecido.
- La -u final átona latina pasa a -o en catalán, perdiendo frecuentemente la -o.
- La -s inicial latina seguida de otra consonante desarrolló una vocal -e protética.
- El diptongo -ae pasa a -e.
- El diptongo -oe pasa a -e.
- El diptongo -au pasó a -o.
- Las oclusivas sordas intervocálicas (o entre vocal y -l o -r) sonorizaron (p > b, t > d, c > g).
- El catalán no variaron en posición final.
- Las oclusivas sonoras (b, d, g) intervocálicas (o entre vocal y -l o -r) generalmente desaparecieron.
El Teatro Romano: Ludi Scaenici y su Legado
Los ludi scaenici, o espectáculos teatrales, tuvieron en Roma menor aceptación que en la antigua Grecia. La comedia se impuso frente a la tragedia y conoció un desarrollo muy importante de la mano de Terencio y, especialmente, de Plauto, un autor que, aun partiendo de esquemas y argumentos de la comedia griega, supo conectar con el público latino de forma espontánea, ingeniosa y natural.
La Educación en la Antigua Roma: Un Camino hacia el Saber
La Escuela Elemental: El Ludus
Los primeros estudios recibían el nombre de ludus. A su frente estaba el magister, que solía ser un personaje tosco e irritable. El niño —que acudía a la casa del magister acompañado del paedagogus, miembro del servicio doméstico responsable de llevarlo y traerlo— aprendía nociones de lectura, escritura y cálculo. El horario incluía, al menos, seis períodos lectivos con una pausa para el almuerzo (prandium). Las niñas, por su parte, permanecían junto a su madre, que las iniciaba en las diversas tareas domésticas.
La Escuela Media: El Grammaticus y la Cultura Clásica
Los niños cuyos padres poseían medios económicos suficientes proseguían su formación en la escuela media, a cuyo frente estaba el grammaticus, un profesor frecuentemente de origen griego, de notable cultura. Su tarea consistía en enseñar a leer con soltura y a comentar textos de los autores griegos y latinos más importantes. Esas lecturas solían incluir tres actividades:
- Introducción general para situar los textos en su contexto cultural (enarratio).
- El estudio del texto, desde el prisma lingüístico y literario (emendatio).
- Y, por último, el juicio crítico (iudicium).
Los autores más leídos y comentados eran Homero, entre los autores griegos, y Livio Andrónico, Ennio, Terencio, Plauto, Cicerón, Virgilio y Horacio, entre los latinos. Así, el alumno que pasaba cuatro años en la escuela del grammaticus acababa no solo conociendo los textos griegos y latinos, sino dominando ambas lenguas, el latín y el griego, que era la lengua de cultura y de distinción en la sociedad romana.
Estudios Superiores: Retórica y Oratoria con el Rhetor
Quien se lo podía permitir proseguía sus estudios en Filosofía y Derecho, pero especialmente en Retórica y Oratoria, bajo la dirección del rhetor, un experto en el arte de la oratoria. Conocer los secretos del buen hablar ayudaba a triunfar en la vida, ya que por medio de la palabra podían abrirse todas las puertas; quien dominaba el lenguaje triunfaría en el Senado, en la plaza e, incluso, en el campo de batalla arengando al ejército.
El Concepto de «República» en la Antigüedad Romana
En la actualidad, el término «república» se asocia muy estrechamente a la forma constitucional de un estado: monarquía o república, decimos. Mientras la palabra «monarquía» es de origen totalmente griego (μόνος, 'uno solo', y ἀρχή, 'principio, mando'), «república» es un término completamente latino compuesto también de dos palabras: un nombre, res, y un adjetivo, publica.
«República» significa, literalmente, «asunto público, cosa pública». Realmente, la palabra latina hace alusión a lo que hoy llamamos «política», pero los antiguos no tenían esa palabra, así que la más parecida es precisamente res publica: asuntos que afectan al común de los ciudadanos, a la sociedad, al gobierno y a la constitución de un país.