El Legado Filosófico de David Hume: Críticas al Yo y la Causalidad
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Las Críticas Fundamentales de David Hume
La Crítica al Concepto de Yo
Ahora bien, la existencia del yo como sustrato permanente de nuestros actos psíquicos no parece justificable. De estarlo, tendríamos que tener una misma impresión, continua y permanente, en el sentido de que estemos continuamente representándonosla en la conciencia, que acompañara a todas nuestras otras percepciones. Pero no hay una impresión de ese tipo; por lo tanto, la existencia del yo no está justificada. La idea tradicional de yo es otra ficción, producida por la imaginación. En realidad, no es que no exista el yo, sostiene Hume, sino que el yo no es una sustancia; más bien, es el conjunto, o un haz, de las representaciones, de los distintos actos de conciencia, pero nada más.
La Crítica a la Idea de Causalidad
De todas las críticas que Hume dirige a las ideas de la metafísica, la que realiza a la idea de causalidad fue la de mayor repercusión e importancia. Se asume que, dada una causa, se seguirá un efecto correspondiente. Pero Hume indica que esta noción de causa no tiene una impresión correspondiente; por lo tanto, no está legitimada. Lo que podemos ver en la experiencia es que ocurre el primer acontecimiento y a continuación el segundo, pero en modo alguno vemos que el primero sea causa del segundo. La causalidad se reduce, por tanto, a una asociación de ideas basada en dos pilares:
- En primer lugar, en el hábito o la costumbre de ver sucederse dos acontecimientos, lo que nos lleva a creer que uno es causa del otro.
- En segundo lugar, en la creencia de que esa misma asociación de fenómenos volverá a repetirse necesariamente.
Contextualización de la Obra de David Hume
"Investigación sobre el Entendimiento Humano"
El texto de Hume que estamos comentando pertenece a la sección dos de la obra titulada Investigación sobre el Entendimiento Humano, publicada en 1748. Hume escribió esta obra con la intención de superar las limitaciones de su primera gran obra, Tratado de la Naturaleza Humana, de la que el propio Hume dijo que “salió muerta de las prensas”, ya que recibió numerosas críticas de los filósofos contemporáneos.
En Investigación sobre el Entendimiento Humano se desarrollan con más extensión los temas abordados en el Tratado y, por ello, en ella aparece lo más acabado de las teorías filosóficas del autor. La obra está dividida en doce secciones, y la sección dos, titulada “Sobre el origen de las ideas”, lleva a cabo un análisis estructural del conocimiento, describiendo los elementos que aparecen en nuestro conocimiento, destacando sus características y comparándolos mutuamente.
El Pensamiento de Hume en su Época
La obra de Hume se desarrolla en pleno siglo XVIII. Hume dedicó la mayor parte de su vida al estudio profundo de las cuestiones relativas al conocimiento en que se había visto envuelta la filosofía a partir de Descartes y, además, supo conectar todos estos problemas con la crítica ilustrada a la religión y la defensa del nuevo modelo político del liberalismo burgués. El pensamiento de Hume fue adquiriendo carta de naturaleza en torno a una doble pugna:
- Por un lado, con Hume culmina la crítica del empirismo contra el racionalismo.
- Por otro lado, sus críticas también se dirigen contra los propios empiristas.
Empirismo vs. Racionalismo: Un Duelo Filosófico
Respecto al empirismo, corriente filosófica de la que Hume es su más significativo representante, se desarrolla durante los siglos XVII y XVIII. Mientras tanto, en la Europa continental sigue dominando el pensamiento racionalista, iniciado con Descartes. Entre ambas corrientes existe una serie de semejanzas y diferencias:
- Admiración por la ciencia: Ambas comparten una admiración por la ciencia. Sin embargo, si para el racionalismo el modelo a seguir es el método deductivo de la matemática, el empirismo se basará en el método inductivo de la física.
- Fenomenismo: Ambas comparten el fenomenismo, es decir, la teoría según la cual no podemos conocer las cosas tal y como son en sí, sino tal y como se nos aparecen. El fenomenismo, por el encierro en la conciencia que lo caracteriza, siempre ha tenido una vocación escéptica. Ahora bien, el racionalismo busca en Dios una salida al escepticismo; en cambio, el empirismo no niega el escepticismo, ya que por mucho que intentemos trascender nuestra mente para conocer el mundo, no podemos hacerlo.