El Legado de Descartes: Duda, Cogito y las Tres Sustancias Fundamentales
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Introducción a la Metafísica Cartesiana
La filosofía cartesiana se inscribe en una concepción unitaria del saber, donde la metafísica actúa como el tronco de un árbol, y las diferentes ciencias o saberes particulares constituyen sus ramas.
El Punto de Partida: La Duda Metódica y el Cogito
La Universalización de la Duda
El proceso que René Descartes pretende construir comienza, paradójicamente, con la universalización de la duda, un ejercicio que busca dejar la conciencia vacía de prejuicios y conocimientos previos. La conciencia que duda es el alimento primordial para la existencia de la duda misma. Por ello, al equiparar dudar con pensar, emerge la primera verdad evidente e indudable: el famoso “cogito ergo sum” (pienso, luego existo).
El "Cogito Ergo Sum" como Primera Certeza
Este cogito se convierte en el modelo de toda idea evidente, presentándose como una idea clara y distinta. Esta primera certeza será el fundamento sobre el cual se erigen las propuestas iniciales de la metafísica cartesiana.
Las Sustancias Cartesianas
La Res Cogitans (Sustancia Pensante)
La afirmación de la existencia de un yo o conciencia no revela, sin embargo, su naturaleza o identidad. Descartes formula un desconocimiento sobre la naturaleza del yo, expresándolo con la célebre frase: “sé que soy, pero no sé qué soy”, revelando así la incertidumbre sobre la esencia de su propio existir. Para superar esta limitación, propone la res cogitans o cosa pensante, cuyo atributo esencial es el pensamiento. La identidad del yo se resume en: “soy una cosa que piensa”, imposibilitando cualquier otra afirmación que añada datos sobre el ser de esta sustancia.
La Res Cogitans se encuentra inicialmente en una situación de solipsismo (del latín solus ipse, "a solas consigo mismo"), que consiste en el aislamiento de la conciencia. Esta conciencia contiene multitud de ideas, pero carece de justificación para considerarlas una realidad extraconsciente.
La Res Infinita (Dios como Garante del Conocimiento)
Para romper el solipsismo, Descartes recurre a la idea de un Dios como garante del conocimiento, y propone una sustancia, la res infinita, cuyo atributo es la infinitud. Esta sustancia divina posee dos cualidades fundamentales para cumplir su función: la bondad y la veracidad, ya que, siendo así, es imposible que genere o consienta engaño.
El modo en que Dios garantiza el conocimiento es suministrando a la conciencia el criterio de evidencia. Así, gracias a la bondad y veracidad de Dios, somos capaces de identificar ideas claras y distintas, lo que nos permite avanzar en nuestro conocimiento.
Demostraciones de la Existencia de Dios
Descartes propone tres demostraciones de la existencia de Dios, considerándolas necesarias para que este actúe garantizando el conocimiento:
- La primera es de carácter a posteriori, similar a la vía de la contingencia.
- Las otras dos son a priori, basadas en la idea de Dios (ya sea para justificar que es innata o para construir un argumento similar al ontológico).
Sin embargo, usar la idea de Dios como demostración de su existencia constituye un error lógico que invalida la propuesta cartesiana al incurrir en circularidad. Las demostraciones a priori parten de que la idea de Dios es evidente, pero esto solo es posible si se ha demostrado antes la existencia de Dios, ya que de ahí depende la posibilidad de conocer ideas evidentes.
La Res Extensa (El Mundo Material)
Una vez que Descartes cree haber demostrado la existencia de la segunda sustancia (Dios), propone la existencia de una tercera sustancia: el Mundo o Res Extensa. La Res Extensa cartesiana no es el mundo que naturalmente captamos a través de nuestras sensaciones, ya que estas han sido desautorizadas en el primer motivo de duda. Solo las llamadas “cualidades primarias u objetivas” (como la extensión, la figura, el movimiento) pueden ser consideradas legítimas. En consecuencia, la Res Extensa solo puede ser descrita en términos aritméticos y geométricos.
La Antropología Cartesiana: Unión de Sustancias
La metafísica cartesiana describe las tres sustancias de forma bien diferenciada. Sin embargo, señala que en el caso del ser humano se produce una comunicación entre ellas, puesto que, por obra de la Res Infinita, se asocian la Res Extensa y la Res Cogitans para dar lugar al ser humano.
En sus conclusiones antropológicas, Descartes describe al ser humano como un autómata, siguiendo el modelo de los artefactos que proliferaban en las Cortes de la época. Según este modelo, la Res Cogitans y la Res Extensa han sido unidas por Dios a través de lo que Descartes llama la glándula pineal, dando lugar a un modelo antropológico mecanicista.