Legado Barroco: Rubens y Rembrandt, Maestros de la Pintura Flamenca y Holandesa
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Rubens: El Genio Flamenco del Barroco
Pedro Pablo Rubens es mucho más que un pintor de tipos masculinos atléticos y mujeres de carnes generosas, sonrosadas y sensuales. La naturaleza le dotó de un cerebro prodigioso para desenmarañar los problemas compositivos de un cuadro y fue un mago del color. Está considerado como el artista más culto de su tiempo: hablaba y escribía seis lenguas modernas, aparte del latín, y fue considerado un sagaz diplomático al servicio de la política exterior de España. Su habilidad en los asuntos de Estado le hizo recorrer las cancillerías europeas negociando tratados de paz. El éxito de esta embajada le valió ser nombrado caballero por Felipe IV y Carlos I de Inglaterra.
Cuando tenía solo un año, su padre falleció, y su familia obtuvo el perdón, lo que les permitió abandonar el destierro y regresar con su madre a Amberes. Estudió Humanidades, entró como paje en casa de la condesa de Lalaing y cursó el aprendizaje artístico. En 1598, ya era un pintor independiente. Completó su formación en Italia.
Cruzó los Alpes para instalarse en la corte del duque de Mantua. Hizo escala en Roma, donde admiró a Miguel Ángel, a Caravaggio y a los Carracci.
En 1609, fue nombrado pintor de los archiduques, se casó con Isabel Brant e inició las gestiones inmobiliarias para edificar la casa-taller más emblemática del barroco europeo. Más de cien aprendices llegó a tener a su servicio, según testimonia en una carta; algunos tan brillantes como Jacobo Jordaens y Antón van Dyck.
Rubens dominó todos los procedimientos de la técnica pictórica, desde lienzos al óleo hasta murales al fresco, pasando por los cartones para tapices, el diseño de arcos triunfales para honrar los recibimientos regios y la ilustración de libros y misales. Pintó asuntos religiosos, históricos y mitológicos; cultivó el paisaje, el bodegón y fue un espléndido retratista. La pintura no tuvo secretos para él.
Su trayectoria como pintor religioso se inicia con los trípticos de La elevación de la cruz y del Descendimiento de Cristo, en la catedral de Amberes. Los archiduques querían olvidar el vandalismo de los calvinistas iconoclastas, que habían llenado de sombra y frialdad el interior de las iglesias, y pretendían que las capillas resucitaran con altares pictóricos que proclamaran la ortodoxia de Roma. Rubens representó los misterios evangélicos y los milagros de los santos modernos.
Cuando en 1628 regresó a España, conoció a Velázquez y copió los Tizianos de Felipe IV. Entonces exclamó: "Quiero a Tiziano como un novio a su amada."
Rembrandt: El Maestro Holandés de la Luz y la Sombra
El pintor, grabador y dibujante Rembrandt es el gran intérprete de la sociedad burguesa holandesa y el primer artista que ya no dependía del mecenazgo de la corte o de la aristocracia, sino que vendía sus productos en el mercado.
Sus orígenes eran modestos. Cursó su formación pictórica con Pieter Lastman, que acababa de regresar de Roma y le enseñó los secretos del tenebrismo caravaggiesco. Con estos ingredientes, Rembrandt acuñó un estilo propio en el que los contrastes de luz y sombra nunca serían tajantes, como venían haciendo los italianos, sino que envolvía sus figuras en penumbras misteriosas y doradas. En 1624, abrió un taller en Leiden, comenzando a pintar asuntos bíblicos y a desarrollar la técnica del grabado al aguafuerte.
En 1632, ya se encontraba establecido en Ámsterdam, la ciudad más próspera de Holanda.