Legado Artístico Inmortal: Goya y Borromini a Través de sus Obras Maestras

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La Familia de Carlos IV: La Visión Crítica de Goya

En la obra La familia de Carlos IV, Goya retrata a la Reina María Luisa con una actitud algo soberbia, lo que refleja una crítica sutil pero evidente. En la composición, aparecen varios miembros de la familia real: la Reina María Luisa, el Rey Carlos IV, el Infante Fernando, el Infante Francisco de Paula, Don Luis y, por supuesto, el propio Goya. Su presencia como pintor dentro de la obra es un homenaje a Velázquez y su famoso autorretrato en Las Meninas. Goya, conocido por su admiración hacia Velázquez, rinde tributo al maestro al incluirse en la escena de manera tan natural. Además, la figura de la Reina María Luisa ocupa un lugar central y de jerarquía, similar al protagonismo que la Infanta Margarita tiene en la obra de Velázquez. Este retrato no solo refleja una clara admiración por Velázquez, sino que también marca un punto de inflexión en la forma en que Goya retrata a la familia real, ya que en lugar de mostrar un retrato idealizado y noble, ofrece una visión más crítica y realista de la monarquía española de su tiempo.

Los Fusilamientos del 3 de Mayo de 1808: El Horror de la Guerra

Realizada posterior a 1814, esta obra continúa presentando figuras anónimas, destacando la deshumanización de los soldados franceses. En lugar de individuos, se representan como una máquina impersonal de matar, lo que subraya la brutalidad y la falta de empatía en el conflicto. La escena, aunque aparentemente estática, capta eficazmente el dramatismo del momento. El cuadro muestra un fusilamiento nocturno, con un farol que ilumina a los que están a punto de ser ejecutados, lo que añade una carga emocional al instante. El uso del color es fundamental en la obra, ya que no solo da vida a la escena, sino que también intensifica la atmósfera de desesperación y fatalidad, y el contraste entre la luz y la oscuridad amplifica la tensión del fusilamiento. Goya logra transmitir no solo el horror de la ejecución, sino también la frialdad y la mecanicidad del acto, invitando a reflexionar sobre la despersonalización del individuo en el contexto de la guerra.

Iglesia de Santa Inés en Agone: La Maestría Barroca de Borromini

Esta obra, realizada en 1652, fue encargada por el Papa Inocencio X, quien fue pontífice entre 1644 y 1652. La iglesia se encuentra en el espacio que antiguamente ocupaba el Estadio de Domiciano. Inocencio X eligió a Borromini para finalizar la Iglesia de Santa Inés en Agone, ya que era su arquitecto favorito. Originalmente, el proyecto fue encargado a los arquitectos Girolamo y Carlo Rainaldi, quienes eran padre e hijo, pero posteriormente se le encargó a Borromini, quien trabajó en ella hasta 1657, dos años después de la muerte del Papa. Tras el fallecimiento de Borromini, la obra fue devuelta a Carlo Rainaldi, quien se encargó de su finalización. Sin embargo, gran parte de la contribución de Borromini a la iglesia se concentra en la fachada. Uno de los aspectos más destacados de su diseño es el tratamiento de la fachada, donde Borromini optó por un diseño cóncavo que crea una sensación de dinamismo y movimiento, característica distintiva del Barroco. Este enfoque de curvas cóncavas genera la impresión de fuerzas interiores y exteriores en interacción, confiriéndole una gran verticalidad y facilitando la visualización de la cúpula desde diversos ángulos. Además, Borromini prolongó considerablemente la altura de las dos torres flanqueantes, añadiendo un carácter monumental a la fachada que sirve de prólogo a la cúpula, proporcionando un equilibrio arquitectónico entre las formas cóncavas y la sensación de altura.

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