El Lamento de la Guitarra Maldita: Un Relato de Terror Sonoro

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La Bruja y su Peculiar Pasión

Había una vez una bruja muy mala, de aspecto arrugado y manos de viejita. Era muy chaparrita, con ojos de flama, pelo rojo, una cara fea y poseía muchísimos poderes. Vestía un sombrero negro picudo, medias negras y ropa desgarrada. Pero a esta bruja no le gustaba hacer maldades como matar gente o asustar niños; su verdadera pasión era tocar su guitarra a todo volumen por las noches de luna oscura, una luna que aparecía cada tres días.

La Guitarra Embrujada

La guitarra de la bruja no era como las comunes que tienen los muchachitos a quienes les gusta la música. La suya estaba hecha de un esqueleto chamuscado, tenía ocho cuerdas y quince picos. Era una Gibson Les Paul, pero nadie poseía una igual, porque esa era una guitarra embrujada. Los habitantes del pueblo donde vivía la bruja ya no soportaban esperar cada tres días ese sonido infernal. Aunque la guitarra es un instrumento con un bonito sonido, esta era diferente: se oía terrible. La bruja tocaba cosas satánicas a todo volumen, no dejaba dormir a los habitantes y, además, a la gente se le reventaban los tímpanos. Los pocos habitantes que quedaban vivían muy lejos de la bruja y no les llegaba tanto el ruido.

El Plan de las Autoridades

Las autoridades, desesperadas, dijeron: “¡Basta ya! No queremos que la gente se muera por ese terrible sonido. Hay que matar a esa bruja”. Otro policía, con voz dubitativa, preguntó: “¿Oiga, jefe, pero cómo vamos a matar a esa bruja si tiene más poderes que el dios de los muertos?”. El jefe le contestó: “No lo sé, pero no vamos a dejar que esto siga dejando sin habitantes a nuestro pueblo, Lesvill, denominado así por la guitarra que no dejaba vivir en paz a la gente”.

El judicial, con una chispa en los ojos, exclamó: “¡Ya lo tengo! Cuando ella salga de su casa…”. El otro policía interrumpió: “¿Quién?”. El judicial aclaró: “¡La bruja! Cuando ella salga de su casa, le ponemos afuera pegamento para ratones. Luego, ella se va a caer y, en el suelo, habrá anestesia en espray. Tú se lo vas a echar para que se duerma. Después, nos la llevamos a la horca y la colgamos, ¿o prefieren cortarle la cabeza?”. El otro policía respondió: “Mejor le cortamos la cabeza”.

“Bueno, no vamos a deshacer el plan”, dijo el judicial, “solo que, en lugar de llevarla a la horca, la llevamos a la guillotina. ¿Ya entendieron el plan?”. “Sí, jefe. Mañana a las nueve de la mañana sale la bruja. ¡Hasta mañana, adiós, jefe!”.

El Desenlace y la Maldición Persistente

Dieron las nueve de la mañana y, efectivamente, la bruja salió. Se cayó, la durmieron, se la llevaron a la guillotina y, por fin, la mataron. Pero en ese instante, cuando la bruja murió, salió un resplandor más brillante que el sol. Esa luz se metió en la guitarra de la bruja, y los policías se asustaron. Se llevaron la guitarra a un laboratorio muy lejos de allí para que la investigaran.

Los que la estaban investigando se asustaron y murieron porque la guitarra emitía un sonido muy fuerte, más que las otras veces, y no tenía amplificador. La dejaron un tiempo allí hasta que llegaron otros inspectores. Después de dos años, uno de ellos exclamó: “¡No puede ser! ¡Esta guitarra está embrujada!”.

Otro inspector le preguntó: “Oye, ¿qué pasó?”. El primero explicó: “Es que un día, hace aproximadamente dos años, matamos a una bruja que tenía esta guitarra. Cuando su cabeza cayó, un resplandor salió directo a la guitarra”. El inspector que preguntaba dijo: “Sí, pues ahí está la respuesta”. “¿Qué quieres decir con la respuesta, eh?”, inquirió el otro. “¡Por eso está embrujada! Por culpa de la bruja. Ella fue la culpable de todas las muertes”. “Eso ya lo sabemos”, respondieron. “Entonces, no queda de otra más que destruirla”. “¡Ok, vamos a destruirla!”.

En el momento en que el inspector la destruyó, hubo una explosión enorme que despedazó toda la ciudad. Pero, por lo menos, ya no hubo más personas muertas por culpa de esa bruja y su guitarra embrujada. ¡Ja, ja, ja, ja!

Autor: Aldahir

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