Koinonía: Fundamento Bíblico y Significado de la Comunión Eclesial
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Fundamento Escriturístico de la Eclesiología de Comunión: El Significado Bíblico de Koinonía
(Referencia interna del documento original: 7.2 p. 1ss)
El término koinonía no es un neologismo cristiano, sino que ya aparece en el griego profano. En el Antiguo Testamento solo se encuentra en tres ocasiones (Levítico 5, 21; Sabiduría 8, 18 y 3 Macabeos 3, 6), referida a una estrecha relación interhumana, y no directamente a la relación con Dios.
En el Nuevo Testamento, koinonía aparece 19 veces. Es notable que no se encuentre en los Evangelios ni sea utilizada directamente por Jesús, aunque su esencia puede verse latente en la expresión «Reino de Dios». El término es frecuente en las grandes cartas paulinas, en los Hechos de los Apóstoles, la carta a los Hebreos y la primera carta de Juan.
a) El Amor y Fidelidad de Dios Padre: Principio y Fundamento de la Comunión
Según 1 Corintios 1, 9, el origen de la comunión radica en la fidelidad de Dios, que llama a los seres humanos a la comunión con su Hijo. Existe un vínculo intrínseco entre la «convocación» (ekklēsía, Iglesia, términos que comparten una raíz etimológica relacionada con la llamada) y la llamada divina, siendo esta última su raíz fundamental. El autor último de la comunión no es Cristo, sino el Padre, quien convoca a la comunión con el Hijo. Esta comunión se concreta en el «ya sí» de la asamblea de los convocados, pero también se vive en la tensión del «todavía no», marcada por la polaridad entre la gratuidad del don divino y la exigencia de la respuesta humana (cf. 1 Juan 1, 3). El fin último de esta comunión es el retorno al Padre, un camino que se hace posible por la venida del Hijo.
b) La Koinonía con el Hijo: Comunión Eucarística y Eclesial
En la teología paulina, la koinonía presenta dos dimensiones interconectadas (cf. 1 Corintios 10, 16):
Comunión con el cuerpo eclesial de Cristo: Esta dimensión expresa la profunda vinculación entre Cristo y la «multitud» de los creyentes. Para Pablo, la comunión tiene siempre un sentido corporativo. Este es el fundamento de una eclesiología sacramental que se basa en la Eucaristía. Dicha comunidad implica una comunión interna con Cristo como cabeza y, simultáneamente, con los demás miembros del cuerpo (como se expresa en la imagen de «un solo corazón y una sola alma» en Hechos 4, 32). Se trata de una comunión vertical (con Cristo) y horizontal (entre los miembros), que incluye también la comunión jerárquica con los Apóstoles.
Comunión con el cuerpo eucarístico de Cristo: El culmen de la comunión entre Cristo como cabeza y la Iglesia como su cuerpo se alcanza en la Eucaristía (cf. Hechos 2, 42). Esta celebración es manifestación de una comunidad de fe y esperanza, de la unión de los espíritus y del compartir los bienes. Sobre esto insiste 1 Corintios 10, 16: el compartir el Cuerpo de Cristo genera y fortalece la comunión entre los creyentes. Históricamente, esta comunión se plasmó en prácticas como el fermentum, que unía a las diversas comunidades cristianas.
c) La Comunión del Espíritu Santo
Textos como 2 Corintios 13, 13 y Filipenses 2, 1 hablan de la «comunión del Espíritu Santo». Esta expresión no se refiere primordialmente a una comunión con el Espíritu, sino a la comunión que Él mismo produce y sostiene en nosotros y entre nosotros. El amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo son inseparables. Es el Espíritu Santo quien realiza y vivifica la comunión. En el ámbito de la acción del Espíritu Santo encajan diversas manifestaciones de koinonía:
- La comunión en el Evangelio (cf. Filipenses 1, 5): Se refiere a la acogida del Evangelio por parte de los creyentes y su participación conjunta en su proclamación y vivencia.
- Comunión en la fe (cf. Filemón 6): La fe compartida establece una profunda igualdad y unidad entre todos los miembros de la comunidad cristiana.
- Comunión en los padecimientos y la gloria de Cristo (cf. Filipenses 3): Implica participar en los sufrimientos de Cristo como camino necesario para compartir también su gloria.
- La comunión de bienes en beneficio de los más necesitados (cf. Romanos 15): La colecta organizada por Pablo para la iglesia de Jerusalén es un ejemplo paradigmático de esta dimensión, manifestando la comunión solidaria entre creyentes de origen pagano y judío.
De este modo, en la vida cristiana quedan intrínsecamente unidas la diakonía (servicio), la koinonía (comunión) y la leiturgia (culto).