La Justicia según Platón, Aristóteles, Ulpiano y Santo Tomás de Aquino: Perspectivas Filosóficas

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Platón, entiende la Justicia como armonía social, en su libro "La República". Platón propone, para la organización de su ciudad ideal, que los gobernantes se transformen en los individuos más justos y sabios, es decir, en filósofos; o bien, que los individuos más justos y sabios de la comunidad, los filósofos, se transformen en sus gobernantes. Por ello, Platón afirma: “…allí donde la ley reina sobre los gobernantes y donde los gobernantes se hacen a sí mismos esclavos de la ley, veo nacer allí la salvación y con ella todos los bienes que los dioses otorgan a las ciudades”. Considera que hay una estrecha relación entre la justicia y la felicidad. En una sociedad justa, hay justicia para todos, y una sociedad que sea justa, es una sociedad feliz. Llega a esta afirmación al concebir tres tipos de bienes: los bienes deseables por sí mismos, los bienes deseables por sí mismos y por su consecuencia, y aquellos que no son deseables por sí mismos, pero sí por su resultado.

Esto le permite a Platón concebir a la justicia como fundamento de la felicidad y a esta como principio de justicia. Piensa que la justicia es uno de los bienes que son deseables por sí mismos y por su consecuencia, y por ende debe ser universal. Para Platón, la idea de la justicia pertenece al mundo de las ideas.

Las Perspectivas de Aristóteles sobre la Justicia

Aristóteles, discípulo de Platón, entiende la Justicia como igualdad proporcional: dar a cada uno lo que es suyo, lo que le corresponde, lo que es debido; y lo que le corresponde a cada ciudadano tiene que estar en proporción con su contribución a la sociedad, sus necesidades y sus méritos personales. Según Aristóteles, existen dos clases de justicia: la justicia distributiva y la conmutativa. La justicia distributiva consiste en distribuir las ventajas y desventajas que corresponden a cada miembro de una sociedad, según su mérito. Para Aristóteles, la justicia distributiva tiene que compensar el merecimiento moral. Por ello, para este autor, la justicia es teleológica. Para saber qué se merece cada cual, hay que determinar el telos (el propósito, el fin o la naturaleza esencial) de la práctica que se está cuestionando. Por otro lado, la justicia es honorífica, lo que significa, en parte, que razonar sobre el telos es discutir sobre qué virtudes se deben honrar o recompensar.

Finalmente, para Aristóteles, la justicia conmutativa es la que restaura la igualdad perdida, dañada o violada, a través de una retribución o reparación regulada por un contrato[1].

La Visión de Ulpiano sobre la Justicia

Para Ulpiano, jurista romano, la Justicia es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde, la voluntad de tratar a cada cual como se merece[2]. Según Ulpiano, "Los preceptos del derecho son: vivir honestamente, no dañar a nadie y dar a cada uno lo que es suyo".

La Concepción de Santo Tomás de Aquino sobre la Justicia

Santo Tomás de Aquino parte de la Ley Natural y entiende que los ciudadanos han de tener los derechos naturales, que son los que Dios les da. Estos derechos más tarde serán llamados los Derechos Humanos. Tomás de Aquino afirmó en su obra Summa Theologiae que si existía un conflicto entre lo social y lo individual en el seno del mundo material, debía prevalecer el bien común. Pero, por el contrario, si el conflicto afectaba a la esfera íntima del ser humano y a su salvación, en ese caso prevalecería el bien del hombre frente al de la sociedad. En este ámbito, de existir un conflicto patente entre el Derecho positivo y el Derecho natural, del pensamiento tomista se desprende la existencia de un derecho de resistencia contra el arbitrio de los gobernantes[3]. La justicia, en un sentido general, es la virtud por la cual una persona dirige sus acciones hacia el bien común, y la definición clásica de justicia desarrollada por Santo Tomás es dar a cada uno lo suyo, en el sentido de la justicia de Aristóteles.

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