El Juego en la Atención a la Diversidad: Estrategias para Conductas Infantiles

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Atención a la Diversidad: Prevención y Respuesta a Necesidades Educativas

La atención a la diversidad se refiere al conjunto de acciones que tienen como objetivo prevenir y dar respuesta a las diferentes necesidades educativas.

El Juego como Recurso Clave para la Inclusión en la Educación Infantil

En la etapa de educación infantil, el juego se convierte en un elemento fundamental de intervención para atender a la diversidad. Sus beneficios son múltiples:

  • Favorece el aprendizaje y la participación: Se respeta el ritmo personal de cada niño y se parte de sus posibilidades particulares, lo que mejora su autoestima.
  • Atiende las necesidades individuales: Para planificar las actividades lúdicas, se parte de las necesidades, capacidades y características de cada uno, favoreciendo así la implicación del niño.
  • Favorece la socialización: Promueve las interacciones sociales, desarrolla habilidades comunicativas y fomenta la práctica de buena conducta (esperar el turno, compartir, etc.).
  • Modela conductas: Durante el juego, el niño observa el comportamiento y la actitud del adulto para imitarlos. La imitación permite desarrollar habilidades cognitivas y la capacidad simbólica, representar diferentes roles, exteriorizar emociones y favorecer el desarrollo del lenguaje, entre otros.
  • Valora la diversidad: El niño aprende a valorar las diferencias y a desarrollar actitudes de respeto, tolerancia, solidaridad y empatía hacia la diversidad.
  • Resuelve problemas: El juego plantea situaciones motoras, cognitivas y afectivas que implican tomar decisiones y desarrollar habilidades de resolución de problemas.
  • Fomenta la cooperación: A través del juego, el educador puede ayudar al niño a interiorizar el valor de cooperar para elaborar producciones en equipo.
  • Favorece la integración y la inclusión: El juego permite compensar las carencias motoras, cognitivas, afectivas y sociales. En el aula debe haber una amplia gama de materiales y juguetes accesibles para todos.

Intervención con Niños con Conductas Retraídas e Inhibidas

Principales Manifestaciones:

  • Escaso repertorio de habilidades sociales: Dificultad para relacionarse; suelen jugar solos o en paralelo. No tienen iniciativa, evitan juegos grupales y muestran una actitud sumisa ante sus compañeros.
  • Pasan desapercibidos y son ignorados: Esto se debe a su falta de implicación y participación, y se asocia con baja autoestima.

Estrategias de Intervención:

  • Proporcionarles situaciones lúdicas que favorezcan la interacción con sus iguales y que compartan experiencias gratificantes: El juego simbólico desarrollado a través de los rincones de juego y los juegos colectivos, cooperativos y de confianza resultan apropiados para favorecer la integración grupal.
  • Mejorar el autoconcepto y la autoestima: Esto se logra mediante juegos de autoestima que fortalezcan el concepto y la valoración que tienen de sí mismos.

En la infancia, la valoración que otorgan los adultos a los logros, producciones y conductas de los niños influye significativamente en el concepto que el niño va formándose de sí mismo.

Actuación del Educador en la Intervención Lúdica con Niños con Conductas Retraídas e Inhibidas:

  • Aceptar las posibilidades y capacidades de cada niño y expresar confianza en ellas.
  • Fomentar la autonomía del niño delegando responsabilidades en función de sus posibilidades para reforzar su confianza (por ejemplo, colgar su abrigo en la percha, lavarse las manos).
  • Reforzar y reconocer cada acción del niño orientada a la participación e interacción, como saludar, responder, colaborar, etc.

Intervención con Niños con Conductas Agresivas

El comportamiento agresivo puede generar dificultades en la convivencia diaria. El niño puede expresar su desacuerdo o enfado de diferentes maneras. Las más habituales son gritos, rabietas, golpes, mordiscos o empujones a algún compañero. A medida que mejoran las capacidades de comunicación verbal, de razonamiento y de negociación, tiende a disminuir la agresión física. Cuando esta agresión se convierte en habitual, crea problemas de rechazo entre los compañeros y dificultades en la convivencia. Se asocia a problemas de adaptación, emocionales, etc., o incluso a las circunstancias familiares.

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