Joaquín Costa y el Regeneracionismo: Escuela y Despensa frente al Fracaso Liberal en España
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Se trata de un fragmento perteneciente a La Tierra y la Cuestión Social. Es un texto circunstancial y de temática político-social. Fue publicado por Joaquín Costa en 1912, aunque partes del mismo pudieron ser escritas hacia 1902. Joaquín Costa es la principal figura del Regeneracionismo, movimiento ideológico nacido a raíz de la Crisis del 98. Arremetió contra el sistema de la Restauración y se convirtió en el representante de las reivindicaciones campesinas. Criticó la situación atrasada de España y propuso como alternativa el desarrollo económico y cultural. Su obra tendrá una gran repercusión en España.
Análisis
En este fragmento de La Tierra y la Cuestión Social, publicado en 1912 por Joaquín Costa, se abordan varios temas cruciales. Sostiene que la libertad sólo se puede afianzar mediante la universalización de la educación y garantizando la subsistencia a todos los ciudadanos. Argumenta que el liberalismo ha empeorado la mísera condición social, lo que interpreta como un fracaso del Régimen Liberal. Considera necesario afianzar la libertad mediante la universalización de la instrucción y una profunda reforma agraria, para hacer descender el precio de las subsistencias y permitir el acceso de los jornaleros a la propiedad de la tierra. Para garantizar la libertad individual, propone que ningún ciudadano dependiera de otro para su supervivencia.
Contexto Histórico
A finales del siglo XIX, la situación en España podía resumirse en una sola palabra: crisis. Ni la Ley de Asociaciones de 1887 ni la introducción del sufragio universal masculino en 1890 sirvieron para democratizar realmente el sistema de la Restauración. El cambio pacífico de gobierno (turno pacífico) se seguía asegurando a través del caciquismo. El cacique controlaba las elecciones de manera encubierta, a través del encasillado o del pucherazo. La clase obrera se decantará progresivamente hacia la revolución y el atentado terrorista. Sobre esa tensa situación se proyectó el Desastre del 98.
La última guerra de Cuba comenzó con el Grito de Baire el 24 de febrero de 1895. Los rebeldes proclamaron la República de Cuba. España no la quiso reconocer, pero sí les concedió una autonomía que entró en vigor el 1 de enero de 1898. Sin embargo, los cubanos sólo se conformaban con la emancipación definitiva. La intervención de los Estados Unidos en 1898, tras el incidente del acorazado Maine, fue definitiva, venciendo a las fuerzas españolas en Cavite (Filipinas) y Santiago de Cuba. Por el Tratado de París, España, además de perder Cuba, tuvo que ceder a Estados Unidos: Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. Las pocas posesiones que le quedaban en el Pacífico (Carolinas, Marianas y Palaos) terminó vendiéndolas a Alemania en 1899.
En este ambiente de derrota y pesimismo surge el Regeneracionismo, que expresa la necesidad de "regenerar" España librándola de sus males endémicos, lo que implicaba una crítica profunda al sistema político emanado de la Restauración. Personalidades como Santiago Ramón y Cajal o el mismo Costa ya habían alertado con anterioridad al 98 del negro futuro de España si no se modernizaba. El gobierno español no había cumplido con lo pactado en la Paz de Zanjón (1878), lo que contribuyó a hacer estallar la guerra en 1895, convirtiéndola en un asunto de honor en 1898 ante la decisión del gobierno de Washington de intervenir. El fracaso militar y diplomático tuvo graves consecuencias morales, políticas y económicas.
Resumiendo, el asesinato de Cánovas del Castillo a manos de un anarquista (1897) y el hundimiento de la flota en aguas de las últimas colonias marcaron un punto de inflexión en el régimen monárquico parlamentario. El fragmento que comentamos es una denuncia más de las insuficiencias de este sistema.
Comentario de las Ideas
La Crisis del 98 llevó a un profundo examen de la realidad político-social española. El Regeneracionismo de Joaquín Costa se expresará en su famoso lema: “Escuela y Despensa”, que resume la necesidad de solucionar la miseria material (el hambre) y el abandono cultural (el analfabetismo) de las masas. Sus propuestas clave, formuladas en torno a 1898, incluían:
- Intervención del Estado en la economía.
- Una ambiciosa política hidráulica: construcción de canales de regadío.
- Difusión de la propiedad territorial y seguridad social para jornaleros, obreros y comerciantes.
- Búsqueda de mercados exteriores para los productos agrarios.
- Autonomía de los municipios para combatir el caciquismo.
- Reducción drástica del analfabetismo y fomento de la enseñanza pública y moderna.
Para llevar a cabo estas reformas, Costa clamaba por la figura de un “cirujano de hierro”, un gobernante autoritario capaz de imponer las transformaciones necesarias. Su obra más famosa, Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla, resumirá los aspectos centrales de su pensamiento crítico.
El Papel de la Educación y la Tierra
Costa destaca por ser exponente de los intereses de las clases medias, muy afectadas por el desastre colonial y los reajustes económicos adoptados por el Estado tras la pérdida del comercio de ultramar. Buscó impulsar un movimiento en torno a la Unión Nacional de Productores, intentando construir una alternativa política desde estas clases medias. Uno de los puntos clave para él era, sin duda, la educación.
La mayor injusticia del Desastre del 98 la sufrió ese pueblo hambriento y sin una mínima educación. El sistema de redención en metálico permitía a los hijos de las familias pudientes librarse del servicio militar, y por tanto de la guerra y la muerte, mientras los pobres eran enviados a ultramar. La supuesta pasividad del pueblo le llevaría a aceptar la política que se le impusiera. Pero, como decía Rafael Altamira, había millones de españoles sin instrucción, y primero el pueblo tenía que regenerarse por medio de la cultura. La obligación de los gobiernos debía ser hacer madurar al pueblo con la educación.
En el texto se plantea como causa fundamental del caciquismo la miseria del campesinado, fruto tanto de su falta de instrucción como del desigual reparto de la propiedad. Esto último estaba relacionado con las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz en el siglo XIX, que no lograron mejorar la distribución de la tierra, sino que a menudo la concentraron aún más. Costa proponía anular la desamortización de las tierras comunales, volviéndose a la situación original; con ellas se establecerían parcelas y se crearía una amplia clase de pequeños propietarios campesinos. Junto con una más equitativa distribución de la tierra, el Estado debía acometer una ambiciosa política hidráulica y de obras públicas que potenciara los cultivos de regadío y mejorara el comercio interior.
Influencia y Legado
Costa criticó duramente la práctica del liberalismo español al uso. Repudiaba la falsedad e ineficacia del parlamentarismo español y de sus políticos. Su lema “Escuela y Despensa” sintetiza sus ideas para una España donde la acción gubernamental tenía que dejar de estar en manos de políticos interesados únicamente en el poder, para ser sustituidos por quienes defendieran los intereses de la patria basándose en el trabajo, la moralidad y la educación. No sería de extrañar que muchos vieran en el general Primo de Rivera, años más tarde, al “cirujano de hierro” reclamado por Costa, y que el costismo inspirara buena parte de los proyectos modernizadores acometidos durante su Dictadura.
Políticos como Melquíades Álvarez (líder del Partido Reformista) defendían un programa regeneracionista similar al de Costa en muchos aspectos: una España moderna, democrática, tolerante, con una progresista legislación social y educativa. Para el socialismo de Pablo Iglesias, en cambio, la solución no estaba en el regeneracionismo burgués, sino en la revolución social.
Dentro de este panorama cultural, se ha asociado con este espíritu regeneracionista al grupo de escritores englobados en la llamada “Generación del 98”: Valle-Inclán, Antonio Machado, Unamuno, Baroja, Azorín… Estos autores analizaron con mirada crítica la pobreza de las tierras y pueblos de España y la incultura de sus gentes. Para ellos, los peores males del país eran el caciquismo, el centralismo, el falso sistema parlamentario, el clericalismo, la postración económica y el mísero nivel de vida de la clase trabajadora. Sus propuestas para salir del marasmo incluían el respeto escrupuloso de los derechos individuales, la limitación del derecho a la propiedad en función del bienestar colectivo y, sobre todo, la difusión de la cultura y de la educación.
En palabras del propio Costa: “La mitad del problema español está en la escuela… el problema de la regeneración de España es pedagógico”.
Conclusión y Alcance
Con el comienzo del reinado efectivo de Alfonso XIII en 1902 se inicia la segunda etapa de la Restauración, caracterizada por el intento de modernizar el sistema político mediante una política reformista que intentaba dar respuesta a la conmoción provocada por el Desastre del 98. Sin embargo, el temor a aceptar los riesgos de una verdadera participación democrática mantuvo intacto el sistema del turno dinástico entre conservadores y liberales, lo que hizo imposible una reforma en profundidad. El sistema terminaría entrando en una crisis irreversible.
Durante los gobiernos de Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal) se llevaron a cabo proyectos reformistas en un intento de regeneración del sistema desde dentro, buscando lograr el apoyo social de las llamadas “masas neutras”. El proyecto maurista, por ejemplo, consistía en la realización de una “revolución desde arriba” que configurara un Estado fuerte y eficaz, capaz de desmantelar el sistema caciquil y modernizar el país, al tiempo que impidiera que las clases populares adquiriesen excesivo protagonismo. El eje rector del saneamiento de la vida política estaría en una reforma de la administración local que, teóricamente, reportaría dos beneficios: la limpieza de las elecciones y, como consecuencia, el fin de la persistente abstención electoral.
No obstante, estos años demostraron la imposibilidad de un regeneracionismo efectivo desde los planteamientos de la Restauración. La causa principal de este fracaso fue que, para las clases trabajadoras y gran parte de las clases medias, los planes de los políticos dinásticos no representaban una solución real a sus problemas. No es de extrañar que el abismo que separaba al proletariado organizado (socialista y anarquista) del liberalismo oligárquico se hiciera cada vez más profundo. En definitiva, se trataba de reformas de fachada cuando lo que la crisis abierta por el 98 requería era el desmantelamiento del sistema de la Restauración con su caciquismo y su oligarquía sustentadora.
Con el nuevo siglo, los problemas no hicieron más que agravarse. La corrupción campaba a sus anchas. El intento regenerador de Maura y Canalejas fracasó (Canalejas fue asesinado en 1912) y la conflictividad social fue en aumento, cristalizando en la grave Crisis de 1917 y el llamado Trienio Bolchevique (1918-1920) en Andalucía, con violentos enfrentamientos entre jornaleros y fuerzas del orden, así como entre obreros y pistoleros al servicio de los patronos en ciudades como Barcelona. El pronunciamiento de Primo de Rivera en 1923 y la consiguiente Dictadura fueron, en parte, una reacción militar-regeneracionista ante la gravedad de los problemas, pero también fracasaría, arrastrando consigo a la propia Monarquía en 1931.
Bibliografía
- ARTOLA, Miguel. Partidos y programas políticos (1808-1936). Ed. Aguilar, Madrid, 1974.