Jauretche: Zonceras, Civilización y Barbarie en Argentina

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Jauretche: Zonceras

Civilización y barbarie

El mal que aqueja a Argentina es su extensión. La inferioridad del nativo. El argentino vivo de ojo zonzo de temperamento, paralelamente son inteligentes para corto alcance. Resulta útil la viveza de ojo. No somos zonzos, nos hacen zonzos. Estas zonceras son introducidas desde la más tierna infancia en nuestra forma intelectual.

"La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América". Todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar —si Nación y realidad son inseparables.

"En la íntima contextura de esa mentalidad hay un cierto mesianismo al revés y una irrefrenable vocación por la ideología. Por el mesianismo invertido, la mentalidad colonial cree que todo lo autóctono es negativo y todo lo ajeno positivo. Por el ideologismo porque prefiere manejar la abstracción conceptual y no la concreta realidad circunstanciada". El mesianismo impone civilizar. La ideología determina el cómo, el modo de la civilización. Ambos coinciden en excluir toda solución surgida de la naturaleza de las cosas, y buscan entonces, la necesaria sustitución del espacio, del hombre y de sus propios elementos de cultura. Es decir, "rehuir la concreta realidad circunstanciada" para atenerse a la abstracción conceptual. El problema se le plantea a ésta ahora, cuando el cambio de condiciones internas y especialmente externas, por el aumento de población y su nivel de vida, y la situación en el mercado mundial de la economía de intercambio comercial fundada en el precio, por la economía mercantil, se destruyen las bases de la estructura primaria de intercambio de materias primas por materias manufacturadas, pues así como hay imperios que pierden sus colonias, hay colonias que pierden su imperio, cuando dejan de serles necesarias a éste.

Si en las ideas abstractas son opuestos, la zoncera Civilización y barbarie los unifica en cuanto son la civilización. De donde resulta que los que están más lejos ideológicamente son los que están más cerca entre sí —en cuanto teólogos— como ocurre cada vez que la realidad enfrenta a todos los civilizadores. Entonces se unifican contra la barbarie, que es como llaman al mundo concreto donde quieren aplicar las ideologías.

Esto se hace evidente en los momentos conflictuales en que el país real aparece en el escenario social o político. Sarmiento y Alberdi querían cambiar el pueblo. No educarlo, sino liquidar la vieja estirpe criolla y rellenar el gran espacio vacío con sajones.

La extensión de las tierras, un mal que aqueja a Argentina

La extensión en sí se considera un mal, por el contrario, el principio ha sido el inverso, pues el mal consiste en la falta de extensión. Sólo nosotros, los argentinos, hemos incorporado la idea del achicamiento como un bien necesario en nuestra política territorial. Relacionad esto de que "el mal que aqueja a Argentina es la extensión" con lo de "la victoria no da derechos" o lo de "la libre navegación de los ríos" que vendrá más adelante, y percibiréis toda una política cultural de indefensión, de incapacidad intelectual para concebir la grandeza sobre la base de pueblo y territorio y sobre un concepto tradicional de soberanía.

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