El Jardín del Amor de Venus: Redescubriendo 'La Primavera' de Botticelli
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La Primavera de Sandro Botticelli: Un Viaje Iconográfico y Neoplatónico
Ficha Técnica
- Autor: Sandro Botticelli
- Estilo: Renacimiento italiano
- Cronología: 1482
- Técnica: Pintura al temple
- Medidas: 203 x 314 cm
- Localización: Galería de los Uffizi, Florencia
La pintura de Botticelli nos propone nuevos valores basados en una linealidad llena de gracia y elegancia, un dibujo rotundo y, sobre todo, un mundo lleno de dulzura. Pero también esas mismas figuras nos transmiten un mundo de dulce melancolía, de tristeza contenida que nos desconcierta.
Descripción Iconográfica: El Jardín de Venus
En un bosque de naranjos y laureles, sobre una verde alfombra de césped y flores, centrando la composición, aparece la diosa del amor: Venus. Los naranjos forman un arco apuntado que subraya la centralidad formal y temática de la diosa. Venus se ha apartado hacia el fondo del bosque, la posición de su figura y de sus gestos así parece indicarlo, para dejar paso a una bella joven, vestida con un floreado vestido: es Flora, diosa de la vegetación y de las flores, coronada de flores y esparciéndolas por el césped. Su bello rostro nos mira sonriente, mientras que a su lado otra joven de sus mismos rasgos y rubios cabellos, por cuya boca salen también flores, las mismas que caen sobre la joven descrita, vestida con una transparente túnica, está siendo raptada por un joven alado que, con el ceño fruncido, sopla sobre ella. Se trata del viento del oeste, Céfiro, que atrapa a la ninfa de la tierra Cloris, fecundándola y convirtiéndola en Flora.
En el lado izquierdo de la composición, tres jóvenes bellezas rubias, figuras mitológicas de las Gracias, danzan en primavera, época del amor, enlazando sus manos en una elegante danza. La que nos da la espalda mira a un joven cuya mirada se dirige hacia el cielo. Va ostentosamente armado con una espada y con una vara en la que se enroscan dos serpientes: es el dios Mercurio, encargado del comercio y transmisor de los designios divinos, y con un brazo aparta unas negras nubes que pretenden entrar en este delicioso bosque. Por último, un niño alado, hijo de Venus llamado Cupido, sobrevuela, con los ojos tapados y armado con arco y flecha, la figura central.
Interpretación Iconológica: El Neoplatonismo en la Primavera
Pasamos a un enfoque iconológico que nos habla de la filosofía del Neoplatonismo: el amor carnal surge de la tierra como pasión, pero desaparece como Cloris al ser tocada por Céfiro, transformándola en fruto que es Flora, la Primavera. Mientras, el verdadero amor es el que nace de la contemplación espiritual, que se eleva al cielo, como las flechas de Cupido sobre Castitas para que quede prendida de Mercurio. Como síntesis, Venus se sitúa en el centro del cuadro como protagonista, en paralelismo con la Virgen María, la cual, vestida, tiene que ser modelo a imitar: modelo de mujer pura y espiritual que nos guíe.
Fuentes Literarias y Lectura Iconológica
Dos problemas plantea el análisis de La Primavera: uno, identificar el texto literario que sirvió a Botticelli de fuente iconográfica; el otro sería la correcta lectura iconológica del mismo.
En cuanto a las fuentes literarias que pudo manejar el pintor, los especialistas señalan, fundamentalmente, los Fastos de Ovidio, donde se describe la llegada de la Primavera a través de la metamorfosis de la ninfa de la tierra, Cloris, en Flora, por obra y gracia del viento Céfiro. Éste se enamora apasionadamente de Cloris y la posee violentamente; arrepentido de su violencia, transforma a la ninfa en Flora.
A la izquierda de la composición, las tres Gracias, compañeras de Venus, danzan armoniosamente. Las Gracias (Voluptuosidad, Pulcritud y Castidad) gesticulan en una danza armónica. La Castidad se sitúa entre la Voluptuosidad (que tiene aspecto agitado) y la Pulcritud (comedida en aspecto y atavío), que la coronan y protegen ante el ataque del ciego Amor, ya que está siendo punto de mira de la flecha de Cupido para que se enamore de Mercurio, al cual está mirando. Mercurio es el que guía a las Gracias. Con su caduceo (símbolo de la concordia) aparta las nubes que pretenden entrar en el Bosque del Amor, del cual es él su guardián, y señala a Castidad, que dirige hacia él su mirada, el camino del Cielo.
La lectura que podríamos hacer de la pintura sería la de una plasmación del Jardín del Amor de Venus.