Isabel II: Liberalismo Moderado y Transformación Política en España

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El reinado personal de Isabel II: el triunfo del liberalismo moderado. El Partido Moderado, bajo el liderazgo del general Narváez, dominó la escena política durante los diez años siguientes, y dio nombre a la «Década Moderada». En este período se elaboró la Constitución de 1845, que proclamaba la soberanía compartida y anulaba algunas conquistas del liberalismo progresista, y unas leyes orgánicas de carácter muy restrictivo que sentaron las bases del poder moderado y de la organización política y administrativa del Estado liberal. Se realizó la reforma de la Hacienda y, por el Concordato de 1851, se logró el reconocimiento de la Iglesia a la monarquía isabelina.

El Gobierno moderado se ejerció de forma restrictiva y exclusivista, lo que obligó a los progresistas, marginados del poder, a recurrir a la vía insurreccional y a los pronunciamientos, mecanismo de insurrección militar frecuentemente combinado con algaradas callejeras, para forzar un cambio político y acceder al Gobierno. Esta fase se cerró con el Gobierno «tecnócrata» de Bravo Murillo, quien llevó a cabo una amplia labor administrativa y hacendística, y el del conde de San Luis.

La Revolución de 1854 y el Bienio Progresista

Los progresistas excluidos del poder alentaron las críticas de la clase política y favorecieron la actuación revolucionaria. El Manifiesto del Manzanares del 7 de julio de 1854, redactado por Cánovas del Castillo, exigía reformas políticas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible una auténtica «regeneración liberal». La reina entregó el poder a Espartero y O'Donnell, representantes de la coalición que alentó la revolución, pero la continuidad y estabilidad de este Gobierno mixto era difícil. Se elaboró una nueva Constitución de inspiración progresista que afirmaba explícitamente la soberanía nacional -la Non nata de 1856- y se aprobaron importantes leyes económicas, fundamentales para el desarrollo del capitalismo español. Se retomó también la desamortización con la promulgación de la Ley de Madoz (1855), que afectaba a los bienes civiles y eclesiásticos, lo que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Transcurridos dos años desde la revolución, la reina se decide a reinar. Recurre a O'Donnell para desplazar a los progresistas del poder y restablecer la Constitución de 1845 suavizada con un Acta adicional. Pero, a continuación, será Narváez quien gobierne durante el bienio 1856-1858. Bajo su mandato se restablecen los parámetros políticos de la etapa moderada anterior con la anulación del Acta adicional y se aprueba la Ley Moyano (1857) que ordena y centraliza la instrucción pública de toda la nación. Se abre entonces un período de alternancia entre los moderados de Narváez y un tercer partido de corte centrista, liderado por el general O'Donnell. Entre 1858 y 1863, será de nuevo este general el protagonista de la vida política con su Unión Liberal, que da paso a un período de cierta calma política caracterizado por una gran prosperidad económica y una intensa actividad en política exterior con la guerra de África (1859-60), la anexión de Santo Domingo (1860-1865) y la intervención en México (1861-1862).

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