La Ira de Juno y el Pacto con Éolo: El Comienzo Épico de la Eneida de Virgilio
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Introducción a la Eneida: El Hado y la Cólera Divina
Como profesor experto en Latín, he revisado y optimizado la traducción de los versos iniciales del Canto I de la Eneida de Publio Virgilio Marón. Se ha ajustado la puntuación y el flujo para reflejar mejor el ritmo épico del original, manteniendo la fidelidad al texto.
Canto I: El Proemio y el Viaje de Eneas (vv. 1-7)
1 Canto las armas y a ese hombre que de las costas de Troya
2 llegó el primero a Italia, prófugo por el hado, y a las playas
3 lavinias, sacudido por mar y por tierra por la violencia
4 de los dioses a causa de la ira obstinada de la cruel Juno,
5 tras mucho sufrir también en la guerra, hasta que fundó la ciudad
6 y trajo sus dioses al Lacio; de ahí el pueblo latino
7 y los padres albanos y de la alta Roma las murallas.
La Cólera Eterna de Juno (vv. 34-49)
El texto retoma la narración en el momento en que la flota troyana, liderada por Eneas, abandona Sicilia.
34 Apenas daban velas, alegres, a la mar, alejándose de las tierras
35 de Sicilia y surcaban con sus quillas la espuma de sal,
36 cuando Juno, que guarda en su pecho una herida ya eterna,
La diosa, consumida por el rencor, inicia un monólogo interno:
37 «¿Desistiré, vencida, de mi intento
38 y no podré mantener apartado de Italia al rey de los teucros?
39 En verdad se me enfrentan los hados. ¿No pudo quemar Palas
40 la flota de los griegos y hundirlos a ellos mismos en el mar,
41 por la culpa y la locura de uno solo, de Áyax Oileo?
42 Ella fue quien lanzó de las nubes el rápido fuego de Jove
43 y dispersó las naves y dio la vuelta al mar con los vientos;
44 y a él, mientras moría con el pecho atravesado de llamas,
45 se lo llevó en un remolino y lo clavó en escollo puntiagudo.
46 Y yo, reina que soy de los dioses y de Júpiter
47 hermana y esposa, contra un solo pueblo tantos años ya
48 hago la guerra. ¿Acaso alguien querrá adorar
49 el numen de Juno o suplicante rendirá honor a sus altares?»
La Morada de Éolo y el Control de los Vientos (vv. 50-63)
50 En su pecho encendido estas cuitas agitando, la diosa
51 a la patria llegó de los nimbos, lugares preñados de Austros furiosos,
52 a Eolia. Aquí en vasta caverna el rey Éolo
53 sujeta con su mando a los vientos que luchan y a las tempestades
54 sonoras y los frena con cadenas y cárcel.
55 Ellos enfurecidos hacen sonar su encierro del monte
56 con gran ruido; Éolo se sienta en lo alto de su fortaleza,
57 empuñando su cetro, y suaviza los ánimos y atempera su enojo.
58 Si así no hiciera, en su arrebato se llevarían los mares sin duda
59 y las tierras y el cielo profundo y los arrastrarían por los aires.
60 Pero el padre todopoderoso los escondió en negros antros,
61 eso temiendo, y la mole de un monte elevado
62 puso encima y les dio un rey que con criterio cierto
63 supiera sujetar o aflojar sus riendas según se le ordenase.
El Pacto y la Promesa de Deyopea (vv. 64-80)
64 Y a él entonces Juno se dirigió suplicante con estas palabras:
65 «Éolo (pues a ti el padre de los dioses y rey de los hombres
66 te confió calmar las olas y alzarlas con el viento),
67 un pueblo enemigo mío navega ahora por el mar Tirreno,
68 y se lleva a Italia Ilión y los Penates vencidos.
69 Insufla fuerza a tus vientos y cae sobre sus naves, húndelas,
70 o haz que se enfrenten y arroja sus cuerpos al mar.La Recompensa de Juno
71 Tengo catorce Ninfas de hermoso cuerpo,
72 de las que Deyopea es quien tiene más bonita figura;
73 la uniré a ti en matrimonio estable y haré que sea tuya,
74 para que por tus méritos pase todos los años
75 contigo y te haga padre de hermosa descendencia.»
76 A lo que Éolo repuso: «Cosa tuya, oh reina, saber
77 lo que deseas; a mí aceptar tus órdenes me corresponde.
78 Tú pones en mis manos este reino y me ganas el cetro y a Jove,
79 tú me concedes asistir a los banquetes de los dioses
80 y me haces señor de los nimbos y las tempestades.»