La Invisibilidad de la Víctima: Un Recorrido Histórico por los Enfoques Criminológicos
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La selección del objeto de estudio criminológico, en muchos de sus aspectos, ha hecho referencia históricamente al criminal y la criminalidad. En virtud de una ley de selección o fragmentariedad científica, puede decirse que: “un modo de ver es un modo de no ver”. La especialización del saber sobre un campo concreto tiene como premio el agotamiento conceptual de otros ámbitos cercanos, como el de la víctima.
1. El Positivismo Criminológico
Esta corriente se interesó por la víctima, practicando una suerte de turismo filantrópico, más que como un objetivo científico formal. Una de sus características principales es que eligió al infractor como referente exclusivo, habiendo sabido rechazar la visión ternurista del delincuente. Aunque Ferri defendía a las víctimas del delito, todas eran compadecidas en masa, sin un estudio profundo de su individualidad.
Desde este punto de vista, la víctima era un mero objeto neutro, estático, pasivo y fungible. El origen y desenlace criminal se explicaban por su autor, concebido de forma íntegra y aislada de los fenómenos, factores o individualidades relacionadas con la gestación del delito.
2. El Estructural Funcionalismo (Años 50 y 60)
Esta escuela estudiaba la desviación de los sistemas sociales. La esencia del fenómeno criminal radicaba en la presión socioestructural, prescindiendo del pormenor delictivo. Sin duda alguna, el daño de la víctima, su personalidad o los detalles relativos a las dinámicas de la victimización, eran considerados factores “laicos” o extracientíficos, y no se estimaba que aportaran luz a las claves esenciales de la criminalidad.
3. La Criminología Radical y Crítica (Años 60 y 70)
Esta corriente se alzó contra el sistema punitivo, viéndolo como una forma de opresión al servicio del capital. Para ella, la victimización era un hecho burgués. Desde esta vertiente, se evidenciaba el carácter instrumental del derecho penal, al etiquetar como desviados a los individuos rebeldes procedentes de colectivos deprimidos. Mirar hacia el lado de la víctima era considerado un gesto reaccionario. Dicha censura científica no permitía reparar en que los factores sociales de la desviación también potencian la victimización. La marginalidad denota al desviado tanto como a la víctima.
4. El Interaccionismo Simbólico (Años 60 y 70)
Paradójicamente, a pesar de contar con una base teórica propicia, el Interaccionismo Simbólico no logró visibilizar a la víctima. Su radio de interés coincide, en alguna medida, con el de la victimología. Así, se destacan autores como Athens y Luckenbill, quienes describen la figura victimal en situaciones de violencia que dependen del autoconcepto y el amor propio del delincuente.
Sin embargo, el tratamiento de la víctima en este enfoque resulta, en última instancia, francamente insatisfactorio. Proyectando, con frecuencia, el esquema de “desviación expresiva” sobre los llamados “delitos sin víctimas” que, supuestamente, a nadie dañaban.
Esta vinculación doctrinal conllevó un alto coste: la ignorancia científica de la víctima.