La Inviabilidad del Control Centralizado: Conocimiento Disperso y Cálculo Económico

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La Inviabilidad del Socialismo como Órgano Director

El Problema del Conocimiento Disperso

El órgano director, a veces también llamado órgano de planificación o intervención central o parcial, en su mayor parte desconoce, o tan solo tendrá una muy vaga idea acerca del conocimiento disperso que se encuentra disponible en la mente de todos los actores sometidos a sus órdenes. Existe, por tanto, una escasa o nula posibilidad de que el planificador pueda llegar a saber qué o cómo buscar y dónde encontrar los elementos de información dispersa que se genera en el proceso social y que tanto necesita para su control y coordinación.

La Naturaleza Humana del Planificador

El órgano de coacción, por otro lado, forzosamente habrá de estar compuesto por seres humanos de carne y hueso con todas sus virtudes y defectos que, como cualesquiera otros actores, tendrán sus fines personales que actuarán como incentivos que les llevarán a descubrir la información que sea relevante en función de sus intereses particulares. Esta peculiar motivación determinará además que el órgano director ni siquiera llegue a darse cuenta, es decir, a ser consciente, de cuál es el grado de ignorancia radical en el que se encuentra, lo que lo sumerge en un proceso de progresivo alejamiento de la realidad social que precisamente pretende controlar.

El Desafío del Cálculo Económico

Por otro lado, el órgano director se verá incapacitado para efectuar el cálculo económico. Independientemente de cuáles sean sus fines (y podemos incluso suponer que se trate de los fines más «humanos» y «moralmente elevados»), no podrá saber si los costes en los que incurre al perseguir dichos fines tienen un valor superior al que él mismo atribuye subjetivamente a los fines perseguidos. El coste no es más que el valor subjetivo que el actor atribuye a aquello a lo que renuncia al actuar en pos de un determinado fin.

El órgano director, independientemente de su composición, sistema de elección y juicios de valor, al estar imposibilitado para percibir y valorar los costes en los que incurre, tenderá siempre a actuar de manera irresponsable.

La Paradoja de la Planificación Central

Se presenta, por tanto, la paradoja irresoluble de que cuanto más se empeñe el órgano director en planificar o controlar una determinada parcela de la vida social, menos posibilidades tendrá de lograr sus objetivos, al carecer de la información necesaria para organizar la sociedad de forma coordinada. Esto crea, además, nuevos y más graves desajustes y distorsiones, precisamente en la medida en que su coacción sea ejercida de forma más efectiva y más se limite con ello la capacidad empresarial de los seres humanos.

Por lo tanto, es un grave error pensar que el órgano director pueda calcular económicamente de la misma manera que lo hace el empresario individual.

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