Introducción al Sistema Político: Conceptos y Elementos Clave
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CAPÍTULO 1
INTRODUCCIÓN. EL SISTEMA POLÍTICO Y SUS ELEMENTOS
1. EL SISTEMA POLÍTICO Y SU ESTUDIO
La expresión formas de organización política hace referencia al conjunto de plurales modos en los que los seres humanos han organizado su convivencia política a lo largo de los siglos. Podemos convenir en que esta expresión, formas de organización política, puede equipararse (con reservas) a la de sistema político, siempre que lo entendamos en sentido amplio.
No sería hasta finales del siglo XIX o principios del XX cuando se puede hablar de la Ciencia Política como disciplina, en un sentido moderno, con un ámbito propio, un objeto y unos métodos específicos y diferenciados. Se adoptaba una perspectiva inductiva, basada en la observación y en la medición de los nuevos temas de la Ciencia Política: las relaciones de poder, el comportamiento político de los ciudadanos y las élites, las actitudes y opiniones, los procesos políticos…
Diversas corrientes y avatares se han sucedido a lo largo del tiempo y todas ellas influyen en la forma en la que en nuestros días la Ciencia Política aborda su esquivo y polisémico (pluralidad de significados) objeto de conocimiento.
La noción de sistema político procede, originariamente, de la teoría de sistemas, desarrollada en el ámbito de la Sociología a partir de los estudios de Parsons. Fue David Easton quien, en los años 50, introdujo este paradigma en la Ciencia Política, alejándose de la concepción parsoniana que concebía la arena política como un subsistema de la sociedad. Easton (1973) propuso una orientación conceptual asentada en una serie integrada de categorías empíricamente relevantes que permitía interpretar la vida política como un sistema de conducta. El objetivo era estudiar cómo logra persistir un sistema político dado en el ambiente en el que está imbuido y cómo reacciona frente a las influencias y tensiones que inciden sobre él. Un sistema político perdurará si cumple sus dos funciones básicas: asignar valores para una sociedad dada y lograr que la mayoría de sus miembros acepten esas asignaciones como obligatorias, al menos la mayor parte del tiempo.
El sistema político está inmerso en un medio real (ambiente total) que le es necesario para su existencia y con el que establece interacciones e intercambios recíprocos que someten al sistema político a toda una serie de influencias, tensiones y perturbaciones que actúan sobre él y provocan, en función de cómo reaccione a las mismas. Esas influencias adoptan, en el análisis de Easton, la forma de insumos o inputs (apoyos para el sistema político y sus autoridades, si son positivos, y demandas, si son negativos). A su vez, el sistema reacciona a esas influencias y proyecta al ambiente su respuesta en la forma de exumos u outputs, decisiones obligatorias y medidas políticas que influyen a su vez en ese ambiente, provocando una respuesta en éste, que adoptará la forma de una nueva tanda de inputs para el sistema político.
En este proceso circular es fundamental la información que precisan las autoridades acerca de los efectos que produce cada una de sus decisiones y de las reacciones que en la forma de nuevos inputs generan, para poder responder adecuadamente a los mismos.
De esta forma, se establece un circuito de retroalimentación cuyo estudio y comprensión permitirá explicar los procesos por los que el sistema político consigue hacer frente a la tensión y, reaccionando a la misma con nuevos outputs, persiste manteniendo el nivel de apoyo por encima del mínimo necesario.
2. FORMA DE GOBIERNO Y SISTEMA POLÍTICO
La expresión forma de gobierno ha sido utilizada en diversos sentidos, aunque hoy viene a denotar el tipo de relación que se establece entre el Parlamento y el Gobierno en los regímenes democráticos contemporáneos. Se distingue, en este sentido, básicamente entre sistema parlamentario y sistema presidencialista, clasificación a la que se añade, como variante de este último, el modelo semipresidencialista.
El sistema parlamentario se caracteriza por haber en él una única institución (de las estatales) legitimada mediante la elección directa, por los ciudadanos: el parlamento. Los parlamentarios elegidos por los ciudadanos determinarán quién es el presidente del gobierno o primer ministro, que dependerá siempre de la confianza de la Cámara; a su vez, el presidente del gobierno o primer ministro suele estar capacitado para disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones. Hasta ese punto se manifiesta la estrecha conexión que existe entre el poder ejecutivo y el legislativo y la cada vez más difuminada separación entre estos poderes en el sistema parlamentario.
En el sistema parlamentario, gobierno y parlamento colaboran en tanto el primero debe contar en la toma de decisiones con el respaldo del segundo, dada su dependencia última respecto de éste; al tiempo, el parlamento prestará atención (discutiendo y aprobando) a los proyectos de ley gubernamentales, junto con las propuestas que surjan de sus escaños. Además, como manifestación de aquella dependencia, el parlamento controla toda la acción del gobierno mediante diversos mecanismos parlamentarios (desde las preguntas escritas, hasta el control al presidente del ejecutivo en el pleno de la Cámara, llegando hasta la moción de censura).
El carácter colegiado del gobierno suele ser otro de los rasgos que caracterizan a este tipo de sistema. El presidente que ha recibido la confianza del parlamento suele ser el encargado de elegir a los ministros que integrarán junto a él el consejo de ministros, teniendo el presidente el papel del primus inter pares: la responsabilidad es colegiada, si bien el presidente tiene un papel destacado tanto en autoridad como en responsabilidad política.
En la mayoría de los sistemas parlamentarios la figura del jefe del Estado adopta un carácter meramente simbólico, teniendo reservadas funciones arbitrales y mediadoras entre el ejecutivo y el legislativo.
En los regímenes presidencialistas existen dos poderes con legitimidad directa: el parlamento (al que corresponde la función legislativa) y el presidente (del Estado, que desempeña la función ejecutiva), elegidos por los ciudadanos en sendos procesos electorales. Se da una nítida separación de poderes. Por ello, no existen mecanismos parlamentarios de control sobre el presidente, al tiempo que éste no tiene potestad para disolver las Cámaras y convocar nuevas elecciones. El presidente tiene plena competencia para nombrar a los miembros del gobierno, que en ocasiones tienen únicamente la condición de asesores del presidente, dado que sólo éste es el responsable de la toma de decisiones políticas ante el electorado.
La doble fuente de legitimidad y el distinto mecanismo de designación pueden dar lugar a un escenario en el que la mayoría parlamentaria sea de distinta tendencia política que el presidente, lo que puede provocar bloqueos institucionales que se solventan, normalmente, con la preeminencia del parlamento que está en condiciones de vetar las medidas legislativas.