Introducción a la Filosofía y Ética de Marx y Kant
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El Materialismo Histórico de Marx
Lo que diferencia al ser humano del resto de seres vivos no es tanto el pensamiento como el trabajo, la producción de los bienes necesarios para su subsistencia
La historia se inicia con la producción, a medida que avanza la historia surge la división del trabajo, el desarrollo de las fuerzas productivas y la consiguiente división de la sociedad en clases.
Los seres humanos se encuentran vinculados entre sí por relaciones determinadas, muchas de las cuales se establecen más allá de la intervención de su voluntad, como es el caso de las relaciones de producción y de trabajo. El conjunto de todas esas relaciones de producción y de trabajo es lo que constituye la estructura económica de la sociedad o su infraestructura. Según Marx, sobre esta infraestructura económica se levanta una superestructura jurídica (el derecho y las leyes vigentes) y una superestructura política (el Estado), a las que les corresponden formas determinadas de conciencia social por parte de los individuos. Marx entiende por supraestructura las formas del derecho y del Estado, la moral, la religión y la filosofia, y sus formas de conciencia correspondientes.
Las fuerzas productivas constituyen el sistema de interacción entre los elementos humanos y materiales que actúan en el proceso de trabajo (los medios de producción y la fuerza de trabajo) Las relaciones de producción son las diferentes formas de relación que han adoptado las fuerzas productivas a lo largo de la historia; por ejemplo, las relaciones esclavistas, feudales, capitalistas, etc
Un modo de producción se caracteriza por las relaciones sociales de producción y el tipo de fuerzas productivas. El concepto de «modo de producción» es un esquema, un modelo teórico, que permite pensar la realidad social de un momento dado como un todo donde las partes, instancias o niveles sociales, tienen unas relaciones de dependencia o determinación. Por ejemplo, el nivel político – sistema de partidos, organización del Estado – depende del económico, es decir, éste determina a aquél.
La propiedad privada de los medios de producción es el hecho más característico de las relaciones capitalistas de producción.
El valor de uso consiste en las cualidades o en las capacidades de un objeto o de un producto para satisfacer una necesidad humana.
• Los valores de cambio de los productos consisten en el «precio» que esos objetos o actividades adquieren en el mercado o, lo que es lo mismo, lo que valen como mercancías.
mundo, las filosofías, las creencias religiosas, las formas artísticas, los sistemas morales y, en parte, la ciencia misma, se incluyen dentro de la ideología, la cual actúa como mecanismo de preservación y perpetuación de la estructura económica que la ha generado y que, en expresión de Engels, la «determina en última instancia».
Por ello, Marx dijo que la ideología es «conciencia necesariamente falsa»; refleja, ciertamente, la estructura económica de la sociedad, pero lo hace de manera deformada, aunque puede contener elementos cognitivos auténticos. Y esto es así porque en cada formación social, en cada sociedad concreta, la ideología dominante – que se presenta a sí misma como conciencia de toda la sociedad – es la ideología sólo de la clase dominante y responde únicamente a los intereses de esta clase.
Marx entiende la ideología siempre en sentido negativo o como un sistema de ideas mediante las cuales se cree reflejar la situación social y económica de la sociedad en la que se vive, pero que, en lugar de reflejarla, lo que realmente se hace es ocultarla, tergiversarla o enmascararla.
El cambio social revolucionario es el resultado de la contradicción insostenible entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Cuando aquellas llegan a un cierto nivel de desarrollo, las relaciones de producción, en este caso, las del modo de producción capitalista, se convierten en un límite que frena su avance para continuar manteniendo los intereses de la clase dominante.
La historia, pues, es una sucesión de etapas en cada una de las cuales hallamos un modo de producción. El motor del cambio histórico –el paso de un modo de producción a otro– es la contradicción fundamental que se da en el seno de una formación social entre las relaciones de producción (con sus formas de propiedad) y el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Cuando la situación se hace insostenible, se produce la ruptura, la revolución social.
El Trascendentalismo de Kant
En el pensamiento de Kant, el término «trascendental» alude a los elementos del conocimiento que la mente posee y que son anteriores e independientes de este. Kant introduce el concepto de «sujeto trascendental» para designar la estructura común de la mente de todas las personas gracias a la cual existe la posibilidad de compartir conocimientos y verdades objetivas.
«A priori» es el término con el que Kant designa todas las condiciones necesarias para el conocimiento de las cosas o para la experiencia del mundo que son anteriores a esta, y, por lo tanto, que no tienen su origen en la experiencia. Por el contrario, la expresión «a posteriori» designa los elementos del conocimiento que tienen su origen en la experiencia. Una realidad trascendente es la que se sitúa más allá de nuestra capacidad de conocerla.
El juicio es el acto por el que afirmamos o negamos la existencia o la verdad de algo. Kant analiza el funcionamiento del juicio como actividad del sujeto pensante, y distingue dos tipos de juicios: • Los juicios analíticos: son los juicios a priori, o sea, aquellos en los que el predicado está contenido en la noción del sujeto. Estos juicios analíticos son universales y necesarios • Los juicios sintéticos: son los juicios en los que el predicado aporta algo al sujeto que era imposible descubrir por el mero análisis de este. Estos juicios sintéticos son particulares y contingentes,
Los juicios que más le interesan son los juicios sintéticos a priori, porque son los enunciados auténticamente científicos. Solo los juicios sintéticos a priori son auténticamente científicos: por ser sintéticos, son extensivos, es decir, nos dan información, amplían nuestro conocimiento acerca de aquello a que se refieren; por ser a priori, son universales y necesarios y el conocimiento de su verdad no procede de la experiencia. En conclusión, los juicios sintéticos a priori son los juicios que vinculan un concepto con una experiencia • En el racionalismo se consideraba posible derivar todos nuestros conocimientos del funcionamiento propio de la razón. • En el empirismo, por el contrario, se defendía que todos nuestros conocimientos proceden de la experiencia • Kant adopta una posición intermedia entre estos dos extremos y considera que, para que haya conocimiento, es necesario que el entendimiento aporte ciertas formas a priori que brotan de su funcionamiento mismo.
Estas formas trascendentales son necesarias, pero por sí solas no son suficientes para producir el conocimiento. Hace falta que se apliquen a los datos aportados por la experiencia sensible dándoles una forma. Resulta lo que Kant llama los «fenómenos», que no son el ser en sí de las cosas («noúmenos»), sino una construcción del entendimiento realizada a partir de las impresiones que recibe de ellas. Kant lleva a cabo una especie de «revolución copernicana», porque no es el entendimiento el que se acomoda a las cosas para conocerlas, sino que son las cosas las que son configuradas y constituidas como objetos de conocimiento por el entendimiento.
La Ética Deontológica de Kant
De modo general, la reflexión ética de Kant se caracteriza por los siguientes rasgos: • Se trata de una ética deontológica, para Kant, no se trata de conseguir la felicidad, sino de cumplir los deberes que nos indica la razón. • Es una ética formal, cuyo objetivo es establecer la forma que debe adoptar cualquier norma para considerarla moral. Estas normas deben ser universales.
Si la moral se basara en este deseo de felicidad, no ofrecería más que normas subjetivas (lo que Kant llama «imperativos hipotéticos») La moral debe ser universal, es decir, sus mandatos deben ser «imperativos categóricos» y no hipotéticos, lo que significa que no deben ser mandatos orientados a la consecución de un fin determinado (la felicidad, la utilidad, el placer, etc.).
Así pues, para Kant, la ley moral consiste en mandar actuar a los individuos de tal manera que sus comportamientos se adecúen a lo que dice la razón. En este tipo de mandato consiste el imperativo categórico.
Puesto que lo racional es igualmente racional para todos los seres humanos, el comportamiento moral consiste en actuar de tal modo que nuestras acciones puedan resultar moralmente aceptables en igual medida por todos los seres humanos. De ahí que Kant defina así el imperativo categórico: «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal». La segunda fórmula, muy parecida a la anterior, afirma: «Obra como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza». La tercera expresa: «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca solamente como un medio».
Para Kant, la autonomía del individuo es el principio supremo de la moralidad. La autonomía consiste en la capacidad de nuestra voluntad para imponerse leyes a sí misma de acuerdo con la razón. La heteronomía radica en la determinación de la voluntad por un agente externo a nuestra racionalidad, la dignidad humana depende de la autonomía racional de nuestra voluntad.
Según Kant, la naturaleza tiene una meta, persigue un objetivo con todo su funcionamiento interno y externo: el pleno desarrollo de la humanidad.
Kant trata de explicar en qué consiste este conflicto como motor del progreso. Él lo llama la «insociable sociabilidad» de los seres humanos. Es decir, es un conflicto provocado por la inclinación humana a formar una sociedad (o sea por la sociabilidad), que, sin embargo, va siempre unida a otra inclinación de signo opuesto (a una insociabilidad) provocada por el egoísmo de cada individuo, que amenaza perpetuamente con producir conflictos y con hacer imposible esa sociedad.