Intervenciones Educativas en Trabajo Social: Objetivos y Tipos

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Intervenciones Educativas en Trabajo Social

Objetivos

Todo sistema educativo se apoya en dos ejes interdependientes y complementarios: la adquisición de conocimientos o aptitudes y la socialización o adquisición de comportamientos conformes a las normas sociales admitidas en una sociedad determinada.

Las intervenciones educativas en trabajo social se nutren también de estos dos ejes.

Podemos distinguir tres tipos de objetivos diferentes según los individuos a los que se dirigen los trabajadores sociales, aunque, muy a menudo, los tres objetivos se interpretan:

  • Aportar conocimientos y favorecer el aprendizaje de comportamientos vinculados a los roles sociales ejercidos por los adultos.
  • Desarrollar las aptitudes latentes en los niños y los jóvenes mediante actividades diversas; o reeducarlos cuando faltan o fracasan las instancias habituales de socialización del niño.
  • Reinsertar en su medio social habitual a los jóvenes y adultos que se hallan en contravención con las normas sociales, y la ley, buscándoles un lugar en la sociedad, mediante la adquisición de comportamientos compatibles con los socialmente exigidos.

Transmisión de un saber y un saber hacer

Se trata en este caso de intervenciones educativas centradas en el contenido que se va a transmitir y que corresponden al primer objetivo que acabamos de establecer. Estas intervenciones se dirigen particularmente a los adultos y tratan de capacitarlos para el ejercicio de diversos roles sociales.

Estas intervenciones educativas se encargan de transmitir un saber utilizando la palabra, la escritura u otros medios tales como el audiovisual. Desde este punto de vista, se aproximan a las intervenciones de información.

Encontramos estas intervenciones educativas tanto a nivel individual como familiar o de grupo.

Reeducación, reinserción social, desarrollo

Encontramos aquí intervenciones educativas centradas en la persona del asistido y en su socialización. Corresponden a los dos últimos objetivos mencionados, y se dirigen a niños, adolescentes, jóvenes y a veces también a adultos.

Este tipo de intervenciones se basan en una relación privilegiada niño-adulto; a partir de esta relación con un adulto “diferente” el niño (o el joven) podrá superar poco a poco sus dificultades y sus carencias. El educador se centra en el joven, su proyecto educativo es muy individualizado.

La preocupación del educador es la evolución personal del niño, sus intervenciones tiene por finalidad favorecer su desarrollo y ampliar sus oportunidades.

Prácticas educativas opuestas a las normas sociales en vigor

Se distinguen dos orientaciones, la que sostiene, en la práctica, apartarse más o menos sistemáticamente de las normas sociales, y la que busca, a través de una práctica colectiva, nuevas formas de concientización (de toma de conciencia y de transformación de la realidad social).

Para los primeros, “es preferible partir de lo existente, a reserva de volver a él...Este apartamiento no sería más que una crítica de los “mandatos” actuales que obligan a trabajadores sociales a tratar tan solo los síntomas, prohibiéndoles acceder, aún teóricamente, a las causas, y que los obligan a respetar de hecho los mecanismos de exclusión”.

La segunda orientación busca, a través de una práctica colectiva, concienciar a las personas involucradas, es decir, hacerles descubrir, analizar la situación en la que se hallan y encarar los medios para transformarla.

1.1.3. Persuadir - Influir

En trabajo social, diferentes formas de intervención tienden a ejercer influencia sobre el asistido, a fin de modificar su situación o a hacer tal o cual cosa.

Evidentemente los trabajadores sociales ejercen también sobre los asistidos influencias más o menos conscientes y, recíprocamente, experimentan influencias de parte de sus asistidos.

1.1.3.1. El Consejo

Esta forma de intervención tiene por objetivo influir sobre el asistido (usuario) a fin de que organice su vida, sus actividades, de la forma más adecuada según la óptica y las referencias del trabajador social (es decir, conforme a sus criterios) o de la sociedad a la que este representa.

El problema que se plantea en esta forma de intervención es que el trabajador social no es necesariamente competente en todos los aspectos, menos aún cuando se trata de tomar decisiones que conciernen a la vida de otras personas. Por otra parte, su manera de concebir las soluciones o las vías de salida a los problemas de los demás depende de sus propios valores, de sus propias normas y marcos de referencia. Los valores y las referencias del asistido, las soluciones que considera más eficaces o al menos posibles, pueden ser diferentes y aún divergentes de las que plantea el trabajador social.

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