Intervención en Tartamudez Infantil: Criterios para la Toma de Decisiones Clínicas
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El Falso Dilema en la Intervención de la Tartamudez Infantil
Lo que se nos plantea aquí es una pregunta de difícil respuesta: ¿En qué momento hay que intervenir? ¿Qué riesgos se asumen al hacerlo?
El sentido único de estas dos diferenciaciones es ayudarnos a decidir con qué niños debemos intervenir. Se supone que niños con un cuadro claro de tartamudez y con indicios de que esta tartamudez puede cronificarse, serán candidatos al tratamiento. Sin embargo, esto no está tan claro.
El falso dilema, por tanto, explica la situación de tartamudez en la que se presentan dos puntos de vista como las únicas opciones posibles (intervenir o esperar) cuando en realidad existen varias alternativas que no han sido consideradas.
Argumentos a Favor de la Intervención Temprana
Son tres argumentos los que avalan esta creencia de intervenir desde el inicio:
- Existe una creencia generalizada entre los clínicos de que cuanto más temprana sea la intervención, más posibilidades hay de que sea exitosa.
- Los procedimientos de hoy en día han probado empíricamente su eficacia.
- En relación con el anterior, justifica que los tratamientos en sí mismos no son potencialmente dañinos, es decir, que difícilmente van a empeorar el problema.
Argumentos a Favor de Esperar
Existen otros tres argumentos por los cuales conviene esperar:
- Hacen referencia a la existencia de una tasa muy elevada de recuperación espontánea (entre el 75% y el 85%), creyendo que es razón suficiente para esperar a intervenir. De hecho, la experiencia clínica parece apoyar que los resultados de la remisión espontánea son mejores que los obtenidos en tratamientos con niños más mayores y se generalizan más fácilmente.
- Este argumento tiene que ver con la convicción expresada por algunos clínicos de que no supone ningún perjuicio esperar unos meses antes de intervenir. Esto nace de la creencia de que la eficacia de los tratamientos no decrece al esperar unos pocos meses.
- Asumen que una intervención temprana podría tener más inconvenientes que ventajas. El mayor riesgo es que el niño se haga consciente de sus disfluencias y la tartamudez se cronifique.
La Decisión Clínica: Más Allá del Dilema
La decisión sigue sin estar clara, y el verdadero dilema que se plantea es establecer unos criterios de decisión que nos permitan elegir entre intervenciones cortas y superficiales, tratamientos largos e intensivos, o todas las posibilidades intermedias.
Como se deduce del análisis de los argumentos anteriores, la decisión sigue sin estar clara, ya que, por ejemplo, no está claro si es o no perjudicial esperar. También se discute si el porcentaje de remisión espontánea es tan elevado como se expuso anteriormente, etc.
Conclusión: Criterios para una Intervención Efectiva
Finalmente, creemos que esto se puede resolver respondiendo a las preguntas que debe contestar cualquier clínico. La primera y más básica es: ¿Intervención sí o no? La respuesta parece obvia: Sí, siempre que el habla del niño constituya un elemento de preocupación para él mismo o cualquier persona de su entorno.
La segunda cuestión hace referencia a: ¿Cuándo intervenir? Lógicamente, cuanto antes mejor, de ahí la gran discusión sobre el 'cuándo' que tanto abunda en el falso dilema. Sin embargo, la pregunta clave no es cuándo intervenir, sino cómo.
En conclusión, intervenir sí, siempre que la fluidez del niño constituya un problema para él o para su entorno y, sin duda, la intervención ha de ser lo más temprana posible. Y el verdadero dilema: establecer criterios de decisión que nos permitan elegir entre intervenciones cortas y superficiales, tratamientos largos o intensivos, o todas las posibilidades intermedias que tenemos a nuestro alcance.