Intervención Social en Familias con Dependencias: Claves para la Recuperación
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Áreas de Intervención Social: La Familia ante las Dependencias
Perfil de las Familias de Pacientes con Dependencias
La familia, como grupo socializador primario, actúa como modelo y grupo de referencia para el aprendizaje de conductas y el desarrollo integral de los miembros que la componen, influyendo en la configuración de la personalidad de cada uno de ellos. Es un componente básico de transmisión de valores sociales, creencias, tradiciones y comportamientos.
Cuando aparece el problema de la dependencia, la mayoría de estas familias tienden a constituirse como un sistema cerrado, solidificando un patrón de conducta ya establecido que dificulta el crecimiento de sus miembros y presenta un claro déficit a la hora de encontrar alternativas a la solución de sus problemas. Tienden a aislarse de su medio, manteniendo una débil interacción con este.
En su interior suele haber pocas muestras de amistad o afecto, de reconocimiento, estableciéndose un ambiente de sospecha. La comunicación gira en torno a órdenes y exigencias desproporcionadas, descontextualizadas en espacios y tiempos inoportunos.
No existe una comunicación clara y abierta. Se generan interacciones rígidas, dando lugar a la aparición de rituales, mitos y secretos familiares. Aparecen las disputas, las recriminaciones padres-hijos, del padre hacia la madre ante la falta de exigencias y sobreprotección, y secretos ante los comportamientos inadecuados del hijo. Entre los sistemas filiales se cuestionan las formas de vida de cada uno de ellos, sin llegar a acuerdos sobre el tipo de comportamiento que se espera.
En general, las familias presentan conflictos que cristalizan y se sistematizan, presentándose circularmente el mismo tipo de conductas, en orden y tiempo. Por ejemplo, cuando la familia exige una solución inmediata al hijo, este se muestra bajo presión interesado en cambiar, pero pronto opta por no apoyar la solución pedida o hacerlo parcialmente, repitiéndose una y otra vez el mismo patrón. Se busca un centro de tratamiento, se le convence, inicia el tratamiento, cumple con las exigencias y, a medida que este evoluciona, la familia deja de exigir o se rinde ante la primera recaída, volviendo a repetirse las mismas conductas de forma cíclica.
Todo esto muestra la enorme dificultad de la familia para adaptarse a los nuevos roles de la persona dependiente cuando esta deja de serlo. Lo que puede encubrir o incluso obviar otros problemas o conflictos de base que se consideran demasiado amenazadores para el mantenimiento de la estabilidad familiar.
Características del Sistema Familiar Disfuncional
Algunas características del sistema familiar disfuncional y que impiden el crecimiento de sus miembros serían:
- Falta de establecimiento de límites y normas claras, generalmente por desacuerdo de los padres.
- Confusión en la autoridad, por defecto o exceso.
- Falta de comunicación clara y abierta donde cada uno pueda exponer sus propios criterios.
- Sentimiento de culpa de los padres, sintiéndose responsables exclusivos de los éxitos o fracasos de sus hijos, que derivan en reproches entre la pareja cuando las cosas no van bien, o a pedir ellos ayuda para el hijo, rogando o seduciéndole para iniciar tratamiento.
La familia suele centrar toda su atención y energías en el problema, olvidándose de las necesidades del resto de los miembros, abandonando las relaciones sociales y el tiempo de ocio. La familia une sus esfuerzos en torno al dolor y la culpabilidad.
Otras familias se muestran incapaces de entender lo que pasa, bien por falta de información, habilidad, angustia o temor a reconocer el problema.
Objetivos de la Intervención Familiar
La intervención sobre el núcleo familiar la podemos centrar en torno a una serie de objetivos:
- Que la familia conozca y reconozca los factores perturbadores que han descompensado el funcionamiento familiar: identidad, valores, mitos y creencias, capacidades para el afrontamiento de los cambios.
- Que la familia cree un clima de afecto, pero donde las normas y límites sean necesarios y operativos para el desarrollo de actitudes que les ayuden a superar sus frustraciones y generar un espacio de seguridad, confianza, generar ideas propias sin miedo de perder autonomía, madurez e independencia de cada uno de sus miembros.
- Que la familia alcance unos hábitos de vida saludables para prevenir y afrontar las dificultades que, con relación al consumo, puedan aparecer.
- Que la familia comparta responsabilidades y tareas de forma equitativa, también espacios de ocio comunes.
- Que la familia tolere y fomente la individualidad de cada uno de sus miembros, sus objetivos y metas, facilitando así el proceso de maduración y crecimiento de cada uno de los miembros y como grupo familiar.