Interpretación Teológica, Cena de Pascua y Alianza en el Sinaí: Pilares de la Fe

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Interpretación Teológica de la Sagrada Escritura

Más allá de la necesaria interpretación histórico-literaria, cobra especial importancia la interpretación teológica. Esta se define como la investigación y el estudio de las verdades que Dios ha querido revelar por medio de los autores sagrados para la salvación de los hombres. El Catecismo, recogiendo la enseñanza del Vaticano II, afirma: "La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita", para sacar el sentido exacto de los textos sagrados.

Criterios para la Interpretación según el Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Sagrada Escritura conforme al Espíritu que la inspiró:

  1. Prestar una gran atención al contenido y a la unidad de toda la Escritura, que tiene a Dios como autor principal.
  2. Leer la Escritura en la Tradición viva de toda la Iglesia. Los Padres afirmaban que la Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos.
  3. Estar atento a la analogía de la fe, es decir, a la cohesión o armonía de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación, pues Dios no se contradice ni puede engañar.

La Cena de Pascua: Celebración Central del Pueblo de Israel

El pueblo de Israel tiene como celebración principal la Cena de Pascua. "El día 10 de este mes tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa… Lo habéis de comer así: ceñidas vuestras cinturas, las sandalias en los pies y el bastón en vuestras manos. Lo comeréis deprisa: pues es la Pascua del Señor". Con estas palabras, el Señor instituye la Pascua de Israel, acontecimiento clave que conmemora la intervención prodigiosa de Dios en la liberación del pueblo elegido.

La palabra "pascua" significa "paso", que será liberación salvadora para los hebreos y exterminio para los egipcios tiranos. En el Nuevo Testamento, la palabra pascua se aplicará al "paso" de Cristo al Padre por medio de la muerte y resurrección, al "paso" de la Iglesia al reino eterno.

La Eucaristía y el Misterio Pascual

Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía en el contexto de una cena ritual con la que se conmemoraba el acontecimiento fundamental del pueblo de Israel: la liberación de la esclavitud de Egipto. Esta cena ritual, relacionada con la inmolación de los corderos, era memoria del pasado, pero al mismo tiempo también era memoria profética, es decir, anuncio de la liberación del pecado.

Enseña el Catecismo: "Cristo el Señor realizó esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión. Por este misterio, "con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida". Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia. Por eso, en la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el Misterio pascual por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación". El misterio de la Eucaristía se convierte en el factor renovador de la historia de todo el cosmos.

La Alianza en el Sinaí: Compromiso entre Dios e Israel

En camino hacia la tierra prometida, el pueblo hebreo realiza una alianza con Dios en el monte Sinaí por medio de Moisés. Esta alianza tiene dos grandes significados:

  1. El pueblo hebreo es elegido por Dios para guardar y transmitir la revelación divina. El Señor se compromete a proteger con predilección a Israel.
  2. El pueblo se compromete a vivir lo que recibe de Dios: que Él es el único Dios verdadero y que ofrece al pueblo un código de conducta, los Diez Mandamientos, que distinguirá a Israel por una moral superior a la de los otros pueblos.

Los Diez Mandamientos y la Ley Natural

En los Diez Mandamientos está sintetizado lo que ha venido en llamarse de modo clásico la ley natural. Dios revela lo que los hombres consideran el criterio moral que brota de la naturaleza del hombre y que, por tanto, hace digna su conducta. En definitiva, se trata de un criterio de valor universal.

Éxodo, 19, 5-8: "Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; 6: vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel". 7: Fue, pues, Moisés y convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todas las palabras que el Señor le había ordenado. 8: El pueblo entero respondió a una diciendo: "Haremos cuanto ha dicho el Señor". Y Moisés comunicó al Señor la respuesta del pueblo.

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