La Integración de Fe y Razón: Fundamentos de la Ética y Ley Natural en Tomás de Aquino
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Introducción al Pensamiento de Tomás de Aquino
Tomás de Aquino (1225-1274) fue un filósofo y teólogo medieval, destacado por integrar la tradición aristotélica con la doctrina cristiana. Vivió durante el apogeo de la Escolástica, en un contexto de renovación intelectual impulsada por las universidades. Su obra principal, la Suma Teológica, aborda cuestiones fundamentales sobre Dios, la ética y la naturaleza humana. Su preocupación central era conciliar fe y razón, demostrando que ambas conducen a la verdad. Recibió influencias clave de Aristóteles, San Agustín y los filósofos árabes como Averroes.
La Ética Tomista: Eudemonismo y Virtudes
El Fin Último y la Felicidad
La ética tomista adopta un punto de vista eudemonista y teleológico, similar a la ética aristotélica, pero añade el matiz de Dios. Según Santo Tomás, la felicidad perfecta solo puede conseguirse en la vida futura y consiste en la visión de Dios.
Las Virtudes y la Orientación Sobrenatural
Las virtudes son los hábitos gracias a los cuales el alma puede realizar bien cada uno de los fines a los que tiende. A la distinción aristotélica entre virtudes intelectuales y virtudes morales, Santo Tomás añade las virtudes sobrenaturales o teologales (*fe*, *esperanza* y *caridad*), que tienen como objetivo a Dios y son infundidas en nosotros por Él. Estas virtudes superan la capacidad humana natural y orientan al ser humano hacia su fin último: la unión con Dios.
La Ley Natural y las Inclinaciones Humanas
El Bien y la Naturaleza Racional
El bien para el hombre es aquello que conviene a su naturaleza, aquello a lo que tiene inclinación natural como ser racional. Por ello, la ley moral es la ley natural, es decir, aquella que emana de nuestra naturaleza. Así, la ley natural se convierte en un principio evidente, universal e inmutable, que actúa como guía para la conducta humana.
Las Inclinaciones Naturales
El ser humano posee inclinaciones naturales que fundamentan la ley moral:
- En común con todas las sustancias: Una inclinación natural a la preservación de la vida.
- En común con los demás animales: Una inclinación natural a propagar la especie y a criar hijos.
- Como ser racional: Una inclinación natural a buscar la verdad (especialmente referente a Dios) y a vivir en sociedad.
La Jerarquía de las Leyes: Eterna, Natural y Positiva
La Ley Eterna como Fuente
Dado que Dios es el creador y el responsable del gobierno, existe una ley eterna que es el origen y la fuente de la ley natural, la cual participa de la ley eterna. Santo Tomás define esta ley eterna como la razón que gobierna todo el universo y que existe en la mente divina, regulando todos los actos y movimientos del universo.
Esta ordenación general del universo no regula del mismo modo el comportamiento humano y el de los otros seres naturales. El comportamiento de estos otros seres es regulado a través de leyes físicas a cuyo cumplimiento no pueden sustraerse, ya que carecen de libertad. El hombre, por el contrario, es un ser libre, por lo que su conducta no es ordenada por leyes físicas, sino por una ley moral (aquella parte de la ley eterna que se refiere específicamente a la conducta humana).
Ley Positiva y Autoridad del Estado
La ley del Estado (ley positiva) debe definir y hacer explícita la ley natural. Por tal razón, el legislador no tiene derecho a promulgar leyes que vayan contra la ley natural o sean incompatibles con la misma; su poder legislativo deriva en última instancia de Dios, ya que toda autoridad procede de Dios.
Política y Subordinación al Fin Sobrenatural
Santo Tomás afirma que el fin de la sociedad es la vida virtuosa. Pero añade que el fin último del hombre es vivir virtuosamente para llegar a gozar a Dios. Conducir al hombre a ese fin corresponde a la ley divina. La conducción se confía a Cristo y su Iglesia, de modo que el poder temporal del Estado debe estar sometido al poder de la Iglesia. Sin embargo, este poder no es directo, ya que es al Estado al que le corresponde administrar la economía y preservar la paz, pero debe atender estos asuntos con la mirada puesta en el fin sobrenatural del hombre. Así, aunque el Estado tiene su propia esfera, no deja de estar subordinado a la Iglesia.
Conclusión
La ética y la política de Aquino están profundamente vinculadas a su concepción de ley natural, positiva y eterna, a través de las cuales articula un modelo de sociedad y gobierno orientado hacia el bien común y el fin trascendente del ser humano.