Ínsula Barataria: El Gobierno de Sancho Panza y su Legado en Alcalá del Ebro
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Ínsula Barataria: El Sueño de Sancho Panza en el Quijote
El Origen de la Promesa
En el capítulo XLV de la segunda parte del Quijote, Cervantes describe la ínsula de Barataria, el lugar con cuya promesa Don Quijote había convencido a Sancho Panza para acompañarlo en sus aventuras.
El Engaño de los Duques: Rumbo a la Falsa Ínsula
Don Quijote y Sancho llegaron a Aragón para participar en unas justas de Zaragoza, siguiendo el curso del río Jalón. Cuando llegaron al Ebro, fueron rescatados de su naufragio por unos molineros pescadores. Al reanudar su viaje, se encontraron con unos duques que los conocían por haber leído la primera parte del Quijote y les invitaron a su palacio —que aún hoy sigue tal y como lo describió Cervantes— para reírse de ellos. Durante sus días allí, los duques y sus sirvientes se divirtieron a costa de ellos, haciéndoles diversas bromas, como:
- Hacerles creer que volaban en el caballo de madera Clavileño.
- Convencerlos de que el mago Merlín les visitaba para anunciar que Dulcinea se había convertido en una campesina por un hechizo que solo Don Quijote podía resolver.
Sancho Gobernador: Alcalá del Ebro como Barataria
Los duques le hicieron creer a Sancho que una pequeña aldea al lado del río, llamada Alcalá del Ebro y propiedad de los duques, era la ínsula prometida por Don Quijote, y que él sería su gobernador. Hoy en día, una estatua junto al río conmemora la simbólica posesión de la ínsula por parte de Sancho.
El Breve y Agitado Mandato
Los vecinos de Alcalá del Ebro, siguiendo las instrucciones del duque, estuvieron tomándole el pelo a Sancho durante los siete días que este pasó sin comer ni beber apenas, no fuera que lo envenenaran. Pasó las noches en vela a causa del hambre, de los continuos pleitos que le planteaban sus súbditos y de los intentos de asedio. Al séptimo día, harto de la situación, Sancho cogió su caballo y abandonó la ínsula, no sin antes declarar que él no había nacido para ser gobernador ni para defender ínsulas, sino para arar y cavar. Así, regresó al palacio donde se encontraba Don Quijote.
Alcalá del Ebro Hoy: La Realidad Tras la Ficción Cervantina
Actualmente, Alcalá del Ebro es un pueblo pequeño y humilde, formado por unas cien casas arracimadas en torno a su iglesia y asomadas a un meandro del río Ebro. Este río lo rodea de tal manera que prácticamente lo convierte en una isla, condición que se materializa cuando el caudal crece hasta desbordarse. La parte de Alcalá más cercana a sus orillas está protegida por muros, transformándose en esas ocasiones en una auténtica isla. Todo su caserío se congrega junto a los restos del palacio o fortaleza que dio nombre al pueblo (Alcalá significa «castillo» en árabe). Dicho palacio, además de servir de ficticia residencia a Sancho Panza, era el lugar donde se alojaban los duques durante sus visitas. La sencillez del pueblo hace difícil creer que Sancho realmente lo considerara un reino fantástico.