Inmersión Etnográfica: Claves de la Observación Participante en Ciencias Sociales
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La Observación Participante: Una Inmersión Profunda en la Realidad Social
La observación participante es una técnica de investigación empírica diseñada para trabajar directamente en el terreno, sobre el lugar en el que se desenvuelve la vida real. En el siglo XX fue desarrollada por los antropólogos sociales.
Su objetivo es observar desde la participación en aquello que se observa. Observar desde la participación implica, al menos, dos ejercicios: el de la participación y el de la observación. Lo que caracteriza a la observación participante es la estrecha unidad de sus componentes. Su objetivo es acumular un corpus de información etnográfica que facilite la elaboración de conocimiento sociológico o antropológico sobre un problema de alguna de las ciencias humanas o sociales.
La mirada es fundamental, pero resulta insuficiente para hacer posible una descripción eficaz. Antes que nada, esa mirada tiene que estar motivada. Tiene que existir algún motivo por el cual el observador dirige su mirada hacia algún lado. Junto a la vista, intervienen en la observación el oído, el olfato, el tacto y algo más.
Ese algo que interviene en toda observación es el conjunto categorial en el que inconscientemente se apoya el observador.
Estar Allí y Participación
Estar allí es algo más que mera presencia física. Implica participar de varias formas y en distintos grados, lo cual a su vez variará según el tipo de grupo humano o de actividad sobre la que se centre la observación.
A veces se ha pensado que la observación realizada desde un rol que oculte el ejercicio de la investigación consigue información más objetiva o, al menos, no distorsionada conscientemente por los actores al sentirse observados por quien saben que les está investigando, y todo esto es por una falta de claridad en la comprensión de cuál es el objetivo de la observación o fruto de una aplicación inmadura de la técnica. Si esta se aplica bien, los observadores no tienen que sentirse examinados. Es responsabilidad del observador lograr la aceptación de los observados, que con el tiempo acabarán acostumbrándose a la presencia del investigador.
La convivencia que permite la participación es lo que distingue a ésta de las otras formas de observación. El observador llega a percibir más de lo que consigue reconocer. Reconocer lo percibido será, por tanto, una de sus tareas más cotidianas que le exigen reflexión, crítica, distanciamiento y comparación. Por otra parte, estar allí participando supone que toda su persona queda expuesta a la interacción social con los actores.
Observación
La participación, aun cuando genera datos por sí misma, está concebida como base para la observación. El observador participante no se decide a practicar esta técnica por desconfiar de las otras. Cada técnica tiene características distintas que la hacen más o menos productivas según qué aspectos de la vida social.
Lo propio de la observación participante es atender a aquello de lo cual los informantes no pueden informar, a aquello que no sabrían contestar en una encuesta o en una entrevista.
Los actores, de hecho, no nos pueden informar de todo aquello que no caen en la cuenta de que sería necesario explicarlo a un investigador social.
Tampoco nos pueden informar de todo aquello que, condicionando su conducta, es inconsciente, o de aquello que, por recibir en su mundo una calificación moral negativa, debe ocultarse. Todo esto deberá observarse.
¿Cómo llevar a cabo la Observación Participante?
El observador, en primer lugar, deberá alcanzar una aceptación en el grupo humano implicado en el tema del que se ocupa su investigación. Analizar el modo de acceder al grupo y comprender cuál puede ser el tipo de relación más adecuado con los actores es una de las primeras tareas.