Inglaterra Victoriana: Reformas Sociales y el Nacimiento del Bienestar Laboral

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Inglaterra Victoriana (1837-1901): La Era de las Transformaciones Sociales

La Reina Victoria ascendió al trono de Gran Bretaña en 1837, marcando el inicio de una época de gran expansión y prosperidad, aunque no exenta de profundos problemas sociales. A diferencia del continente, donde se produjeron revoluciones hasta 1848, en Inglaterra predominó el reformismo sobre la violencia. La construcción de la democracia liberal fue un proceso complejo y gradual. En el ámbito económico, el desarrollo de la Revolución Industrial trajo consigo serios problemas sociales, lo que impulsó la creación de diversas leyes para mitigarlos.

Primeras Leyes Laborales y Sociales

En 1833, se aprobó una ley pionera que limitaba la jornada de trabajo de los menores a 8 horas diarias. Para los intelectuales liberales de la época, esta medida presentaba inconvenientes, ya que, según su perspectiva, dificultaba la emigración del campo a la ciudad, no incrementaba el ahorro ni el rendimiento en el trabajo y fomentaba el crecimiento de la población.

La Ley de Pobres de 1834, aunque no llegó a la abolición total de la asistencia, estableció condiciones muy concretas para otorgar subsidios. Esta ley introdujo medidas novedosas para la gestión de la pobreza:

  • Creación de una autoridad central de control para la cuestión de la pobreza.
  • Nombramiento de inspectores para el control de la seguridad e higiene en el trabajo.

La influencia de estas reformas se extendió por todo el mundo. A la regulación de la jornada laboral se oponían firmemente industriales y políticos defensores del liberalismo económico, argumentando que la legislación protectora implicaba una interferencia injustificada en la libertad de empresa.

En 1844, la Ley de Fábricas equiparó a las mujeres con los trabajadores jóvenes y limitó su jornada laboral. Cinco años después, se redujo la jornada laboral de mujeres y niños a 10 horas.

Consolidación de Derechos y Bienestar

La Ley de Sindicatos de 1871 concedió libertad de actuación a la actividad laboral organizada. En 1874, el gobierno conservador aprobó una Ley de Viviendas de Artesanos que otorgaba a los ayuntamientos la autoridad para demoler barriadas pobres y reemplazarlas por viviendas mejores.

Los sindicatos se beneficiaron significativamente de la Ley de Empresarios y Trabajadores, que transformó las bases legales de las relaciones laborales, poniendo fin al injusto concepto de 'amo y criado' y reconociendo la libertad de pactos para el trabajador. Esta ley también reforzó las protecciones para mujeres y niños que trabajaban en las fábricas.

El gobierno inglés continuó abordando los problemas sociales, y en 1896, se implementaron compensaciones para los trabajadores que sufrieran daños en accidentes de trabajo. Se realizaron esfuerzos para mejorar la sanidad pública y las condiciones laborales, y se introdujo una Ley de Conciliación. Esta ley buscaba la resolución voluntaria de conflictos laborales, evitando la intervención estatal con sanciones legales. La conciliación era llevada a cabo por funcionarios del Estado, y su acción arbitral consistía en organizar, a través de terceras personas, comités o el Tribunal Industrial como órgano permanente de arbitraje.

Aunque se promovió un plan para crear pensiones de vejez, este fracasó debido a los elevados gastos causados por la Guerra de los Bóeres (un conflicto en Sudáfrica entre ingleses y colonos holandeses).

Hacia el Estado de Bienestar Moderno

Es importante destacar la Ley de Conflictos Laborales de 1906, que estableció libertades sindicales con protecciones frente a responsabilidades en los conflictos que les atribuían los jueces. Estas inmunidades permitieron a los sindicatos ingleses actuar como un contrapeso efectivo de la patronal sin salirse de la ley.

El gobierno liberal de Lloyd George aprobó la Ley de Seguridad Social en 1911, que aseguraba el desempleo a los trabajadores de industrias y a los obreros manuales contra la enfermedad. En 1913, se registró el mayor número de huelgas, un preludio de la inminente Primera Guerra Mundial.

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