Influencias literarias en la obra de Miguel Hernández: Clásicos, vanguardia y tradición popular
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La influencia de la tradición en la obra de Miguel Hernández
Miguel Hernández fue un poeta permeable, un escritor que se interesaba por todo lo que leía y oía. Trabajó con fuentes tradicionales populares y de fuentes de tradición culta. La tradición en la producción hernandiana se presenta en un doble influjo a lo largo de sus obras:
- La tradición de los clásicos literarios españoles: poesía y teatro de los Siglos de Oro, poesía, teatro y prosa poética de la modernidad.
- La tradición popular de interés o hábitos estables (raigambre) orales: poesía anónima, surgida del colectivo popular.
Solo en el periodo anterior a la Guerra Civil española existen algunas muestras de escarceos vanguardistas en su poesía, especialmente en una doble dirección:
- Poesía dura y cubismo literario.
- Surrealismo.
Se puede apreciar de manera casi cronológica en tres apartados:
- La tradición de los clásicos españoles.
- Los escarceos vanguardistas: el surrealismo.
- La tradición popular: el neopopularismo.
La tradición de los clásicos españoles
Miguel Hernández fue un ávido lector. Leyendo con atención su obra poética, podemos rastrear una selecta historia de la literatura española y comprobar cómo asimila e incorpora a su escritura esas múltiples propuestas literarias.
En sus inicios, Hernández se crea la necesidad de ir mostrando que sabe interpretar sus lecturas y que ya es ducho en el manejo del lenguaje poético más culto y elevado. Para ello, recurre, por ejemplo, a la mitología griega y latina aprendida en los escritores del Siglo de Oro. Son constantes las apariciones de seres mitológicos en los poemas adolescentes y juveniles (Helios, ninfas, sátiros, Leda, Cástor y Pólux, Apolo y Dafne, Orfeo…).
De los clásicos españoles hay pruebas de sus gustos literarios, desde los tópicos del ubi sunt de Jorge Manrique hasta los juegos metafóricos barrocos.
La estela católica y espectacular de Calderón de la Barca (La vida es sueño) es la que propicia la resurrección de un género prohibido en España desde 1765: el auto sacramental. Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras es la primera obra de teatro de Miguel Hernández.
Un paso hacia el progresismo ideológico lo dará Miguel Hernández de la mano del teatro épico de Lope de Vega. Fuenteovejuna será modelo para sus dos obras de primera reivindicación social: Los hijos de la piedra y El labrador de más aire. La personalidad que más impacta en el joven Hernández es la de Luis de Góngora. De la influencia de la metáfora y el hermetismo gongorino brotará Perito en lunas y en El rayo que no cesa: “Por desplumar arcángeles glaciares”.
En esta constante formación de una voz propia, Hernández no renuncia a los grandes poetas del amor o a los escritores épicos del Romanticismo: Bécquer, Espronceda o Zorrilla.
El primer poema publicado por Miguel en la prensa oriolana, “Pastoril”, es un ejercicio de imitación del modernismo de Rubén Darío, de quien calcará la famosa “Sonatina”: “La princesa está triste…”.
Miguel Hernández llama “padre espiritual” a Unamuno. Elogia a Antonio Machado, del que procede su impronta castellana. Pero por quien siente una predilección especial por su fina sensibilidad es por Juan Ramón Jiménez.
Los escarceos vanguardistas: el surrealismo
Los contactos de Miguel Hernández con la vanguardia fueron escasos. Destaca su conexión con el purismo (en imitación de Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez y los poetas simbolistas franceses) en el ciclo inaugurado por Perito en lunas.
Experimenta a mediados de 1935 un giro ideológico que se traduce en un giro de lenguaje literario también. En la época del llamado ciclo de “Sonreídme”, el oriolano emplea algunos recursos propios del lenguaje surrealista (ver libro de texto). Así y todo, no se puede afirmar que Hernández fue un poeta surrealista, sino que empleó ocasionalmente algunos recursos próximos al surrealismo durante un corto periodo de tiempo de su producción, entre 1935 y 1936, y en escasos poemas.
La tradición popular: el neopopularismo
La recreación culta de la tradición de corte popular recibe el nombre de neopopularismo, especialmente desde la Generación del 27. La corriente popular llega a Miguel Hernández por dos vías:
- La transmisión oral.
- Sus lecturas.
El entorno rural hacía familiares coplas de estaciones, cantares de siega, lances amorosos, etc. Era buen amigo de troveros como Carlos Fenoll y familia. Fueron conocidas sus propias dotes de repentización o improvisador (como los actuales raperos, pero con más lirismo y profundidad de contenidos).
Por otro lado, no eran extrañas las lecturas de recopilaciones específicas del folclore español, como el Cancionero popular murciano, de Alberto Sevilla. De García Lorca pudo tomar Miguel varios motivos de inspiración.