Influencia de variables psicológicas en la conducta de salud
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Existen distintos tipos de variables que parecen determinar en gran medida la conducta de salud. Desde una perspectiva psicológica, merecen ser destacadas la influencia del contexto social, la percepción del síntoma, los estados emocionales y las creencias sobre la salud.
El contexto social
El contexto social de la persona ejerce una notable influencia sobre sus hábitos de salud. Así, por ejemplo, Gil y Ballester (2002) han observado que los dos mejores predictores del consumo y abuso del alcohol en los jóvenes lo constituyen que los padres inicien a los niños con motivo de fiestas o celebraciones y la asunción, por parte del grupo de iguales, de que el alcohol facilita la diversión. En los adultos las relaciones sociales también influyen decisivamente en el cuidado de la salud. Contar con una verdadera red de apoyo social es una de las condiciones más importantes para evitar las conductas de riesgo y promover el comportamiento saludable.
La percepción del síntoma
En el momento en que aparecen algunos síntomas inesperados muchas personas deciden iniciar un cambio en ciertas conductas de salud. La persona que un día nota que cuando sube las escaleras llega sin aire arriba, puede decidir iniciar un programa de ejercicio físico. O un fumador que comienza a toser de modo persistente puede empezar a pensar en dejar de fumar. En estos casos los síntomas se suelen considerar como una señal de un potencial problema físico y los cambios que se producen en las conductas de salud constituyen una manera de reducir el riesgo percibido. Sin embargo, la influencia de estos síntomas suele ser sólo transitoria, y de hecho, por ejemplo, el fumador suele retomar el consumo de tabaco una vez que la tos ha cesado.
Los estados emocionales
Los estados emocionales pueden modificar notablemente las conductas de salud. Así, por ejemplo, el fumador puede llegar muy pronto a encadenar las situaciones de estrés con el consumo de tabaco como una forma de enfrentarse a dichas situaciones. De hecho, situaciones de ansiedad o de aburrimiento suelen ser potenciales desencadenantes de la conducta de fumar (Becoña, 2006). En esta misma línea, se ha observado, dentro de la grupo de iguales, de que el alcohol facilita la diversión. En los adultos las relaciones sociales también influyen decisivamente en el cuidado de la salud. Contar con una verdadera red de apoyo social es una de las condiciones más importantes para evitar las conductas de riesgo y promover el comportamiento saludable.
Las creencias sobre la salud
Las creencias que sobre la salud tiene una persona también influyen en sus hábitos. Cuando se padece una enfermedad es muy probable que el que la sufre desarrolle, sobre la base de sus conocimientos y experiencia, toda una serie de valoraciones en relación a los cambios que se van produciendo y que pueden influir notablemente en las conductas de salud que adopte. Entre los hipertensos, que en general suelen mostrar una baja adhesión al tratamiento farmacológico, el consumo de la medicación puede quedar regulado en función de sus excesos en la dieta o de síntomas que atribuyen a la enfermedad (como el enrojecimiento de la piel), sin que exista una evidencia objetiva de que tales cambios puedan atribuirse a un incremento de la presión arterial. Una clase de creencias que puede influir en las prácticas de salud son las relacionadas con la vulnerabilidad percibida por el propio sujeto. En general, las personas tienden a ver el futuro de su salud de un modo excesivamente optimista y poco realista. De hecho, cuando se evalúa la probabilidad de padecer una enfermedad en el futuro, la mayoría cree tener una probabilidad muy por debajo de la media de padecer alguna alteración física (Weinstein, 1988).
La compensación del riesgo es otra clase de creencia que sirve para resolver la disonancia cognitiva de aquellas personas que son conscientes de que alguno de sus hábitos (p.e. alimentarios, tabáquicos, etc.) no es saludable. Para ello, llegan a convencerse de que otros hábitos saludables (p.e. acudir al gimnasio regularmente) pueden compensar o neutralizar e efecto de los hábitos insalubres. Esta creencia está presente en muchas personas que son reacias a cambiar comportamientos como el tabaquismo o el sedentarismo (Radtke, Scholz, Keller et al., 2011).
Además, las creencias sobre la bondad de determinados comportamientos en la salud no garantizan la puesta en práctica de dichos comportamientos. Muchas personas están convencidas de que dejar de fumar o hacer ejercicio físico puede mejorar su salud; sin embargo, no son capaces de incluir esas conductas dentro de sus hábitos de vida. Las creencias sobre lo que lleva a la salud se tornan así en condiciones necesarias pero no suficientes para el desarrollo de un estilo de vida saludable.