La influencia de la televisión en la cultura política moderna
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La contienda en casa: dependencia de la televisión durante la campaña electoral.
Las campañas: son un fenómeno concreto de la com pol, es el momento en el que los partidos políticos compiten por el poder para así conseguir poner en práctica sus ideas y ejercer su influencia. / La RAE define "campaña" como: "conjunto de actos o esfuerzos de índole diversa que se aplican a conseguir un fin determinado". La campaña política con fines electorales es definida por Agranoff como "el esfuerzo coordinado para conseguir ganar unas elecciones a través de la movilización de recursos humanos, sociales y ambientales". / Esta movilidad que exige una campaña electoral supone en el electorado un movimiento ante la atracción que le despiertan las actitudes, creencias o conductas de otro individuo o grupos de individuos que le están transmitiendo un mensaje. La imagen del partido, del candidato y de las propuestas que realiza a través de los medios, y muy especialmente de la tv, son agentes que cooperan en la elaboración de un espacio político dirigido al electorado que debe decidir a través de esa imagen qué posición toma, o a quién o quiénes decide votar. / "Con la llegada del sufragio universal masculino y con el acceso al voto de las mujeres, cambia radicalmente el modo de hacer campañas electorales. La radio y, ya en los años 50, la tv implicarán el abandono definitivo de los viejos modos de hacer campañas". / La campaña electoral clásica centrada en el mitin político está siendo sustituida por la campaña hecha para los medios, y más concretamente para la tv, ya que es el medio elegido de forma mayoritaria por los electores para seguir la campaña electoral. /
Medio utilizado para seguir la campaña electoral (todos o casi todos los días): Periódicos (17,1) Televisión (44,9) Radio (17,9)
Asistencia a mítines: Sí (6,6) No (93,2) N.C. (0,2)
“La tv, se convierte, por tanto en el soporte principal sobre el cual comparar las identidades y similitudes con que se ejecutan las campañas electorales en nuestro tiempo. La tv es el medio que más ha transformado la petición de voto desde 1950 a la actualidad. Se ha convertido en el primer proveedor de información política del s. XX. La prensa, la radio, los mítines, el correo, han sido desplazados por este medio en todos los países. Ahora bien, estamos ante un proceso que ha finalizado o estamos ante una progresión permanente del papel político de la tv. Todo parece indicar que estamos ante un proceso inacabado”. Pese a que Internet comienza a ofrecer nuevas posibilidades en la comunicación política: lectura de prensa, correo electrónico, consulta de páginas “web” ofrecidas por los propios partidos políticos... ; la tv, por su comodidad y ante la escasez de tiempo del ciudadano medio, sigue presentándose como el principal medio para mantenerse informado de la vida política. Aunque, como precisó Ranney hace ya bastantes años, una parte muy importante de esos ciudadanos son inadvertent audience, una audiencia no atenta, distraída que absorbe por ósmosis una información política que no busca.
Manzini y Swanson
han advertido la repetición, en la mayoría de los países democráticos, de una serie de prácticas en la relación política-medios que confluyen en lo que denominan “modernización” o “americanización” de la comunicación política. Prácticas comunes que se observan con mayor facilidad durante la campaña electoral: la creación de anuncios políticos, la selección de los candidatos teniendo en cuenta su imagen en tv, la contratación de expertos en estrategias electorales, la negociación con profesionales de los medios para producir el material de la contienda, el incremento en el gasto realizado en campaña, y los medios de masas ocupando el centro del escenario de la cita electoral.
Para Kaid y Holtz-Bacha
la “americanización” de las campañas puede ser juzgada teniendo en cuenta las siguientes características: el dominio de la tv, el predominio de imágenes sobre determinados asuntos (temas en campaña), la personalización y la profesionalización de los actores políticos que participan en las estrategias electorales de los medios.
La destreza electoral de los candidatos
supone centrar la atención del público y de los medios en aquellos temas y cuestiones que suponen les resultarán favorables y perjudicarán a sus oponentes. Los medios se sitúan en el objetivo prioritario de tales esfuerzos, los candidatos y sus asesores intentarán controlar al máximo de sus posibilidades el contenido que los medios difunden.
Trent y Friedeberg
determinan, a través de seis principios, las funciones de los medios en el terreno de la política: el 1º establece que el efecto más importante de los medios es la persuasión directa, proveyendo a la gente de información que afecta a su percepción... El 2º indica que el candidato contemporáneo necesita a los “mass media”, los votantes tienen expectativas en la información que sobre el líder y la campaña les presentan los medios... El 3º señala que los medios tienen un enorme poder determinando que noticias, qué candidatos y qué asuntos deben recibir cobertura diaria... El 4º es menos obvio: los líderes políticos también utilizan los medios para sus propios propósitos, aunque no siempre son capaces de controlarlos. El 5º subraya que la influencia de los medios es importante para nuestro conocimiento y aprecio del proceso electoral... El 6º nos recuerda como los “mass media”, principalmente la tv, ha cambiado el camino de los candidatos en campaña.
El objeto de los partidos políticos y sus líderes es alcanzar la victoria electoral, los principios enumerados anteriormente marcan la trascendencia de la labor mediática, y en especial del medio audiovisual, aun así, las investigaciones realizadas, en el campo de la comunicación política, tienden a señalar que la campaña televisada resulta sólo decisiva en situaciones de empate técnico, ya que la mayor parte de la población decide su voto antes de la campaña oficial. Pero es también una fórmula para indicar la presencia, la fuerza y las armas con las que cuenta cada uno de los partidos políticos.
“Toma asiento cada vez más la idea, entre la práctica globalidad de los políticos, de que la televisión sirve más bien poco para garantizar el éxito electoral, ante unos eventuales comicios y bastante para perderlas, y particularmente para llevar a la derrota a la formación política contraria. Especialmente, en aquellas campañas en las que las encuestas ya dan como vencedora virtual a una determinada formación”.
¿Qué muestra la televisión durante la campaña electoral?, ¿dónde y cómo aparecen los partidos políticos y sus candidatos? Son cuatro los principales géneros televisivos utilizados para llevar la campaña electoral hasta el espectador: 1) la noticia, 2) la entrevista, 3) el anuncio político, y 4) el debate.
Detras de la 5
Los estudios llevados a cabo en EEUU, donde en una campaña casi la mitad del presupuesto se dedica a comprar espacios para emitir publicidad electoral, señalan que "la aparición del candidato en las noticias tiene mayor impacto en el público que la campaña comercial", aunque si se parte de una situación igualada para los contendientes la publicidad desplegada, dentro de una estrategia de bombardeo mediático coordinado con la generación de noticias, puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.
La noticia o información electoral: la información electoral trata de relatar y enseñar al público la actividad realizada por el partido en campaña en ese día. En nuestro país, en el caso de la cadena pública (TVE), la duración de los tiempos electorales depende del Consejo de Administración de RTVE, que dictamina la equidad entre las noticias sobre los diferentes partidos y sus líderes políticos basándose en la en la representación parlamentaria. Desde el día en que se inicia la campaña con la popular "pegada de carteles", hasta el día de cierre de la misma, los candidatos hablando y participando en mítines son los grandes protagonistas de las noticias de campaña. / "Cientos de candidatos tendrán que seguir a los equipos móviles de TVE en lugar de que sean las cámaras quienes les sigan a ellos. TVE ha organizado así las campañas autonómicas y municipales de los partidos minoritarios, al obligarles a adecuar las horas y los escenarios de sus actos públicos a los recorridos que previamente se han establecido para las unidades de grabación en vídeo, según fuentes de esas organizaciones políticas. El motivo de este planteamiento son las limitaciones técnicas de los centros emisores, que no dan para que un equipo cubra la información de cada uno de los candidatos. Por ello el seguimiento ha de efectuarse al revés" / Alex Grijelmo en el diario El País, dice: "La campaña tv legitima el partido y, en el caso hipotético, de que un partido no aparezca en tv o aparezca menos de los aconsejable se deslegitimaría y, sin la menor duda, apenas si contaría para el reparto de la tarta electoral". / Los espacios informativos han sido objeto en los últimos años de numerosas investigaciones, que han tratado de averiguar si el diferente tratamiento de los partidos políticos en estas noticias podría tener una incidencia en la decisión de voto. No en vano son ya muchos los científicos sociales que estudian el efecto de las noticias políticas en tv y su credibilidad, así Gaziano y McGrath señalaron en 1986 que cuando la gente experimenta un conflicto a través de una noticia, les es más fácil y agradable creer en las noticias de la tv porque "ver es creer", y Graber atacando la teoría de quienes defienden que aprender de las noticias en tv puede ser más difícil porque las noticias en tv son transitorias y no pueden ser "releías" señala que "si uno considera sólo genuinamente lo que es nueva información, la proporción de nuevos recuerdos es bastante alta". / La mayoría de los estudios afirman, que las noticias en general presentadas en los periódicos o a través de una pantalla de ordenador son recordadas y comprendidas en un nivel mayor que aquellas recibidas por la radio y tv, que obtienen un menor nivel de comprensión en su audiencia y una mayor dificultad para recordarlas. M.L. DeFleur, L. Davenport, M. Cronin, y M. DeFleur en 1992, reconocen la supremacía de la prensa y el ordenador a la hora de recordar detalles de una noticia leída, mientras que la tv aparece como la fuente elegida mayoritariamente para exponerse a las informaciones, pese a que sus contenidos pueden no ser recordados con exactitud. / Pero es esa supremacía del consumo televisivo la que obliga a interesarse por la presentación y selección que el medio audiovisual hace de la campaña electoral. En España resultan pioneros los trabajos de J. Díez Nicolás y H. A. Semetko en el tratamiento de las noticias en tv y su posible influencia electoral. En su análisis de la cobertura televisiva de las elecciones legislativas de 1993 y 1996, los autores llegan a las siguientes conclusiones: +La tv es el medio que tiene mayor audiencia, frente a la radio y a los diarios, en lo que respecta a la transmisión de información a los ciudadanos españoles. +Las audiencias de los programas de noticias de TVE-1 y Antena 3 difieren significativamente con respecto a múltiples características socioeconómicas...
+TVE-1 dio un trato algo más favorable el PSOE y a los líderes del PSOE que al PP y a los líderes del PP, mientras que Antena 3 dio un trato algo más equilibrado a los dos partidos y a sus líderes, e incluso fue en ocasiones algo más favorable al PP y a sus líderes que al PSOE y a sus líderes. +Existe una relación muy significativa entre haber visto los programas de noticias en TVE-1 y votar al PSOE, y haberlos seguido a través de los de Antena 3 y haber votado al PP. +Los datos analizados no permiten establecer cual es la dirección de esa relación, si es el ver un determinado canal el factor que explica el voto, o si la preferencia de voto hacia un determinado partido es el factor que explica la elección de un determinado canal televisivo en lugar de otro. / Esta última conclusión coincide con la tesis de Wober y Gunter, que ante la teoría del cultivo propuesta por G. Gerbner, defienden: ¿una correlación significativa entre exposición a la tv y la imagen estereotipada de un problema social específico, se tiene que interpretar como una influencia de la tv o es la actitud preexistente la que, como mínimo parcialmente, influye en la fruición de la tv?
La entrevista política: la presencia de un político en tv respondiendo a las preguntas de uno o varios periodistas se ha convertido en una constante de las campañas electorales. El público atento a la pantalla puede observar a su líder tanto en programas informativos, donde será preguntado por el conductor-presentador del mismo, o bien, en programas tipo debate, donde será acosado a preguntas por varios periodistas. / En nuestro país, la fórmula de entrevista más utilizada, durante las últimas campañas electorales, fue la de contar en los programas informativos con los principales aspirantes a presidir el gobierno, que tuvieron el mismo tiempo para responder a las preguntas de los periodistas y, en algunos casos para contestar a una encuesta grabada y realizada en la calle en la que los ciudadanos lanzaban preguntas al político en cuestión. / Hay que señalar, en este apartado, que la introducción de las llamadas telefónicas del público que pregunta a un candidato político se utiliza por primera vez en TVE en 1986, con el programa "Buenos Días" de José Antonio Martínez Soler.
Lejos de esta intervención seria del político en programas informativos se encuentran las nuevas fórmulas empleadas en EEUU, durante la última campaña electoral presidencial, en las que los candidatos exploraron nuevas fórmulas para presentarse en tv. Bajo el título: "Las elecciones de EE.UU. se escapan del los informativos hacia el entretenimiento". -Aparecer en programas "magazines" matutinos dirigidos principalmente a las amas de casa como el "Today" de la NBC, el "This Morning" de la CBS y el "Good Morning America" de la ABC. -A presentarse en programas musicales juveniles con el objeto de captar a los votantes jóvenes. /Estos espacios de charlas y entrevistas (talk shows) proporcionan a los candidatos la oportunidad de abordar los temas polémicos adaptados a la mentalidad de la gente corriente. Los presentadores de este tipo de programas suelen tener un conocimiento más superfluo de los asuntos de controversia, por lo que suelen mostrarse más dispuestos a dejar que el candidato responda a las preguntas sin interrupciones y sin estarles rebatiendo detalles a cada momento. “En su conjunto, el ambiente resultante de estas charlas es menos combativo que las entrevistas con periodistas o que los programas estrictos de noticias, por lo que, en definitiva, se presentan más controlables para el político”.
El anuncio político: en tv en España, a diferencia de otros países como EEUU donde candidatos y partidos políticos son libres de comprar el tiempo de acceso a los anuncios, se encuentra regulado por la Ley Orgánica 5/1.985, de 19 de junio, de Régimen Electoral General que señala que será la Junta Electoral Central quien produzca un plan para distribuir de forma gratuita el tiempo de los “spots” televisivos de cada partido en las emisoras de titularidad pública. / A esta legislación hay que sumar la Ley Orgánica 2/1.988, de 3 de mayo, reguladora de la publicidad electoral en emisoras de tv privada que señala en su artículo único que no podrán contratarse espacios de publicidad electoral en dichas emisoras. / Los anuncios políticos en nuestro país son incluidos, generalmente, después de los programas de noticias, y el tiempo es concedido teniendo en cuenta la representación parlamentaria de cada partido. Aquellos que no están en el Parlamento tienen garantizado un mínimo (e igual) tiempo basado en el nº de provincias en las que presentan candidatos. “Dichos espacios, con una asignación total de tiempo de entre 10 y 45 minutos en función de los resultados electorales de cada fuerza política en las elecciones anteriores, inicialmente eran utilizados para la enumeración monótona de propuestas resumidas de los respectivos programas electorales. Pero poco a poco han ido agilizándose e incluyendo videos ilustrativos, hasta el punto de poder decirse que son auténticos “spots” publicitarios camuflados”. / Estos anuncios políticos, incluidos en la publicidad televisada, pueden adoptar cuatro formas según Diamond y Bates. La 1ª fase de la campaña se caracteriza por el recurso a espacios de identificación. Su finalidad es dar a conocer la personalidad del candidato. La 2ª fase consiste en enunciar proporciones específicas o generales acerca de la elección. En la 3ª fase, los candidatos, por lo general, dan un giro más agresivo a su comunicación, empleando los recursos de la publicidad negativa. Por último, la campaña acaba con un clima de confianza y hasta de euforia. / En general, la publicidad política nos ofrece imágenes, escenas de distintos acontecimientos, pero cuando alguien se dirige a cámara reclamando nuestro voto es el líder del partido el encargado de hacerlo, es el gran protagonista del spot televisivo." Al permitir la introducción de figuras humanas en movimiento, el anuncio se convierte en algo vivo y espectacular, logrando mayor fuerza personal y provocando que el elector se sienta más identificado con el mensaje, sin perder el carácter personal e íntimo del medio".
Un estudio realizado, por L.L. Kaid, M. Chanslor, y M. Hovind, sobre la efectividad de los anuncios políticos en tv pone de manifiesto que algunos tipos de spots políticos tienen efectos en la valoración del candidato, recuerdo del mensaje e intención de voto. Algunos tipos de anuncios políticos son más apropiados para influir en la decisión de voto cuando están situados en un programa específico de tv. / L.L. Kaid y C. Holtz- Bacha, presentan un análisis comparativo de los anuncios políticos de diferentes países y se refieren al anuncio político como la imagen creada para promover los intereses de un partido o candidato, realizada bajo el control de ese partido o candidato, y cuyo tiempo de emisión es concedido o comprado a una cadena de tv. / No nos ofrece una respuesta resolutoria sobre si estos anuncios tienen efectos en los electores, tipo de influencias, o votantes en los que inciden, aunque, sí que abre un campo de estudio al analizar los anuncios políticos teniendo en cuenta distintos ratios que aluden principalmente al contenido y presentación visual del spot. / Existe una consecuencia significativa sobre la imagen que del candidato percibe el elector, y que ésta puede ser tanto positiva como negativa. / ... (2)
Los debates electorales: el debate político televisado nace en EEUU, en 1.960, con el enfrentamiento en directo ante las cámaras de tv de los dos candidatos a la presidencia de este país: Richard Nixon y John Kennedy. Las encuestas de opinión revelaron que "aquellos más interesados en la campaña" antes de los debates eran un 45% del electorado, la cifra aumentó hasta un 57% después de la emisión los debates. / Las encuestas en los años 50 mostraban que la tv se estaba convirtiendo en una fuente de información muy importante para el votante. En los años 60, tras la investigación realizada por la Universidad de Michigan, se ratifica esta consideración, ya que según las encuestas realizadas el 65% de los votantes americanos tuvieron en cuenta la información sobre las elecciones procedente de la televisión. / El resultado electoral favoreció a John Kennedy y numerosos analistas coinciden en afirmar que su buena actuación en los debates televisados le valió el triunfo.
Desde este primer debate presidencial televisado, tanto el público como los científicos sociales han incrementado su interés por el seguimiento de los debates durante la campaña electoral. Para el público, los debates televisados les ofrecen quizás la única oportunidad de ver y juzgar a los candidatos "cara a cara". Según White, los votantes tienen la oportunidad de conocer el posicionamiento ante determinados temas, las cualidades personales, y los programas de los candidatos políticos. Por esta razón, afirman Kraus y Graber, los debates obtienen audiencias mayoritarias en comparación con el resto de los eventos de la campaña electoral.
“Los debates en tv constituyen uno de los acontecimientos que más información generan en una campaña electoral. Promovidos o adelantados por los medios, se han convertido en el “rito electoral” que permite contemplar una confrontación directa, cara a cara, entre los dos candidatos. En EEUU o Francia los debates son la 1ª ocasión en la que los candidatos se encuentran para poder ser comparados. En los regímenes parlamentarios el interés por los debates es menor; pues los ciudadanos, muy posiblemente, ya han visto alguno o varios debates parlamentarios entre el líder de la oposición y el presidente o primer ministro. La presencia casi constante de los políticos en tv ha contribuido también a que la presentación que se produce en los debates televisivos haya perdido el interés y la expectación que despertaban antaño. El público, los votantes, saben igualmente que los candidatos hablan hoy más para los medios de comunicación que para ellos. A un debate, se dice, se va a ganar unas elecciones, no a discutir”.
Para los científicos sociales la indagación sobre los debates centra ahora el análisis de la campaña electoral en tvn. Según Katz y Feldman, la audiencia está muy interesada en este acontecimiento. Lang y Lang, Miller y MacKuen, afirman que los electores obtienen información sobre la personalidad de los candidatos y su posición ante determinados temas. Abramowitz encuentra que existe una fuerte evidencia de un efecto persuasivo en los votantes a la hora de adoptar una posición sobre un tema, teniendo en cuenta el candidato que más les gustó. / Peter R. Schrott, tras analizar las elecciones generales en Alemania Occidental desde 1972 hasta 1983, llega a la conclusión de que la percepción de un candidato como ganador afecta a la evaluación positiva de éste por el votante, mientras que el candidato perdedor tras el debate será evaluado negativamente por el elector, por último, afirma que es más agradable votar al partido ganador y, en su opinión, los debates en Alemania Occidental tienen una fuerte influencia sobre la decisión de voto. / Sin embargo, Kraus y Ranney, argumentan que los debates son simples eventos multitudinarios de la campaña electoral y no cabe esperar de ellos un fuerte impacto sobre el electorado, especialmente cuando exista un partido o un candidato que cuente de partida con una insuperable primacía.
En España, las elecciones generales de 1993 marcan una nueva etapa en la historia de las campañas electorales ya que por 1ª vez se celebran debates televisados entre los principales aspirantes a la presidencia del Gobierno, hasta entonces, como señala J.M. Contreras: "desde 1977 las peticiones para la celebración de encuentros públicos entre los principales líderes habían sido siempre rechazadas por quienes ostentaban el poder. Sólo en 1986, se conseguirían celebrar algunos debates, en los que no participó un solo candidato a la presidencia del gobierno". / La novedosa idea consiguió que se batieran todos los records de audiencia desde que se iniciaron las emisiones de televisión en nuestro país. Los debates "cuerpo a cuerpo" entre Felipe González y José Mª Aznar suscitaron un interés que desbordó todas las previsiones. Dos cadenas privadas de televisión, Antena 3 y Tele 5, se encargaron de organizar el evento. / La 1ª contienda electoral entre los dos candidatos logró una audiencia media de 9.662.000 espectadores. / El 2º debate televisado entre Felipe González y José Mª Aznar consiguió más audiencia que el primero, logrando una audiencia media de 10.524.000 espectadores.
El sondeo realizado tras el primer debate electoral señala que el candidato del Partido Popular, José Mª Aznar, resultó más creíble (50%) que su oponente (26%), y para una mayoría (50%) fue el ganador, frente al 21% que consideró que el candidato del PSOE, Felipe González, fue vencedor del debate. / El sondeo realizado tras el segundo debate electoral señaló que Felipe González resultó más creíble (45%), frente a un 27% que creía que Aznar tenía más credibilidad. El 48% de los entrevistados opinó que el vencedor había sido González y el 18%, Aznar. / Pero, el empate que se produce entre ambos líderes después de su intervención en los debates, según las encuestas, finalizó favoreciendo, en parte, al candidato socialista, Felipe González. "En el primer debate nadie duda que Aznar barrió a González, mostrando el líder popular un domino muy avanzado de las técnicas de comunicación política. En el segundo debate todos los espectadores fueron testigos directos de la sorprendente recuperación de González que, en buena medida, le permitiría un nuevo triunfo electoral".
La televisión y el comportamiento de voto: Las investigaciones llevadas a cabo para predecir y explicar el comportamiento de voto han desarrollado numerosas teorías, que fundamentalmente se han asentado sobre la base de dos factores: -Variables socio-demográficas como la edad, raza, educación y renta, -Factores socio-psicológicos como eficacia política, creencia en el sistema político y alineación. / En este tipo de modelos, fundados sobre estos dos factores, no hay lugar para variables comunicativas, a pesar de que ya en los 1ºs estudios sobre campañas electorales se muestra como el uso de las informaciones de los medios influye tanto como la comunicación interpersonal en la participación política y en el voto. / R.G. Meadow apunta que las relaciones entre factores demográficos y psicológicos y la participación electoral son menos interesantes que la influencia de los medios en la misma. Este autor apunta que aquellos que tienden a votar más suelen ser los miembros más informados de la comunidad. Cuando las variables comunicativas son incluidas en el comportamiento de voto, a menudo, éstas se vuelven muy importantes. / McLeod y Becker reconocen cinco funciones en la exposición de la información política: 1-Vigilancia: deseo de saber como piensan los políticos. 2-Guía para votar: organizar las ideas antes de emitir el voto. 3.Comunicación anticipatoria: exposición a los medios para utilizar argumentos. 4-Excitación: interés por averiguar qué candidato ganará. 5-Refuerzo: obtener apoyo para el líder político que ha decidido votar. / Hoy, en las democracias occidentales, es impensable tanto para los partidos políticos como para el propio electorado la realización de una campaña electoral sin la utilización de los mass media. J.D. Kennamer sintetiza el proceso para predecir la intención de voto en: +Factores demográficos: edad, educación, raza y sexo, que son antecedentes que emparentan con +Variables comunicativas: atención en campaña a la prensa y televisión, y discusiones sobre la campaña, y +Consistencia en la identificación partidista e interés en la campaña. / Este autor, tras realizar un estudio sobre la influencia de los medios en la intención de voto, afirma que la atención prestada a la prensa tiene un efecto indirecto sobre el voto a través de la cognición, mientras que la tv tiene un impacto directo sobre el voto, y quizá más “motivacional”. Leo W. Jeffres señala que los votantes han incrementado su base de decisión de voto en imágenes y acontecimientos en lugar de afiliación política.
La fijación de la agenda: la campaña electoral se vive por los medios, y especialmente a través de la tv, y como ha quedado demostrado, en numerosos estudios, este fenómeno produce una serie de efectos sobre algunas personas, futuros votantes, en determinados sentidos, en determinadas condiciones, durante un particular estadio de la campaña electoral y en determinados aspectos: cognitivo (conocimiento, información), afectivo (sentimientos, evaluación, interés) y forma de actuar (votando). / Las informaciones pueden proveer a la gente de competencia y confianza para desechar el votar, también darle razones para conectar con los asuntos de la campaña y los candidatos que están más cercanos a su creencia y por tanto reforzar su decisión de voto, e incluso proporcionarle argumentos para cambiar su orientación electoral si ésta no era muy firme, o impulsarle a votar aunque su opinión era la de abstenerse. / La fijación de unos temas en detrimento de otros (agenda-setting) durante la campaña electoral ha sido objeto de numerosos análisis para conocer qué alcance tienen los medios, y en especial la televisión. El tiempo de fijación, el tipo de votante, la cantidad de exposición, la atención a un determinado programa o el contexto del receptor, son algunas de las cuestiones que han abordado los investigadores, para conocer cómo ejerce su influencia el medio audiovisual para imponer su agenda, sin que las respuestas sean hoy definitivas.
Sin embargo, hay que mencionar algunos trabajos coincidentes, como los de Levy y Hill, que afirman que cantidad y calidad de las noticias en televisión son dos características independientes. “La evidencia claramente sugiere que el grueso del impacto simbólico puede atribuirse más adecuadamente al carácter de los eventos y su presentación, particularmente en los que rompen la continuidad, y no a la simple cantidad de cobertura noticiosa asignada a los problemas que representan. La mayoría de los ciudadanos presta atención periférica a todo el juego político. Sin embargo, es su comprensión del escenario, no su repetición, lo que forma sus juicios”.
El trabajo de Hill sugiere además que la frecuencia de exposición de los espectadores es menos importante que las características del público o de los hábitos de éste: seguimiento de las noticias por televisión sin hacer otra cosa, en solitario, que han tomado la decisión unilateral de ver las noticias en este medio... / La televisión se convierte durante la campaña electoral en la primera fuente de información, y para muchos electores en la única, puesto que es su único contacto con los políticos y partidos, de ahí nace el concepto de “televotante”. Pero, en la mayoría de los casos son muchas las variables que afectan al elector hacia una identificación partidista que es difícil que los medios, en este caso la televisión, alteren o varíen.
La definición del espacio electoral:
A. Downs, sugería ya en 1957, que los partidos formulan políticas a fin de ganar elecciones, y no ganar elecciones a fin de formular políticas, y daba luz a una de las premisas más importantes en el ámbito político de nuestro siglo: la teoría de la competencia espacial. Downs supone que a las actitudes de los partidos se les puede asignar un puesto en una escala de izquierda-derecha: "la posición neta del partido en esta escala es un promedio ponderado de las posiciones de todas las políticas particulares que defiende". / En la actualidad, "de una competencia unidimensional reducida hemos pasado a una situación en la que los votantes pueden decidir, bien a partir de su identificación partidista, bien sobre un espacio de competencia mucho más elástico y fluido que el anterior en el que los medios convierten en su principal progenitor". / La escala izquierda-derecha no explica o no basta para explicar el comportamiento electoral en su totalidad, si bien como señala Sartori, cuando al ciudadano se le coacciona para que emita un voto afirmativo o negativo, es muy posible que haya de conformarse con la solución de "menor distancia", esto es votar por el partido (candidato) al que perciba como más cercano en el espectro izquierda-derecha, a la ubicación que se asigna a sí mismo en el mismo espectro. / La función que cumplen los “mass media”, y en este caso la televisión, es presentar las políticas y cuestiones de los partidos políticos, de forma que generen "imágenes de posición".
El electorado se situará ante estas imágenes de posición a la hora de decidir su voto, o de meditar si va votar, ya que siempre hay una parte del electorado, mayor o menor dependiente de múltiples factores, que no emite voto, es decir no participa en los comicios para formar un gobierno. / La abstención tanto como la participación electoral son fenómenos en los que juegan un papel importante los medios. S.M. Lipset indica que la abstención, en algunos casos, tiene su explicación en las dificultades de percepción social y de comunicación. Por contra, las clases sociales más favorecidas suelen mostrar un importante nivel de participación debido a su nivel de educación y conocimiento, por tanto al mayor acceso de fuentes informativas que tienen. Existe además otro tipo de no votante que es el que posee ideas cínicas acerca de la democracia y que prefiere líderes fuertes en el gobierno.
Aquellos interesados normalmente en la política, los electores que ejercen su derecho al voto, según a quién votan, pueden dividirse entre: identificados políticamente e indecisos. La identificación partidaria es un determinante de la votación, y según K. Von Beyme es difícil generalizar este tipo de votante para todas las democracias occidentales, puesto que la predisposición a identificarse con un partido depende de muchos factores presentes en el sistema, factores que no son igualmente relevantes en todas las democracias occidentales: 1-El nº de partidos y el sistema electoral. En los sistemas bipartidistas o de dos partidos y medios en los que se produce una fuerte orientación hacia las personalidades en la vida política, hay una predisposición a identificarse con un partido mayor que en los sistemas multipartidistas. 2-En casi todas las democracias occidentales la identificación partidista está relacionada con la disposición a participar activamente en la vida política. 3-También se encuentra vinculada a la predisposición a orientarse a lo largo del eje izquierda-derecha de la escena política. 4-Depende de la confianza que el electorado tiene en su sistema político. 5-No puede ser analizada por separado de los lazos entre los electores y los grupos secundarios. Las organizaciones religiosas y sindicatos tienen una fuerte influencia en la identificación partidista y en la conducta electoral de sus miembros...
6-Aquellos sucesos políticos concretos que escinden a los electores en direcciones contrarias a las líneas tradicionales de conflicto, pueden traducirse también temporalmente en cifras de identificación partidista, muy diferente de la forma en que efectivamente se vota. 7-Se ha acusado a los medios de comunicación de masas de influenciar la relación entre identificación partidista y la conducta electoral y esta tesis ha dado lugar a la de la existencia de un clima de doble opinión.
K. Von Beyme finaliza su disertación, sobre la identificación partidista, señalando que la dificultad para elaborar un pronóstico sobre los cambios que se producen en los sistemas partidistas nos conducen a hablar de la fluctuación entre los electores, ya que sino supondría imaginar que los votantes identificados son inmovilistas, es decir votan siempre por el mismo partido o candidatos sin importarles lo que hagan o digan. "Pero esto es suponer que se trata de "identificadores firmes". En las encuestas se suelen distinguir entre identificadores firmes y flojos, se supone que estos últimos son votantes inestables o cambiantes". / Los votantes inestables o cambiantes son los que toman esa imagen de posición del partido en la competencia espacial para situarse, teniendo en cuenta personalidades y programas, en una posición determinada en la que existen varias opciones cercanas; por tanto en la transferilidad del voto: "cada votante se desplaza o está dispuesto a desplazarse a lo largo del espectro pero sólo hasta el punto de no transferencia". / La adecuación del mensaje a la técnica televisiva y la acentuación del candidato del partido, que personaliza los contenidos políticos, han motivado, en nuestra sociedad actual, una relación entre electores y partidos muy diferente a la de principios del siglo XX.
Detras de la 12
a votar veían el debate pasaban a estar más decididos a votar, que aquellos miembros del grupo que no habían visto el debate. / J.D. Lanque argumenta que una de las claves para medir qué votantes están influidos por los debates es su nivel de conocimiento político. / S.H. Chaffe en su investigación, sobre el debate de 1976 entre Ford y Carter, afirma que los votantes encuestados antes del debate expresaron altas esperanzas en él, en particular, esperando aprender dónde situar a cada candidato según las informaciones obtenidas, comparar las personalidades y obtener ayuda en la decisión de voto. / Los estudios nos indican que ningún modelo de intención o comportamiento de voto puede ser estudiado.
Posible influencias de la tv sobre los votantes:
+El efecto “refuerzo” en la decisión de voto: cuando el votante está firmemente comprometido con un candidato o un punto de vista particular, esta actitud le proporciona una defensa contra el cambio. El compromiso lleva a los votantes a ver selectivamente los acontecimientos y a las personalidades, tal como ellos quieren verlos, lo que resulta en el refuerzo de las actitudes existentes. “La más importante influencia de los medios sobre los votantes no es la de cambiar votos, sino predisponer y reforzar esa predisposición e influenciar en la selección inicial de los candidatos”. D.A. Graber afirma que el voto cambia, preferentemente, cuando los votantes prestan atención a los medios y es ambivalente su actitud hacia los candidatos. / “El público es relativamente indiferente a los políticos en comparación a lo que personalmente les afecta. En general, la influencia de los medios está limitada por normas y tradiciones de la sociedad”. La gente elige e interpreta a qué información política se quiere exponer. / Incluso no es posible referirse únicamente a los efectos de la tv sobre el electorado durante la campaña electoral sin tener en cuenta la info que recibe de otros medios, y la que ha obtenido de todos ellos en periodo no electoral. De hecho, las últimas discusiones sobre la propaganda insisten en que la campaña misma es poco eficaz, “ninguna de las técnicas realmente poderosas de la moderna propaganda de masa puede ser eficaz en unas pocas semanas”.
El efecto “cambio” en la decisión de voto: para continuar profundizando en la posible influencia de la tv sobre los votantes hay que abordar la forma en que puede afectar a los votantes indecisos durante una campaña electoral, ya que sobre el votante identificado políticamente sólo cabe esperar un efecto de refuerzo o cristalización de la decisión que ya ha tomado. El desarrollo de la tv como medio dominante durante los años 60 coincide con el nacimiento de la volatilidad política en EEUU, la población más expuesta a la tv es la más dispuesta a exhibir volatilidad. / En el caso del votante indeciso, considerado como el individuo sobre el cual los factores del entorno no tienen tanta fuerza como para hacerle tomar una decisión, será donde los medios en general, y la tv en particular, jugarán su papel más importante que hemos dividido en dos fases: 1ª-Las informaciones televisivas dibujan un mapa político en el elector, de forma que éste pueda vislumbrar con claridad la posición de cada partido. Aquí interviene la fijación de la agenda, que ayuda a los votantes a conocer cuál es la postura de cada partido en relación con los temas de campaña, y que no suelen ser, precisamente, los trascendentes en la elección que se está realizando. 2ª-Una vez que el elector se ha inclinado por una directriz ideológica: izquierda, centro o derecha, los medios se encargarán de impulsar su voto hacia un partido u otro, siempre que estos partidos se encuentren cercanos en el esquema político creado en el elector. / Este impulso final que recibe el elector indeciso, y que puede provenir del medio audiovisual, puede ser desde un debate ofrecido en tv, una entrevista con un candidato, el seguimiento informativo de la campaña o un anuncio político. En las actuales campañas electorales, los partidos a través de los medios buscan el voto, no la ideología, de ahí que se dirijan a los que aún no han tomado la decisión de a quién votar.
En los análisis sobre la influencia de la tv, durante la campaña electoral, existe cierta unanimidad a la hora de definir los efectos que producen los debates políticos. McLeod, Bybee y Durall, en su observación sobre los debates presidenciales, llegaron a la conclusión de que cuando los miembros de los grupos menos inclinados...
Limitaciones a la influencia televisiva:
Medir con exactitud el número de electores que han decidido su voto gracias a los medios, o más específicamente por el efecto de la cobertura de una determinada campaña televisiva, o conocer qué partidos se han visto favorecidos en sus resultados electorales por la influencia de los medios es una tarea imposible, ya que cada votante es un caso particular.
La televisión es utilizada por los electores para incrementar sus conocimientos sobre la campaña, pero la influencia de esas informaciones visivas sigue numerosos caminos, dependiendo de la propia personalidad del elector, sus factores demográficos, cogniciones, actitudes políticas y usos de otros medios de comunicación. Por tanto, el propio votante marca “per se” el uso que hará del medio audiovisual, sin olvidar que el entorno: sistema social y situación política influyen en la configuración de la decisión de voto.
Es posible generalizar sobre los cambios sufridos en las campañas electorales, tras el nacimiento de la televisión, e incluso globalizar, en las democracias occidentales, sobre los fenómenos surgidos a su luz y que nos hacen hablar de una nueva cultura política, pero no es posible hacer lo mismo cuando nos referimos a la influencia que posee este medio sobre los votantes durante una campaña electoral. Cada elección representa una situación distinta y cada elector representa un mundo diferente, la televisión afecta en determinados sentidos y durante un determinado estadio de tiempo durante la contienda electoral.
La influencia que ejerce la televisión en el público durante una campaña electoral es más vistosa o virtual que real: aumenta el conocimiento político, fija una agenda, refuerza actitudes, coopera con los indecisos en la toma de decisión de voto, que podríamos comparar con la labor de otros medios. Pero revalorizamos sus funciones por su carácter de medio masivo, capaz de llegar a más electores que ningún otro medio, y porque a través de distintas investigaciones es patente su influencia en algunos aspectos del individuo y en determinadas campañas, aunque no dejemos por ello de reconocer los límites a su influencia que impone el propio electorado, y que no es sino un elogio a los sistemas psicológicos de defensa y al sentido común del público.
La televisión y una nueva cultura política:
G.A. Almond y S. Verba definen la cultura política como "la particular orientación hacia objetivos políticos entre los miembros de una nación", o como "el sistema político que informa los conocimientos, sentimientos y valoraciones de su población". La cultura política a diferencia de la opinión pública comporta pautas y actitudes mucho más estables y duraderas en el tiempo, C. Monzón señala que "la cultura política no es producto de un momento ni resultado de la improvisación, sino que exige un tiempo más o menos largo para su formación, esfuerzo o convicción". La opinión pública suele establecerse en cortos periodos de tiempo y está ligada a la coyuntura política del momento. / La información acerca de la opinión pública en nuestro país es escasa hasta los años 60, en que se realizan las 1ªs encuestas, y es a partir de 1970 cuando se realizan los 1ºs sondeos con el objeto de obtener información de carácter político. Estas 1ªs encuestas ofrecen a partir de 1966 un crecimiento lento pero continuado de las opiniones favorables a la democracia, y más rápido a partir de la muerte de Franco en 1975. / Por tanto, la preocupación ante el futuro político y crecimiento de las actitudes democráticas son las dos claves de la opinión pública española en el periodo comprendido entre los últimos años del franquismo y el periodo de transición. / A partir de 1977, una vez abierto el periodo democrático, se pueden advertir, según J. Botella, una serie de rasgos en la cultura política de los españoles: +La participación electoral en España es baja en comparación con otros países europeos. +La participación de los españoles en organizaciones bien políticas (partidos) o de interés (sindicatos, organizaciones empresariales, etc.) es también baja en comparación con el resto de Europa ya que nos encontramos con un 6% u 8% de afiliación a partidos políticos entre el electorado, mientras que en los demás países europeos occidentales encontramos tasas de afiliación entre un 4 y un 30% del electorado. +La debilidad de los partidos y de los grupos de interés no se expresa sólo en su baja afiliación sino que hay que mencionar, también, otros elementos como: la escasa vida interna de sus unidades de base, la inestabilidad de sus relaciones con los grupos y organizaciones sociales que supuestamente representan, el monopolio en la formación de candidaturas y ofertas políticas, las subvenciones directas o indirectas que reciben del Estado por gastos electorales, el acceso a los medios de comunicación de titularidad pública, etc., que les ha llevado a acomodarse en su situación y a no hacer esfuerzos por adquirir una mayor afiliación y densidad organizativa. +El interés por la política y la implicación personal, del tipo que sea en los procesos políticos, están más marcados entre los hombres, los jóvenes, las personas con mayor nivel formal de estudios, y aquellos que gozan de un status económico medio y alto. +La fuerte aceptación del sistema democrático por parte de los ciudadanos sigue ligada a una percepción crítica sobre los actores del sistema. Se mantiene el dato tradicional de fuerte dosis de desconfianza acerca de las motivaciones de los políticos, de su honradez o de la sinceridad de los programas electorales de los partidos y de su decisión de aplicarlos de modo firme y coherente. +En cuanto a las opciones ideológicas de los españoles, el dato central es el de su fundamental moderación. La distribución de la opinión española en la escala izquierda-derecha muestra una estructura claramente unimodal, con un máximo situado en la zona del centro-izquierda...
+Acerca del grado de información política de los ciudadanos, y de su conocimiento de la realidad, la escuela puede haber empezado a jugar un papel relevante entre los más jóvenes, pero para la mayoría de la población son los medios de información de masas y, en primer término, la televisión, el canal fundamental de información. “En una sociedad como la nuestra, definida como sociedad de la información, lógicamente, el peso de los medios de comunicación en la formación de la cultura política será mucho mayor en comparación con el que han tenido en otras épocas, en las cuales influían más quizá otros elementos de socialización como la familia, o la propia experiencia política”
Los españoles, podemos concluir, participan de una apatía general en torno a la vida política: su interés es escaso, colaboran poco y desconfían de los actores del sistema, la moderación ideológica es una de las claves del electorado y de los partidos políticos, y eligen como principal medio para estar informados la televisión. Estos son los rasgos que definen la cultura política española desde el inicio democrático, aunque como ya se ha señalado dos décadas y media es un corto periodo de tiempo para delimitarlos con claridad y rotundidad. Aún así, son actitudes y comportamientos aceptados que tienen su origen para algunos autores como Vidal Beneyto o Ludolfo Paramio en que la transición se realizó exclusivamente "por arriba" mediante pactos entre las cúpulas políticas, excluyendo la participación popular y eliminando de la "agenda" política cuestiones cruciales que aún no están resueltas, y para otros, como J. Botella, en que las percepciones y expectativas que los españoles tenemos acerca de nuestros conciudadanos basadas en las desconfianza nos sitúan en un plano pre-político que influye en esa apatía política generalizada.
Pero, estando aún sin resolver con claridad la cultura política española más reciente, ya se comienza a hablar del fenómeno "nueva cultura política" que ha sido definida por T. Clark y R. Inglehart, en su artículo "The New Political Culture.The changing dynamics of Support forWelfare State and other policies in post-industrial societies", como el fenómeno de cambio en el sistema de valores y de comportamiento electoral que se viene manifestando a lo largo de los últimos quince años, en los ciudadanos de las democracias postindustriales. Una tesis que es apoyada por A. Panebianco en su libro Modelos de Partido al recoger la teoría del partido-escoba o electoral-profesional, y por J.I. Rospir que establece el nacimiento del media party, subcategoría del modelo propuesto por Panebianco, y que define como un partido que no compite en ideologías, elites, afiliación o recursos públicos, compite en comunicación entendiendo ésta como una mercancía. Su organización y funcionamiento está orientada hacia la captación de un voto de opinión, fluctuante y volátil. Frente a la organización de aquellos partidos que mantienen identificaciones tradicionales y votos de pertenencia, en este nuevo tipo de partido la organización, con los experimentos conocidos hasta ahora, está en función de la distribución territorial que los recursos comunicativos posean.
La televisión junto a los grupos de interés se convierten ahora en los principales transmisores de propaganda entre los electores. El electorado se hace más independiente del partido y surge la inestabilidad electoral: comportamientos políticos "anticonvencionales" (voto revanchista, voto útil, abstención...) y explosión de reivindicaciones corporativas, multiplicando la estructura de representación de los intereses.
T. Rojo señala que los electores de los países industrializados como España han cambiado su manera de votar a la derecha o a la izquierda, según sus estratos de renta. Esta nueva tendencia, conocida como la "desviación del voto de clase", causó pérdidas importantes de peso político a partidos como el demócrata norteamericano, el laborista inglés, o el socialista sueco, y se cierne como un aviso sobre la vida política actual de Francia y España. La sociología política lanzó la interpretación de que quizá la población se hacía conservadora con el crecimiento económico y la mejora de su poder adquisitivo, pero pronto, análisis diversos demostraron que el fenómeno era más complejo (que también surgían nuevas izquierdas) y pasó a denominarse -nueva cultura política- al conjunto del comportamiento político moderno de los ciudadanos de los países más industrializados con una agenda llena de preguntas sin respuestas.
Estos son los principales cambios socioeconómicos y en la cultura política que se han producido en las democracias postindustriales en los últimos quince años, según la autora anteriormente mencionada: +Cambios socioeconómicos: a)Aumento del empleo en actividades de servicios y del nivel educativo de la población. b)Elevación del poder adquisitivo y descenso de los valores sociales materialistas. c)Aceleración del ritmo de cambio económico y de los ciclos sectoriales. +Cambios en la cultura política: a)Mayor asociacionismo a nuevos movimientos sociales, en favor de la mejora cualitativa del nivel de vida. b)Apoyo al control del gasto público y a limitar la presión fiscal. c)En contra de la burocratización de las instituciones.
Este cambio en el sistema de valores produce sobre el sistema electoral dos importantes modificaciones: en primer lugar, los partidos mayoritarios tienden a recoger las aspiraciones de un amplio espectro del electorado, y por tanto cada vez se diferencian menos los programas de partido, y en segundo lugar, se abren nuevos espacios políticos que en muchos países avanzados ha tenido su reflejo en el "voto verde".
La explicación generalmente admitida por los expertos, acerca de los cambios en la cultura política después de la Segunda Guerra Mundial en las sociedades modernas, consiste en la afluencia de ciertos estratos sociales con un cambio ideológico que su diferencia de status les infringe socialmente. En los años sesenta eran las clases trabajadoras acomodadas quienes votaban a la derecha y desde mediados de los setenta son los profesionales, directivos, y técnicos del sector público y privado, con una ideología política más de izquierdas que las de sus progenitores en lo que se refiere a programas sociales.
Los colectivos profesionales de nivel educativo medio-alto presentan un perfil de "izquierdas" en lo que se refiere a implantación de programas sociales y de "derechas" en lo fiscal/económico al defender el recorte de la presión fiscal y la eficacia en la gestión, estando en contra de la burocratización y la jerarquización institucional.
El ascenso de estos valores denominados como “postmaterialistas” hacen surgir una situación extraña entre dos izquierdas: la de profesionales de buena educación y status económico y la de trabajadores preocupados por sus dificultades materiales.
La conclusión de estudio, realizado por T. Rojo, es que se escinden las elites intelectuales y las clases populares lo cual obstruye la creación de un discurso conjunto, sobre el que pueden definirse los electores.
La "desviación del voto de clase", la aparición de una "nueva izquierda" en nuestro país, pero también el crecimiento de una "nueva derecha" que ya se va perfilando y constatando, es la muestra de un fenómeno de suma importancia que presenta España en sus resultados electorales: la "volatilidad electoral", entendida como el cambio electoral que se produce en un sistema de partidos entre dos elecciones y que se deben a transferencias individuales de voto.
Esta volatilidad electoral que por sus altos índices marca nuestra democracia, a diferencia de lo que otros autores opinen, no tiene porqué tener su origen en la juventud de nuestro sistema democrático, sino más bien como ha sugerido J.J. Linz (82) en su "modernidad" que nos conduce a mostrar rasgos de "nueva cultura política" que ya presentan otros países con democracias más arraigadas.
"La fluctuación creciente no puede considerarse (como ocurrió en las democracias, que se derrumbaron entre las guerras mundiales) como un signo de que los partidos están perdiendo su credibilidad... Los altos niveles de volatilidad son prueba más bien de que el sistema tiene capacidad de cambio".
La reducida identificación partidista tras cuatro décadas de autoritarismo y la desaparición de partidos de clase en nuestra vida política, sumadas a la adecuación de los mensajes políticos a la técnica televisiva como principal canal de comunicación política y a la acentuación del liderazgo que personaliza, ofrecen un panorama político en el que los partidos intentan con discursos no idealizados atraer a todas las capas sociales, se abren espacios políticos que recogen nuevas aspiraciones del electorado, y los ciudadanos confundidos fluyen entre discursos parecidos y líderes que se asoman a la televisión intentando absorber su atención y conseguir su voto.
La "nueva izquierda", la "nueva derecha", los "nuevos partidos" son rasgos de esta "nueva cultura política" que se detecta en nuestro país, junto al resto de democracias occidentales, y que se ve afectada en su origen por la aparición mediadora de la televisión.