Industrialización Española (1845-1890): Agricultura, Minería y Retos Energéticos
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1. Agricultura
Durante el siglo XIX, crecieron el producto interior bruto y la producción agraria debido al crecimiento de la población.
Entre 1800 y 1888, la superficie roturada creció, así como la producción, lo que provocó un decrecimiento de la ganadería.
La mayor parte del suelo se utilizaba para cultivar cereal, a pesar de que las condiciones climáticas españolas eran poco propicias para este cultivo.
La evolución del sistema agrario se consideraba negativa, ya que se tenía que dedicar mucha tierra al barbecho.
Después del cereal, los cultivos más importantes eran el viñedo y el olivar.
Por lo tanto, no se produjo un gran cambio en el siglo XIX. El crecimiento se basó en un modelo extensivo, cultivando tierras desamortizadas. Predominaba la agricultura tradicional, aunque la agricultura moderna (principalmente en la zona mediterránea y de Levante) introdujo mejoras y era capaz de competir en el mercado internacional.
Los precios agrarios fueron convergiendo hasta unificarse prácticamente. Por ejemplo, en Barcelona se mantuvieron estables, mientras que en Valladolid crecieron. Este proceso fue facilitado por el ferrocarril, que contribuyó a la unificación del mercado interior (aunque este ya se había empezado a constituir previamente).
¿Por qué no se produjo una modernización del cultivo de cereal?
Existían varias razones:
- Condiciones naturales: El suelo castellano era poco propicio para el cereal.
- Estructura de la propiedad dual:
- Minifundio: Pequeños propietarios sin capacidad financiera para modernizar sus explotaciones.
- Latifundio: Grandes propiedades cuyos dueños no iniciaron la modernización por aversión al riesgo, conformándose con un beneficio seguro basado en la explotación laboral.
- Política proteccionista: Se impidió la entrada de grano extranjero más barato. Esta política, aunque iniciada por pequeños propietarios movilizados por los grandes terratenientes, beneficiaba principalmente a estos últimos.
El proteccionismo cerealista tuvo efectos negativos en otros sectores agrícolas, ya que otros países respondían imponiendo aranceles elevados a otros productos españoles, dificultando así el desarrollo general de la economía.
2. Minería y Energía
2.1. Minería no energética
El subsuelo español tenía una buena dotación de recursos minerales en comparación con otros países europeos. Sin embargo, su explotación tuvo un despegue tardío (aproximadamente entre 1860-1913). A pesar de ello, España llegó a ser:
- Primer productor mundial de plomo (1860-1880).
- Segundo productor mundial de cobre (1889-1890).
- Segundo productor de mercurio durante un largo periodo.
- Entre el 4º y 6º productor de hierro, zinc y estaño.
Estos minerales eran clave para la industria, especialmente para la producción de productos siderúrgicos.
¿Por qué fue tardío el despegue minero?
1. Legislación deficiente
Entre 1825 y 1868, la legislación fomentó el minifundismo empresarial al imponer dimensiones muy reducidas a las demarcaciones mineras. Esto dificultaba las inversiones en capital fijo, que eran muy altas y difícilmente asumibles por pequeños propietarios.
Además, la legislación era fuertemente estatista (el subsuelo pertenecía a la Corona) y la política fiscal era muy agresiva, lo que no incentivaba la inversión privada en el desarrollo minero.
2. Escaso desarrollo económico y dependencia exterior
La falta de capital y tecnología en España, junto con un mercado de demanda interno reducido, limitó el desarrollo inicial. Como resultado, los inversores extranjeros absorbieron muchas de las inversiones mineras, desplazando gran parte del beneficio hacia sus economías de origen.
Las inversiones extranjeras aumentaron significativamente tras el cambio de coyuntura de 1868, conocido como el "El Dorado Minero Español", impulsado por la Ley de Bases sobre Minas de 1868, que desamortizó el subsuelo.
Una excepción notable fue el hierro de Vizcaya, cuya explotación sí tuvo un efecto de arrastre significativo, dinamizando la economía regional e impulsando su industrialización, en parte gracias a la participación de capitalistas autóctonos en el negocio.
Evaluación del impacto minero
A pesar de la dependencia exterior, el auge minero contribuyó positivamente a equilibrar la balanza de pagos española gracias a las exportaciones. Las inversiones, aunque mayoritariamente extranjeras, dotaron de infraestructuras a las localidades mineras. Se argumenta que, dada la escasa capacidad de financiación interna, sin esta inversión extranjera, la minería no se habría explotado a la misma escala. Por lo tanto, el resultado global se considera positivo en términos de balanza de pagos y desarrollo de infraestructuras básicas, aunque con limitaciones en cuanto a la retención de beneficios en el país.
2.2. Minería energética (Carbón)
España sufría de escasez de carbón y el existente era, en general, de baja calidad y caro de extraer. El desarrollo de las cuencas hulleras se apoyó en medidas proteccionistas que impedían la importación de carbón extranjero, a menudo más barato y de mejor calidad. Esto obligó a la industria española a soportar un sobrecoste energético negativo para su competitividad.