La Industria Española: Desafíos Estructurales y Competitividad Global

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Problemas Estructurales y Baja Competitividad

La industria española presenta diversos problemas estructurales que afectan negativamente a su competitividad frente a la economía europea y global. Existe un **escaso número de grandes empresas**, ya que dominan las **PYMES** (Pequeñas y Medianas Empresas). Estas, si bien tienen la ventaja de adaptarse mejor a las demandas del mercado y presentar menos conflictos laborales, no permiten alcanzar **economías de escala**.

La **productividad industrial** es inferior a la de la Unión Europea, un hecho que incrementa el coste laboral. Uno de los recursos clave para mejorar la productividad es la aplicación de las innovaciones derivadas de las **TIC** (Tecnologías de la Información y Comunicación), pero el gasto español en este sentido está muy por debajo de la media de la UE. El nivel de **intensidad tecnológica** es bajo y el porcentaje de inversión en **I+D+i** (Investigación, Desarrollo e Innovación) es insuficiente. Esto provoca una **balanza tecnológica deficitaria**: las principales empresas de automóviles, maquinaria eléctrica, aparatos electrodomésticos y productos farmacéuticos fabrican, en gran medida, con patentes extranjeras.

Impacto de la Ampliación de la Unión Europea

La incorporación de los nuevos países a la UE afecta a la industria española por diversas causas. Estos países disfrutan de una mayor proximidad al gran **eje industrial europeo**, constituido por los países nórdicos, Alemania y el Norte de Italia. Además, su estructura productiva se basa en **mano de obra barata**, y presentan una mayor productividad y cualificación en alta tecnología. La inversión de capital extranjero les ha permitido la implantación de empresas de alta tecnología, lo cual ha aumentado su potencial dentro de la UE.

Uno de los sectores de la industria española más afectado es el de los **automóviles**. Este sector está dominado por empresas de capital extranjero que pueden **deslocalizar** sus industrias en busca de menores costes. España debería orientar su tejido industrial hacia una mayor calidad y productividad para hacer frente a la competencia de los nuevos países de la UE, que tienden a desplazar a España de su segmento del mercado exportador.

La Industria Española en el Contexto de la Globalización

El actual tejido industrial español se está incorporando a la **globalización económica**, de manera que nuestras zonas industriales se configuran como puntos de una **red de producción a nivel mundial**. Esta red se caracteriza por la concentración de capital y de decisión en **empresas multinacionales** muy poderosas, lo que reduce el papel de la economía estatal. Numerosas decisiones se toman fuera de España, ya que en el país hay pocas sedes centrales de grandes empresas, lo que explica su limitado peso en la economía mundial.

Causas y Consecuencias de la Deslocalización

En una economía globalizada, las empresas buscan la competitividad para aumentar su cuota de mercado. De aquí derivan las causas de la **deslocalización**: la búsqueda de menores **costes laborales** y de las mejores condiciones fiscales y técnicas. Por esta razón, muchas empresas se trasladan a China, Europa del Este o el Sudeste Asiático. Por otro lado, la localización de los establecimientos industriales se ha flexibilizado, permitiendo a las empresas deslocalizar parte del proceso productivo. Por ejemplo, algunas fábricas textiles españolas se han trasladado al Norte de África.

Las consecuencias de las deslocalizaciones son el aumento de la **tasa de paro** y la pérdida de empleo en el sector secundario, que cada vez más tiende a **terciarizarse**.

Evolución Histórica y Desafíos Recientes de la Industria Española

Después de su entrada en la UE, la industria española vivió un proceso de **modernización productiva**. Tuvo que superar un periodo de crisis a partir de 1990, que se agudizó en 1993. A mediados de los noventa, la industria española se había convertido en el sector de actividad más productivo, gracias a la moderación salarial y a la flexibilidad en la contratación laboral. La economía crecía por encima de la media europea y aumentaba la **inversión española** en los países de la UE, mientras que empresas españolas se instalaban en Portugal, el Norte de África y Latinoamérica.

La industria ha mantenido un buen ritmo de crecimiento de ventas, producción y demanda, aunque va perdiendo importancia dentro del conjunto de la actividad económica a causa de la **terciarización general del empleo**. Tras la **crisis financiera de 2007**, España se reflejó con una recesión de la cartera de pedidos, un aumento de los stocks y una desaceleración del empleo.

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