Implantación del Liberalismo en España: Reinado de Isabel II y Contexto Europeo
Implantación del Liberalismo en España y Contexto Europeo (Siglo XIX)
El liberalismo se implanta en España durante el reinado de Isabel II, debido a una cuestión dinástica, una guerra y en medio de luchas entre moderados y progresistas, lo que impide su estabilización y, finalmente, acaba con la monarquía. En Europa occidental, las revoluciones de 1830 y 1848 consolidan el liberalismo y el nacionalismo: Italia y Alemania se unifican, y los imperios multinacionales y autocráticos entran en crisis.
La Cuestión Dinástica y la Primera Guerra Carlista
El príncipe Carlos era el heredero de Fernando VII hasta que, tras el nacimiento de su hija Isabel, el rey abolió la Ley Sálica y restauró la Ley de las Partidas. Los absolutistas tomaron esto como una maniobra de los liberales, lo que dio lugar a la Primera Guerra Carlista. La regente, María Cristina, de talante absolutista, tuvo que apoyarse en los liberales para mantener el trono para su hija.
- Carlistas: Defienden el absolutismo. Sus partidarios son el clero y los pequeños propietarios campesinos de las regiones con tradición foral.
- Isabelinos: Son liberales. Dominan las zonas urbanas (Madrid, la costa andaluza y levantina). Sus partidarios son la alta burguesía, las clases medias y los jornaleros. Están divididos en:
- Moderados: Soberanía compartida, estado confesional, derechos limitados.
- Progresistas: Soberanía nacional y amplios derechos.
La guerra se desarrolló en tres fases entre 1833 y 1840. El cansancio de ambos bandos facilitó el Abrazo de Vergara entre Espartero (isabelino) y Maroto (carlista): los carlistas aceptaban a Isabel II a cambio de la confirmación de los fueros vasco-navarros.
Las Regencias y los Inicios del Régimen Liberal (1833-1843)
La minoría de edad de la reina transcurre bajo las Regencias de María Cristina (1833-1840) y Espartero (1840-1843). Son los inicios del régimen liberal, y se caracterizan por la intervención del ejército en política (los "espadones").
La regente María Cristina gobierna inicialmente con los moderados y promulga el Estatuto Real de 1834, una especie de carta otorgada sin soberanía nacional ni declaración de derechos. En 1833, Javier de Burgos hace una nueva división provincial de España.
Las revoluciones de 1835 obligan a la reina a gobernar con los progresistas, quienes prosiguen la desamortización y elaboran la Constitución de 1837: de carácter progresista, pues proclama la soberanía nacional y los derechos personales; pero con concesiones moderadas, ya que el rey puede vetar las leyes y disolver el parlamento, y el Senado es aristocrático.
La desamortización consistió en desvincular las tierras amortizadas para solucionar los problemas de hacienda y del campo español. Mendizábal legitimó la desvinculación nobiliaria y civil iniciada en las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal, y desvinculó los bienes de las órdenes religiosas.
Las revueltas de 1840 provocaron la renuncia de la regente María Cristina y su sustitución por Espartero. Sin embargo, la oposición moderada y su talante autoritario provocan el pronunciamiento de Narváez y la coronación de Isabel II.
El Reinado de Isabel II (1843-1868): Consolidación y Crisis del Liberalismo
Durante el reinado de Isabel II se consolida el régimen liberal, pero la exclusión de los progresistas del poder debilitó el régimen, que fue derribado en la Revolución de 1868 ("La Gloriosa").
La Década Moderada (1844-1854)
Durante este periodo, liderado por Narváez, se promulga la Constitución de 1845 y se firma el Concordato con la Santa Sede. La Constitución de 1845 es de corte moderado: soberanía compartida, el rey con poder ejecutivo y derecho de veto. En el Concordato de 1851, el Vaticano acepta la desamortización eclesiástica.
Se llevan a cabo reformas administrativas que crean un estado centralizado: la Ley de Ayuntamientos, el Código Penal y la creación de la Guardia Civil.
El Bienio Progresista (1854-1856)
La corrupción del periodo moderado conduce al pronunciamiento de O'Donnell y al Bienio Progresista, liderado por Espartero. Se elabora la Constitución de 1856 (no promulgada), que proclamaba la soberanía nacional, la separación de poderes, un Senado electivo, derechos y libertad religiosa. También se aprueba la Ley de Ferrocarriles (construidos con capital extranjero) y la Desamortización general de Madoz, que desvincula los bienes del clero secular y municipales.
El Gobierno de la Unión Liberal (1858-1863) y la Crisis Final
Tras un nuevo Bienio Moderado de Narváez (1856-1858), se da el gobierno de la Unión Liberal (1858-1863), un partido de centro creado por O'Donnell. La estabilidad y prosperidad condujeron a intervenciones militares de prestigio, pero el gobierno cayó por divisiones internas y levantamientos republicanos y campesinos.
El autoritarismo de los últimos gobiernos condujo al Pacto de Ostende de 1866, en el que progresistas, demócratas y unionistas acordaron el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes Constituyentes por sufragio universal.
Conclusión
La exclusión de los progresistas obligó a recurrir a pronunciamientos e impidió la estabilidad del sistema liberal. Los moderados crearon instituciones centralistas, mientras que los progresistas impulsaron la desamortización, medidas clave en la configuración del estado liberal español del siglo XIX.