El Imperio Napoleónico y la Restauración Europea
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El Ascenso y Caída del Imperio Napoleónico
Inicialmente, el Consulado era un gobierno formado por tres cónsules, en el que Napoleón ejercía como líder. Sin embargo, Napoleón se hizo con todo el poder en 1802 a través de un referéndum que lo convertía en cónsul único y vitalicio. Para reforzar aún más su poder, en 1804, se coronó Emperador por el Papa.
Napoleón acabó con las protestas sociales, integró a los antiguos absolutistas en el régimen y restableció las relaciones con el Vaticano. También restableció la esclavitud en las colonias. En política interna, promulgó un Código de Derecho Civil que recogía las ideas más moderadas de la Revolución (ideas de la Constitución de 1791): igualdad ante la ley, derecho de propiedad, libertad de conciencia, principio de laicidad… Este código sería también la base de la organización política de los países bajo su dominio.
La Expansión Francesa
Tras la estabilización de Francia, Napoleón se lanzó al dominio de Europa. Su idea era convertir a Francia en un Imperio, extender las ideas moderadas de la Revolución y acabar con el Antiguo Régimen en Europa.
Su poder creció hasta 1812 con una Francia ampliada (Holanda, parte de Italia y Cataluña) y con estados vasallos en manos de familiares, como España, Italia, la Confederación del Rin o Polonia. Desde 1813, empezó a retroceder por su fracaso en Rusia y los altos costes de la ocupación en España. En 1814, una coalición de estados formada por Rusia, Austria, Prusia y Gran Bretaña lo derrotaron en Leipzig y lo expulsaron de Francia. En 1815, Napoleón regresó al poder durante 100 días, hasta ser definitivamente derrotado en Waterloo y confinado a la isla atlántica de Santa Elena.
El Legado de la Revolución
La derrota de Napoleón no significó la derrota de la Revolución por dos razones:
- Las ideas revolucionarias y el liberalismo habían sido extendidos por sus ejércitos.
- La ocupación francesa destruyó el poder del Antiguo Régimen en los reinos europeos. Por ejemplo, en España, daría lugar a la aparición de las Cortes de Cádiz (semilla de la lucha de los liberales durante todo el siglo XIX).
Nada volvería a ser igual en Europa. Napoleón potenciaría otra de las fuerzas de transformación del siglo XIX: el nacionalismo. Este sentimiento aparece tras suprimir los poderes que dividían a territorios como Italia o Alemania, o como reacción a la conquista francesa (España).
La Europa de la Restauración
Tras la derrota de Napoleón, las potencias vencedoras organizaron el Congreso de Viena para acordar un nuevo equilibrio y mapa de Europa. Aparentemente, el Congreso de Viena (1814-1815) señaló el triunfo del Antiguo Régimen frente a las fuerzas de la Revolución.
- Regreso de los Borbones a Francia (Luis XVIII) y vuelta a sus fronteras de 1789.
- Rusia y Prusia se reparten Polonia.
- Austria incorpora territorios del norte de Italia.
- Se engrandece a Holanda con Bélgica.
- El Sacro Imperio se sustituye por la Confederación Alemana, en la que participan Austria y Prusia.
En 1815 se firmó la Santa Alianza entre Rusia, Austria y Prusia. Posteriormente, se uniría Francia. Su fin era la defensa militar del Antiguo Régimen en Europa.
Límites de la Restauración
La restauración del absolutismo no sería total, y muchos soberanos se vieron obligados a conceder “cartas otorgadas” (documentos en los que el monarca otorga algún poder al reino). En la Carta francesa, Luis XVIII comparte el poder legislativo con un parlamento de elección censitaria.