El Imperio Bizantino: Iconoclasia y Relaciones Exteriores durante las Dinastías Isáurica y Amórica
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La Iconoclasia y el Segundo Concilio de Nicea
León IV logró un apaciguamiento en esta primera fase. Su viuda Irene fue la que volvió a la ortodoxia junto a los otros cristianos. Ella realizó el II Concilio de Nicea (787). Este concilio tiene una importancia capital: en él se distinguió entre los conceptos adoración/adoratio y veneración/veneratio para referirse a las imágenes. Permitió restaurar el culto a las imágenes. Desde el punto de vista bizantino se puso fin a la querella: se decía que una imagen no se podía adorar. La adoración era a Dios, la imagen se veneraría por lo que significa. Los conceptos de adoratio y veneratio están enormemente contaminados en Occidente, por lo que se nos hace difícil comprender las diferencias entre ambos conceptos. La adoratio solo la mantenía un súbdito ante su señor.
Relaciones Exteriores de la Dinastía Amórica
Entre la dinastía Isáurica y la Amórica existe un espacio de tiempo intermedio que ha sido visto como una transición entre ambos modelos. En este tiempo fueron emperadores Nicéforo I, Miguel I y León V el Armenio. En su gobierno ya se verán las importantes e incipientes reformas que se consolidarán con totalidad en la dinastía Amórica.
Relaciones con el Islam
León III y Constantino V eran grandes militares. Los primeros años de Nicéforo I fueron todo lo contrario. El emperador se encontró en grandes dificultades ante el avance del Islam por el Asia y por la presión del búlgaro por occidente. De hecho, ambos enemigos hicieron frente común contra Bizancio, fueron coetáneos. El Imperio fue incapaz de hacer causa común, por lo que no pudo defenderse adecuadamente. Los enfrentamientos se saldaron con un pago de un tributo al califa abbasí Harún al-Rashid: paz comprada para poder enfrentarse al frente búlgaro. Teófanes nos habló de cómo este tributo era un pago humillante, además se produjo al poco tiempo de subir Nicéforo al trono. Por suerte la muerte del califa (809) y los conflictos internos de los musulmanes dieron tranquilidad a la frontera oriental.
Con Miguel II surgió una nueva amenaza musulmana: el Islam con al-Rashid intentó siempre entrar por Asia con dirección a Constantinopla, pero Asia Menor estaba blindada. Esta interrupción les hizo virar hacia las islas del Mediterráneo oriental y central. Los abbasíes por Oriente y los musulmanes africanos por África:
- En el 824 o 827 se produjo la conquista de Creta por parte de andalusíes. Había una serie de piratas sarracenos que se habían apoderado de Alejandría. El grueso de éstos procedían del Emirato Omeya, pues eran expulsados de al-Hakam I tras la revuelta del arrabal de Córdoba. Los migrados fueron a Toledo, Fez, y otros lugares. Éstos fueron a Egipto, donde se unieron a los sarracenos y conquistaron la isla de Creta.
- Creta era una isla de vital importancia, pues cerraba la salida al Mediterráneo. Se produjo un repliegue de Bizancio hacia dentro, ya que el comercio se interrumpió. Se estableció como vía alternativa comercial el mar Negro, pero la recuperación de la isla será prioritaria. Será Nicéforo Focas como general el que la conquiste años más tarde.
- En el 827 comenzó la conquista definitiva de Sicilia por los musulmanes africanos. Será una operación larga y costosa. Supondrá otra pérdida más para los bizantinos.