Impacto de las Relaciones de Género en la Educación

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Educación y Relaciones de Género

La variable de género legitima una división social sexual fundamentada en la distinta conformación biológica de hombres y mujeres, y deriva en comportamientos distintos, al menos en el papel de la reproducción de la especie. El rol de la mujer tradicionalmente se asocia a comportamientos y valores diferenciados, más allá de los que se refieren a la reproducción. Estos papeles sociales o roles se construyen y son transmitidos por medio de la socialización, y a esto lo llamamos género. Al tener asociados los roles a un nivel determinado de poder social, y al atribuir a la mujer un nivel inferior al de los hombres, se convierten las diferencias en desigualdades.

Algunos de los comportamientos diferenciales entre sexos se atribuyen a diferencias registradas en el proceso de socialización, y se explican a partir de la estructura de la familia patriarcal que ha dominado tradicionalmente las relaciones entre hombres y mujeres, y que hoy se ve seriamente cuestionada por el discurso feminista, la igualdad de oportunidades y el desarrollo de la igualdad de derechos entre sexos.

La escuela tradicionalmente segregaba a los alumnos por sexos. La coeducación supuso una superación de las antiguas barreras que el sistema educativo imponía a personas de distinto sexo al separarlas físicamente y aplicar un diferente tratamiento según el conjunto de cualidades, valores y significaciones sociales que se atribuían a la mujer en una sociedad fuertemente sexista. Las diferencias que se construyen en torno al sexo asignan diferentes prácticas de socialización a uno y otro sexo, con el resultado de que muchas desigualdades se transforman en discriminación para la mujer.

El principio de igualdad de oportunidades y la lucha contra la discriminación ha dotado al sistema educativo de una estructura de relaciones formalmente igualitarias, rompiendo los modelos de discriminación patriarcal y mejorando la igualdad real entre los géneros en la escuela, y fomentando el desarrollo íntegro de la personalidad, aunque todavía no se haya conseguido una plena igualdad de género.

En el aula y en la interacción informal, el profesor tiene una notable autonomía y, en consecuencia, puede aceptar o rechazar los cambios y contenidos que las autoridades educativas y los programas formulan en relación con la eliminación de las actitudes sexistas en la escuela. Los libros de texto pueden modificar planes y programas, pero solo si son utilizados adecuadamente pueden alcanzar su fin.

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