Impacto Psicosocial de la Violencia de Género en Niños Testigos: Efectos, Riesgos y Protección

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Repercusiones de la Exposición como Testigos a la Violencia de Género en la Infancia

Efectos Psicosociales en Niños y Niñas Expuestos

La exposición a la violencia de género puede generar una amplia gama de efectos en el desarrollo infantil:

  • Problemas de Socialización:
    • Aislamiento
    • Inseguridad
    • Agresividad
    • Reducción de competencias sociales
  • Síntomas Depresivos:
    • Llanto frecuente
    • Tristeza persistente
    • Baja autoestima
    • Aislamiento social
  • Miedos Intensos:
    • Miedos no específicos y generalizados
    • Presentimientos constantes de que algo malo va a ocurrir
    • Miedo a la muerte
    • Miedo a perder a la madre
    • Miedo a perder al padre
  • Alteraciones del Sueño:
    • Pesadillas recurrentes
    • Miedo a dormir solo
    • Terrores nocturnos
  • Síntomas Regresivos:
    • Enuresis (mojar la cama)
    • Encopresis (defecación involuntaria)
    • Retraso en el desarrollo del lenguaje
    • Comportamientos propios de edades anteriores
  • Problemas de Integración Escolar:
    • Problemas de aprendizaje
    • Dificultades de concentración y atención
    • Disminución del rendimiento escolar
    • Dificultades para relacionarse y compartir con otros niños o niñas
  • Respuestas Emocionales y de Comportamiento Alteradas:
    • Rabia e irritabilidad
    • Cambios repentinos de humor
    • Ansiedad generalizada
    • Sensación de desprotección y percepción del mundo como un lugar amenazante
    • Sentimiento de culpa, manifestado en ideas como:
      • Ser el responsable de los conflictos entre sus padres.
      • Ser responsable de la violencia ocurrida.
      • No haber hecho algo para evitar la violencia.
    • Dificultad en la expresión y manejo de emociones.
    • Negación de la situación violenta o minimización de la gravedad de lo vivido.
    • Tendencia a normalizar el sufrimiento y la agresión como formas naturales de relación.
    • Aprendizaje de modelos violentos y riesgo de repetirlos, ya sea como víctima o como agresor, con la interiorización de roles de género distorsionados.
  • Síntomas de Estrés Postraumático (TEPT):
    • Insomnio
    • Pesadillas recurrentes sobre el evento traumático
    • Fobias
    • Ansiedad elevada
    • Reexperimentación del trauma (flashbacks, pensamientos intrusivos)
    • Trastornos disociativos
  • Parentalización:
    • Asunción de roles parentales y de protección hacia hermanos menores.
    • Asunción de roles parentales de cuidado y protección hacia la madre.

Es crucial destacar que no todos los niños y niñas expuestos a la violencia de género desarrollarán necesariamente todas estas consecuencias. La presencia e interacción de factores de riesgo y factores de protección modularán el impacto, pudiendo atenuar o incluso evitar secuelas negativas y la reproducción de modelos violentos en el futuro.

Factores de Riesgo que Agravan el Impacto

Estos factores influyen negativamente en la percepción que los niños y niñas tienen sobre las relaciones interpersonales y su propio bienestar:

  • El manejo inadecuado de los conflictos por parte de la pareja.
  • La forma explícita y violenta de exteriorizar el conflicto.
  • La comunicación deficiente o inadecuada hacia los hijos e hijas sobre la situación.
  • La coexistencia de otros factores de riesgo, tales como: abuso de sustancias, depresión materna, alcoholismo, personalidad antisocial del padre, etc.
  • La presencia de alguna psicopatología en uno de los progenitores que altere el vínculo con los hijos e hijas (ej. ansiedad, depresión, rasgos paranoides).
  • La proximidad física y emocional de los niños y niñas a los episodios de agresión.
  • Que el niño o la niña se vea forzado a “tomar partido” por uno de los progenitores.
  • La vivencia del niño o la niña en un contexto de negligencia (ausencia de cuidados básicos, emocionales o sociales).
  • La separación forzosa del niño o la niña de su madre o padre como consecuencia directa de la violencia de género.
  • Que el niño o la niña sea también víctima directa de maltrato físico o emocional por parte de las figuras parentales.

Factores de Protección que Mitigan el Daño

Estos elementos pueden ayudar a los niños y niñas a afrontar la adversidad y reducir las consecuencias negativas:

  • Características individuales del niño o niña: edad, temperamento resiliente, capacidad de interpretación de la realidad, seguridad en sus vínculos afectivos, habilidades sociales desarrolladas, etc.
  • La existencia de al menos un adulto (familiar, profesor, etc.) que actúe como figura de apoyo y fortalezca su capacidad de resiliencia.
  • Una actitud parental competente por parte del progenitor no agresor (generalmente la madre) que logre satisfacer las necesidades físicas y emocionales del niño o niña.
  • Una respuesta de afrontamiento adecuada y proactiva por parte de la madre víctima.
  • La capacidad de la madre para buscar, aceptar y utilizar el apoyo de su red social (amigos, familia, servicios especializados).
  • Una comunicación abierta y honesta (adaptada a la edad) entre la madre y sus hijos e hijas sobre la situación vivida.
  • El apoyo emocional y práctico de la familia extensa (abuelos, tíos, etc.).
  • La ruptura efectiva del círculo de la violencia y el establecimiento de un entorno seguro.
  • En la adolescencia, el apoyo del grupo de iguales puede ser un factor protector importante.
  • Una clara delimitación de roles y fronteras entre el subsistema conyugal (o de pareja) y el subsistema paterno-filial.

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