Impacto de las Políticas Neoliberales en Nicaragua: Un Análisis Crítico
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Reflexión sobre el Folleto de Crisis de Nicaragua
Son las llamadas ‘políticas neoliberales’, ejecutadas por organismos internacionales y otros centros de poder como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio. Imponen las exigencias de la globalización: eliminación de legislación que pueda reducir los beneficios empresariales (incluidas las medidas de protección a los trabajadores y trabajadoras y al medio ambiente), bloqueo de control estatal, liberalización del comercio y del tráfico de capitales, recorte del gasto público para servicios sociales, así como privatización de las empresas públicas. Los gobiernos occidentales, conservadores, liberales y socialdemócratas, han asumido estos “dogmas” como directrices de su política, justificando la inevitabilidad de estas políticas para ser competitivos en el mercado mundial.
La finalidad de estas instituciones globales es liberalizar el comercio mundial, privatizando la sanidad, la educación, la cultura, el medio ambiente, el turismo, la energía, etc., aplicándoles a todas estas actividades el principio de libre competencia y las leyes del mercado, que tienen preferencia sobre cualquier otra ley internacional (por ejemplo, convenios de derechos humanos o sobre medio ambiente). Las ayudas y créditos del FMI o del Banco Mundial están condicionados a que el país que recibe la ayuda se comprometa a aplicar estrictamente los denominados Planes de Ajuste Estructurales (PAE). Estos planes implican reducir los gastos públicos recortando los gastos sociales (educación, salud,...), eliminando los subsidios a agricultores y agricultoras y pequeñas empresas, reduciendo las plantillas (tasa de reposición) y los sueldos de los funcionarios/as,... pero no recortando los gastos militares. Para aumentar los ingresos incrementan las tarifas de los servicios básicos (agua y energía), aumentan los impuestos indirectos (IVA...), pero no los directos, que generalmente son progresivos según los niveles de riqueza..., y sobre todo privatizan las empresas públicas o establecen copagos.
Las privatizaciones de las empresas públicas (electricidad, telefonía, sanidad, etc.) convierten esos servicios, antes garantizados por el Estado, en productos a la venta, lo cual ha convertido a los países del sur en un gran negocio para las multinacionales. El dominio que detentan estas multinacionales supone una presión insoslayable, especialmente para los países empobrecidos, en sus políticas económicas que se aplican cuidando de no perjudicar los intereses de estas macrocompañías cerrando deliberadamente los ojos a las flagrantes violaciones de los derechos humanos que las corporaciones cometen contra sus pueblos. Los países occidentales, a los que estas empresas pertenecen, también prefieren “no enterarse”, porque no están dispuestos a poner en peligro su “competitividad” mundial a causa de los problemas en otros países (10 Gutierrez, 2009).
Estas políticas han provocado, según los informes de la FAO, que más de 1.000 millones de personas vivan en la pobreza extrema, y 820 millones pasen hambre de forma continuada, 24.000 personas mueran diariamente de hambruna y 30.000 niños y niñas fallezcan por causas relacionadas con la pobreza. De los 6 mil millones de habitantes del planeta, 5.500 millones viven en estado de necesidad, para que apenas 500 millones vivan holgadamente. Esto es lo que muchas personas denominan un “genocidio silencioso”. De ahí el por qué actualmente la migración de la población de estos países empobrecidos se ha convertido en una constante.