Impacto de la Política Monetaria: Mecanismos de Transmisión

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1. Mecanismos de Transmisión de la Política Monetaria

A través de las Tasas de Interés

El incremento en la tasa de interés real afecta las decisiones de ahorro e inversión de hogares y empresas.

A través del Crédito

Ante el aumento en la tasa de interés:

  • Los bancos pueden restringir el otorgamiento de crédito al percibir un mayor riesgo, ya que los deudores que están dispuestos a tomar créditos a mayores tasas de interés buscan proyectos más riesgosos.
  • Las empresas deben pagar una prima de riesgo adicional (tasa de interés más elevada) por sus créditos. Ante una mayor tasa de interés se pueden generar cambios en los ingresos netos esperados de las empresas y en su balance de activos y pasivos, de manera tal que su riesgo se incremente.

A través de los Precios de los Activos

Un aumento en la tasa de interés disminuye el precio de los activos financieros, lo que puede reducir la riqueza y, por lo tanto, el gasto de los hogares y las empresas.

A través del Tipo de Cambio

En una economía abierta con libre movilidad de capitales, ante un aumento en las tasas de interés se puede esperar, en el margen, una apreciación cambiaria que:

  • Propicie un encarecimiento de los bienes domésticos respecto a los que se producen en el exterior, lo que conduce a menores exportaciones netas (canal de demanda).
  • Reduzca los costos de los insumos importados (canal de oferta).

A través de las Expectativas de Inflación

La credibilidad en la política monetaria ancla las expectativas de inflación y permite un funcionamiento más rápido de los otros canales de transmisión.

Las Expectativas Racionales

Una política monetaria óptima es siempre la búsqueda de la autoridad monetaria en un país. Para ello, existen muchas variables económicas que deben ser controladas. La tasa de interés e inflación son algunas de ellas, y la hipótesis de las expectativas racionales es una de las maneras de controlarlas. La teoría de la tasa de interés con expectativas racionales y el modelo de la Curva de Phillips con expectativas ampliadas permite concluir que incluir dicha hipótesis en los modelos no genera variaciones reales en la economía, además de las diversas implicaciones que tiene en la política monetaria.

El concepto de expectativas racionales empieza a ser usado por la macroeconomía moderna al final de la década de los setenta. Cabe resaltar que lo que algunos pueden conocer como escuela de las expectativas racionales, otros lo conocen como la escuela de la nueva economía clásica. Este concepto es aplicable a muchos estudios dentro del campo de la economía, uno de ellos es la formación de la tasa de interés en función de las expectativas racionales de los agentes económicos, como también lo es el objetivo de inflación de los bancos centrales de los distintos países del mundo.

Hay que empezar resaltando que no se puede ver la tasa de interés simplemente como el precio del dinero, que es comúnmente como la mayoría de las personas suelen llamarla. Se establece que la tasa de interés posee una propiedad de dualidad, porque además de ser la variable que permite el equilibrio en el mercado o sistema financiero, es también la que permite la existencia o no de fondos para invertir y producir bienes y servicios; es decir, también ejerce influencia en el mercado real. A raíz de esos motivos, se distingue entre la tasa natural de interés y la tasa monetaria de interés. La primera de ellas se define como la tasa del rendimiento del capital de los inversionistas en el mercado de bienes, mientras que la tasa monetaria de interés es aquella tasa vigente en el mercado en un momento dado.

Por otra parte, la inflación se define como el aumento del nivel general de precios. Este concepto incluye dos características fundamentales, las cuales son: que dicho aumento sea sostenido y que además se produzca una disminución del poder adquisitivo del dinero.

Ahora bien, ¿qué quiere decir el supuesto de expectativas racionales dentro de un modelo económico? Este tiene que ver con que los individuos no comenten errores de manera sistemática, que cuentan con la información necesaria para tomar sus decisiones y saben cómo funcionan las variables dentro del sistema económico, y además que las personas no van a ser sorprendidas por políticas que son aplicadas de manera uniforme y consistente. Las expectativas racionales “están basadas en el conocimiento de la verdadera estructura de un segmento importante de la economía, de tal modo que el valor anticipado de una variable económica coincida con su esperanza matemática”.

Existe un debate acerca de qué tipo de modelo debería usarse cuando se toma la hipótesis de expectativas racionales, en el sentido de si deben ser modelos lineales o modelos dinámicos no lineales. El origen del debate recae en que, usando el supuesto de expectativas racionales, la convergencia no es robusta y la divergencia sí lo es, y lo que se desea para el crecimiento de una economía es la convergencia. Se entiende como robustez aquella característica de un modelo econométrico que establece que, al levantarse algún supuesto de este, los parámetros no varíen en mucha cuantía. Es necesario tener presente esto, porque la robustez se convierte en condición necesaria, más no suficiente, para que un modelo sea científicamente válido.

Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que tanto la tasa de interés como la inflación son variables que van de la mano, en el sentido de que: un incremento de la tasa de interés puede ser interpretado por los individuos, bajo el supuesto de las expectativas racionales, como una señal de que la autoridad monetaria cree que la economía está creciendo más fuerte que lo esperado. En otras palabras, que el producto actual es mayor que el producto potencial, lo que puede generar presiones inflacionarias. De esta forma, se esperaría que un incremento de la tasa de interés lleve al producto efectivo a su nivel potencial, a la vez que el nivel de precios se reduce al nivel de pleno empleo.

Uno de los principales objetivos de la política monetaria es mantener la tasa de interés, pues de esta manera se alcanzan metas domésticas en relación con el ciclo económico. Pero también resalta especial importancia en el objetivo de inflación, y cómo la hipótesis de expectativas racionales ha influido en que autoridades monetarias adopten una política monetaria transparente.

Los supuestos del modelo de tasa de interés con expectativas racionales resumen lo que implica la racionalidad en la formación de tasas de interés, pero lo importante de dicha teoría recae en su función sobre la política monetaria. En tal sentido, se destaca que la mejor política económica sería la no intromisión del Gobierno en la actividad económica, puesto que una política sorpresa generaría resultados no necesariamente deseables; es decir, se debe dejar en libertad a la autoridad monetaria, en donde los hacedores de política pertenecientes a dicha autoridad se preocupen por conocer las expectativas que tiene la población sobre la tasa de interés y cómo se forman, y así adaptarlas según el objetivo planteado para que la tasa se mueva a los niveles deseados por ellos para lograr un equilibrio económico. Las expectativas pueden formarse a través de un modelo de primas, resaltando la importancia del uso de la hipótesis de expectativas racionales para la estabilización del mercado financiero, pues se demuestra que tiene implicaciones en el largo plazo, pero al levantarse la hipótesis de expectativas racionales se genera una segmentación entre el corto y largo plazo que perjudica a los contratos de inversión en el futuro.

Para el caso de la variable inflación, se puede emplear la Curva de Phillips con expectativas ampliadas. Esta tiene que ver con la tasa de inflación esperada y se basa en el supuesto de que los trabajadores, en los convenios salariales, se preocupan por ver las variaciones de salarios reales y no de los salarios nominales. En este sentido, dichos convenios van a mostrar tanto las expectativas de los empresarios como las de los empleados.

Por lo tanto, el incluir el supuesto de expectativas racionales en un modelo de inflación generaría una situación como esta: si los agentes económicos conocen el modelo y los parámetros, cualquier cambio en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria implica no sólo una variación en la tasa de inflación, sino en la tasa esperada de inflación, de modo que no se registrará impacto alguno sobre las variables reales, tales como la producción y el empleo.

Para el caso venezolano, se usan las estadísticas de inflación y del núcleo inflacionario en el último año, mucho más allá de las distintas causas de la inflación en el país. Las expectativas es una de ellas. Y el núcleo inflacionario se define, de acuerdo con el Banco Central de Venezuela, como la tasa de variación del sub-agregado del IPC obtenido después de la exclusión de aquellos componentes que presentan movimientos más erráticos; es decir, este indicador permite observar la inflación subyacente en la economía venezolana.

En resumen, tomar la hipótesis de expectativas racionales dentro de un modelo económico resulta atractivo, tanto por lo que ello significa como por sus alcances en la política monetaria. Bien es cierto que se deben tener en cuenta distintos parámetros para incluir el supuesto de expectativas racionales; también es cierto que es una limitante encontrar un modelo que plantee la forma en que las expectativas se forman en los individuos.

Mucho más allá de eso, lo planteado en el presente artículo permite concluir lo importante que es dicho supuesto por eliminar los impactos reales en la economía de un país y por lo útil que puede convertirse para los hacedores de política a la hora de tomar decisiones de política económica.

Al incluirlo en un modelo con tasa de interés, se demuestra que se alcanza un equilibrio de largo plazo en el mercado financiero, que tienen efectos directos en el mercado real, pues la tasa de interés afecta las decisiones de los inversionistas, y el hacedor de política, al tener en cuenta las expectativas de dichos agentes económicos, puede guiarlas a objetivos específicos planteados por la autoridad monetaria.

Finalmente, las expectativas racionales contenidas en un modelo con inflación resulta tener relevantes implicaciones económicas, pues la teoría dice que cuando los individuos se forman expectativas en cuanto a una inflación esperada, variaciones en la inflación del momento no van a producir variaciones en las variables reales de una economía. Esto es lo que busca un hacedor de política: no generar efectos negativos, pues variaciones negativas en las variables económicas reales afectan directamente el bienestar de la sociedad.

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