Impacto del Hierro y el Ferrocarril en la Revolución Industrial

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El Hierro y la Revolución en los Transportes

El hierro se convierte en un elemento imprescindible. La producción de las fundiciones inglesas se multiplica por 100 entre 1750 y 1850. Y la siderurgia va sustituyendo a la industria textil algodonera como motor de crecimiento.

La Revolución de los Transportes

El inicio de la industrialización en Inglaterra ofrece la presencia de nuevas materias primas, como el algodón y el hierro, y nuevas fuentes de energía, como la hulla y, sobre todo, el vapor. Este, aplicado primeramente a la industria textil, alcanzará su pleno significado desde el momento en que sea aplicado a los medios de transporte. El ferrocarril, y la revolución en las comunicaciones que implica, constituye una perfecta muestra de lo que significó la revolución industrial. Sin lugar a dudas, la revolución de los transportes constituye uno de los fenómenos que más va a contribuir al cambio de las formas de vida de la humanidad. En pocos años el mundo va a quedar al alcance del hombre. De una forma progresiva y rápida, los desplazamientos ven reducido de una forma sustancial el tiempo necesario para realizarlos, de la misma forma que la telegrafía aérea permite que las noticias sean conocidas en cualquier rincón del mundo en un mínimo tiempo.

En el origen de estos cambios se encuentran una serie de innovaciones técnicas que afectan a todos los medios de comunicación, pero fundamentalmente son tres las grandes innovaciones que constituyen la base de la revolución de los transportes:

  • El ferrocarril
  • La navegación a vapor
  • El telégrafo eléctrico

Iniciada a finales de los años veinte la construcción de la red ferroviaria inglesa con la línea Liverpool-Manchester (1826-1830), en los cuarenta se incorporan al nuevo medio de transporte otros países como Francia, Alemania, Bélgica, España..., de forma que uno de los índices de desarrollo de los países será la densidad de su red ferroviaria. El desarrollo del ferrocarril se convierte en un fenómeno de tal importancia, aumentando progresivamente su velocidad y potencia gracias al aprovechamiento de los continuos adelantos tecnológicos, que algunos historiadores lo han considerado como el motor fundamental de la revolución industrial, lo cual resulta muy cuestionable, pues más que impulsor de la industrialización habrá que considerarlo como una respuesta a la expansión económica. Su desarrollo implica un gran esfuerzo técnico para conseguir continuas mejoras, unas fuertes inversiones, que en gran parte proceden de los beneficios de la industria inglesa del algodón y, por supuesto, una gran expansión de la industria siderúrgica, cuya demanda se vio incrementada de forma continua por el auge del ferrocarril. No hay que pensar, pese a ello, que su construcción llevara implícito el enriquecimiento del país. El ferrocarril, en cuanto que significaba un revolucionario medio

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